Capítulo 2

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Seducción

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Seducción

Eliseo, con su voz profunda y resonante, irrumpió en el espacio sagrado del estudio de ballet, haciendo eco en los corazones de los bailarines que anhelaban capturar su atención. Sus palabras, como notas melodiosas suspendidas en el aire, danzaban en perfecta armonía con la música que envolvía el recinto.

-Haha!-, su risa se deslizó como un susurro travieso por el aire, elevando las vibraciones del estudio a nuevas alturas. Era una risa que insinuaba un misterio seductor, un desafío oculto en cada sílaba pronunciada. Aunque Eliseo se presentaba como un espectador silencioso, sus ojos penetrantes y su presencia magnética dejaban en claro que era más que un simple observador.

-No se preocupen por mi presencia aquí-, sus palabras flotaban en el aire como un verso poético, calmando las ansiedades y despertando una chispa de confianza en los corazones de los bailarines. Eran palabras que invitaban a los artistas a sumergirse en su arte sin restricciones ni temores, a entregar cada movimiento con la intensidad de sus almas danzantes.

-Ustedes sigan practicando cómo habitualmente hacen-, su voz resonó con la autoridad de un director maestro, reconociendo la rutina sagrada de los bailarines y su búsqueda constante de perfección. Era una invitación a sumergirse en el flujo eterno de movimientos, a danzar con una pasión desenfrenada que desafiara los límites del cuerpo y el espíritu.

-Yo estaré observando-, las palabras de Eliseo se desvanecieron en un susurro final, cargado de una promesa enigmática. Cada movimiento, cada expresión de los bailarines, sería capturado por sus ojos agudos y su visión artística. Sus miradas se convertirían en testigos mudos de la danza sublime, buscando encontrar aquel destello único que trascendiera la rutina y revelara la esencia misma del arte.

El estudio quedó envuelto en un silencio expectante, donde el aire vibraba con la electricidad de las emociones contenidas. Los bailarines, imbuidos de una nueva determinación, continuaron su danza con una pasión aún más intensa, sabiendo que en cada movimiento, en cada salto y cada giro, se tejía una historia que podría capturar la atención de Eliseo y llevarlos hacia un futuro lleno de posibilidades.

En medio de esa danza hipnótica, Eliseo permaneció en las sombras, sus ojos fijos en la magia que se desplegaba ante él. Como un oráculo del arte, sabía que cada paso era un fragmento de un mensaje divino, una historia que esperaba ser contada con la pureza del corazón y la maestría del cuerpo.

 Como un oráculo del arte, sabía que cada paso era un fragmento de un mensaje divino, una historia que esperaba ser contada con la pureza del corazón y la maestría del cuerpo

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Dicho y hecho, Eliseo se sumergió en un mar de miradas, explorando con avidez cada rostro desprovisto de encanto. Sin embargo, fue Juliette quien capturó su atención como un destello en la oscuridad, una joven envuelta en una seducción irresistible. Su figura delicada y encantadora irradiaba un magnetismo cautivador, y su rostro exquisito portaba una pizca de orgullo discreto.

-¿Quién es ella?-, susurró Eliseo, dejando que las palabras se deslicen en el aire como un susurro de promesas prohibidas. Juliette se revelaba ante él como un enigma envuelto en lujuria, una musa que despertaba en su interior un deseo avasallador. No podía dejar pasar la oportunidad de conocerla, de desentrañar los misterios que envolvían su ser.

Decidido a desvelar los secretos que yacían en su seductora aura, Eliseo se dirigió con paso firme hacia el lugar donde Juliette practicaba su danza. Sus ojos se fijaron en su rostro con una intensidad penetrante, deslizándose cautivados por cada línea y cada pestaña. Se detuvieron en esos ojos oscuros como la noche, que lo sumergían en un abismo de deseo incontrolable, una pasión que se avivaba con cada mirada.

Con un gesto casi imperceptible, Eliseo atrevió a tocar el hombro de Juliette, como un susurro tímido en medio de la danza de sus almas. Su contacto fue fugaz pero electrizante, dejando una huella en la piel y en la mente de ambos. Sin embargo, Eliseo no se detuvo allí, siguió explorando con su mirada cada rincón del espacio, deteniéndose en otras cuatro jóvenes cuyos talentos merecían ser tocados por su mano divina.

Transcurrieron unos eternos diez minutos antes de que finalmente Eliseo alzara su voz, llenándola de una cadencia lujuriosa y melódica. Las palabras emergieron de sus labios como gemidos de deseo, envueltas en una promesa de oportunidades y trascendencia artística.

-A cada una de ustedes que he tocado, deseo comunicarles que poseen un talento excepcional. Me interesa que formen parte de la próxima obra que personalmente dirigiré-, sus palabras se esparcieron como un suspiro tentador, envolviendo a las afortunadas elegidas. -Sin embargo, solo una de ustedes obtendrá el papel protagónico, así que den lo mejor de sí mismas y nos veremos en el siguiente salón-, concluyó con una insinuación impregnada de expectativas y desafíos.

Juliette no pudo evitar sentir una oleada de satisfacción recorrer su ser. Una vez más, su talento había sido reconocido, desatando una mezcla de emociones dentro de su corazón. Aunque no quisiera admitirlo, la excitación y la intriga la embargaban ante la perspectiva de conocer a este director de renombre. Era como si el destino hubiera tejido un hilo de lujuria y misterio que la llevaba a una danza prohibida, dispuesta a enfrentar lo desconocido y a entregarse al éxtasis que el futuro les deparaba.

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Bajo las Luces del Escenario: Pasión ProhibidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora