Bang Bang Bang
En la penumbra ardiente de la alcoba, Eliseo y Juliette se abandonaban al éxtasis prohibido, sin ataduras ni frenos. Sus cuerpos danzaban al compás de la pasión, entregados a una lujuria desenfrenada.
Siguiendo las órdenes de su amante, Eliseo la embestía con una fuerza que dejaba su marca, un testimonio tatuado en la piel que solo ellos conocían. La entrega de Juliette a su dominio era total, y sus piernas se abrieron obedientes, cediendo a un placer cada vez más intenso.
La mano de Eliseo exploraba los confines de su deseo, encontrando el camino hacia el clímax de Juliette, quien se retorcía bajo sus caricias. Su clítoris recibía una estimulación ardiente, mientras las embestidas continuaban, imparables, llevándola al borde de la locura.
Los gemidos de Juliette llenaban el aire, un sinfín de melodías extáticas que solo alimentaban la pasión. Su rostro se iluminaba con una sonrisa lasciva, sus ojos en blanco, entregados al placer que recorría cada rincón de su ser.
En un éxtasis incontrolable, Juliette alcanzó el clímax, un torrente de éxtasis que la inundó y la hizo temblar sin control. Sus fluidos se liberaron en un grito de placer, y ella se apoyó en el muro, sintiendo cómo la tierra se movía bajo sus pies.
Eliseo, sintiendo cómo el fuego lo consumía, sacó su miembro del cuerpo de Juliette, soltando un gemido de liberación. Su semen pintó la espalda de su amante, un tributo a su pasión compartida, dejando su marca en ella.
Así, en la penumbra yace su encuentro, un encuentro cautivador y explícito, donde el deseo se desborda y los límites se desvanecen. En el silencio cómplice de la noche, sus cuerpos se funden en un abrazo ardiente, dejando grabado en la memoria el rastro de una pasión sin igual.
En el silencio de la penumbra, sin palabras quebrantaron el hechizo, sus cuerpos desnudos, el éxtasis dejando tras de sí un rastro tibio.
Eliseo, caballero de pasiones, le entregó a Juliette medias nuevas, reemplazo de las rotas, un gesto que su deseo aún subyuga y esconde.Vestidos ya, se miraron, ojos fijos en la marea del deseo, palabras mudas en el aire, testigos del éxtasis que les hizo arder en fuego.
¿Qué decir tras tanta pasión, cuando el alma aún palpita el encuentro?, en el lienzo en blanco de sus labios, se pintó el deseo de un nuevo encuentro.-Fue agradable-, dijo Eliseo, su mirada aferrada en su pelo oscuro, Juliette asintió, sin resistirse al encanto de este juego impuro.
-Quizás, repitamos-, susurró Eliseo, en su voz el fuego persistente, Juliette, con una sonrisa traviesa, aceptó, y así se hizo presente.Buenas noches se dijeron, ella se desvaneció, como un sueño efímero, El director, cautivado aún, no pudo detenerla, y la noche se convirtió en misterio. Manos diligentes limpiaron el rastro de la pasión que se desbordó, en espera quedó, el anhelo de un encuentro nuevo, un fuego que no se apagó.
Así, en el silencio de la noche, el deseo dejó su huella, dos almas que se encontraron, y la pasión, eterna doncella.
Entre sombras y susurros, quedó sellado el deseo inmortal, esperando el momento, en que el fuego de su pasión volverá a estallar.🦇
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Bajo las Luces del Escenario: Pasión Prohibida
RomansDesde el momento en que sus miradas se cruzan en los ensayos, la química entre ellos es palpable. A medida que Juliette y Eliseo trabajan juntos en el montaje de una ambiciosa producción, la tensión sexual crece hasta volverse incontrolable, traspas...