Salimos y nos dirigimos al Parque Rivera, que estaba cerca. El aire húmedo y cálido de febrero, más los efectos del mojito me acaloraban. Quería encontrar un lugar más oculto para besarle de nuevo y si podía sacarme algo de ropa. Tal vez la oscuridad del parque me permitiría cometer tal fechoría. El beso con Fernando había despertado algo extraño en mí. Quería sacar ventaja de mi edad y experiencia. Caminábamos por un paseo empedrado, con asientos blancos a los lados y a la derecha un área boscosa, que me gritaba obscenas ideas sobre lo que le podría hacer a Fernando allí. De pronto me detuve y le miré directo a los ojos. Recordé cómo había empezado todo esto y su voz me hizo reaccionar.
- ¿Estás bien?
- Se me olvidó ir al baño antes de salir del bar. - Inventé.
- ¿Quieres volver?
- No. Tranquilo. Puedo ocultarme en esos árboles.
- ¿Segura?
- Muy segura.
- Bien. Te espero aquí. - Dijo y se encaminó a un asiento.
- ¿Y si me pasa algo allá adentro?
- ¿Te acompaño? - Se detuvo.
- Pero sin mirarme. - Acepté y él me siguió.
Caminé lo más sigilosamente que pude, me escondí detrás de un árbol grueso y me quedé quieta. Escuché como los pasos de Fernando se acercaban mientras me llamaba.
- ¿Dónde te fuiste? - Preguntó él, inocente.
Cuando pasó por el lado del árbol en el que me escondía, lo sorprendí con un abrazo y otro beso, mucho más salvaje, con mi boca descaradamente abierta y mi lengua intrusa dentro de la suya. Él contestó la sorpresa abrazándome fuerte por la cintura y abriendo su boca también descaradamente, dejando que mi lengua hiciera lo que quisiera dentro de ella. Con lo pegados que estábamos, no le costó presionar su vientre contra el mío, movimiento que correspondí placenteramente, dándome cuenta que no solo su espalda era ancha y fuerte. Sus manos bajaron casi instantáneamente a mi cola, que recibió su caricia agradecida por unos segundos, hasta que mis manos le tomaron por los brazos firme, me separé de él y le miré.
- No tan rápido.- Acto seguido, le besé tiernamente en la mejilla. - Vamos.
- ¿Ya fuiste al baño?
- Se me quitaron las ganas.
- ¿Cómo es eso?
- Es que ahora tengo ganas de otra cosa. - Concluí, dándole la espalda y saliendo de la zona boscosa. Le sentí seguirme.
- ¿Y de qué tienes ganas ahora? - Me dijo tomando mi mano.
- De que me lleves a otra parte.
- Vaya.
Pese a mi mareo, logré ver su conflicto. Al parecer eso no lo esperaba. Su expresión delataba que estaba sacando cuentas y algo no lograba solucionar. Mi embriaguez y algo de estupidez me hizo soltar un disparate.
- ¿No tienes permiso hasta tan tarde? - Él sintió el golpe y volviendo a una expresión mucho más similar a la de mi ex alumno tres años atrás, se excusó.
- No es eso. Es que no sé dónde podría llevarte. Aún vivo con mis padres y no conozco muchos lugares en los que...
- Llévame a mi casa.- Cerré.
- ¿Quieres que te vaya a dejar?
- Algo así.- Le susurré al oído y de pasada volví a jalarme su aroma que me tenía más que húmeda desde hacía mucho rato.
Seguí mi camino en dirección a donde recordaba que estaba estacionado su auto y él me siguió mucho más inseguro de lo que le había visto en toda la tarde. Me divertía verle así y jugar con su ego.
- ¿Te molestaste por algo? - Me preguntó.
- Para nada. Está todo bien, Fernando. Solo quiero que salgamos de esta zona. - Le tranquilicé, volteandome mientras le disparaba un guiño y un sonoro beso.
Cuando llegamos a su Suzuki Swiff, él desactivó la alarma y se apresuró a abrirme la puerta, quedando nuevamente cerca mío, lo que aproveché para besarle descaradamente de nuevo y morder un poco de su labio inferior que quería mascar en pedazos a esa altura. Me acomodé en el asiento del copiloto mientras él cerraba la puerta y aún se reía por el último beso. Corrió a su asiento y con una sonrisa libidinosa en sus labios, encendió el motor, me miró, me tomó la cabeza y me comió la boca como hacía mucho tiempo nadie lo hacía. Su mano libre bajó a mi cuello y con torpeza siguió bajando a mis abundante senos, que siempre han sido motivo de bromas y deseo, además de ser una de mis zonas más erógenas. Fernando a esa altura, aún no lo sabía. Yo le respondí besando con mayor intensidad y soltando un par de gemidos, seguidos de un quejumbroso "Llévame a mi casa rápido".
Se separó de mí, movió la palanca del cambio para salir hábilmente del lugar en que estaba aparcado y echó a andar. Desde mi lugar podía apreciar que la dureza de la palanca hacían juego con algo debajo del pantalón de Fernando y sin poder evitarlo, me vino una carcajada escandalosa.
- ¿Qué pasó? - Interrogó mi ex alumno.
- Nada, nada .
Contesté mientras seguía riendo e imaginando lo que estaba debajo de ese pantalón y que al parecer no era de tamaño promedio como el de mi ex. "Espero no sea tan gigante como para hacer daño" pensaba para mis adentros, mientras un angelito malo provocado por los mojitos me decía "¿Y si revisas a qué te arriesgas?". Reconozco que dentro de las fantasías que siempre he tenido está la de hacerle sexo oral a alguien mientras conduce un vehículo, pero era la primera cita que tenía con él, mi ex alumno. "Gobiérnate. Fuiste su profesora". Luego de intentar calmarme, le miré, todo concentrado en el camino y en maniobrar correctamente. Mis manos se deslizaron por su brazo derecho y su pecho, haciéndole dar un pequeño salto.
- ¡Ey! Cuidado, estoy conduciendo.
- Disculpe, señor chofer. No era mi intención distraerle.- Le contesté mientras mis manos seguían bajando y acerqué mi nariz a su cuello para intoxicarme con su amaderado y levemente ácido olor.
- Que maldad. Tocarme mientras conduzco. Debes darme las indicaciones. No sé dónde vives.
- Debes seguir por esta todo recto.- Dije mientras mi dedo bajaba de su abdomen hasta su cinturón.- En esta dobla a la derecha.- Le avisé mientras la punta de mi dedo tocaba su pantalón.
- ¿Y ahora qué hago?- Me preguntó agitado.
- Sigue por esta misma hasta que llegues al fondo.- Contesté mientras mi mano completa bajaba hasta el inicio de su erección.
- ¿Y luego?
- Doblas a la izquierda y listo.- Le indiqué mientras movía su carne hacia ese lado.
Definitivamente era más grande de lo que había imaginado, no altura me arriesgaba a cualquier daño colateral con Fernando, quien no tardó en hacer el recorrido.
- Llegamos.- Dije, retirando mi mano de su pantalón y desabrochando mi cinturón de seguridad.
- ¿Tan rápido?
- Parece que teníamos ganas de llegar.- Vi su cara de frustración y le tranquilicé.- ¿Qué pasa?¿Tienes que irte o te tomarás otro mojito conmigo ahí adentro?
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Mi ex alumno
RomanceLa oscura sombra de los árboles a esas horas de la noche en el Parque Rivera teñía nuestras sonrisas mientras nos mirábamos directo a los ojos. Estábamos frente a frente luego de una velada formidable juntos. Miraba sus labios que ya había probado y...