Capítulo 4

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Dylan Scott

El beso me sabe dulce y tierno al principio, pero mientras pasa el tiempo, se vuelve rudo y necesitado por ambas partes.

Dirijo una de mis manos a su nuca, profundizando más el beso, me abro paso en su boca sin permiso, metiendo mi lengua, mi mano libre va a su espalda baja, apretándola contra mi, me obligo a separarme de ella en busca de aire.

Ambos jadeamos por aire, sin perder el contacto visual y sin separar mis manos de su cintura, y las manos de ella de mis hombros, aún sentada a ahorcadas sobre mi regazo.

Formulo la pregunta que no ha abandonado mi mente desde que rose, mis labios con los de ella.

—¿Cuando fue la última vez que besaste a alguien?.

Su rostro inmediatamente se pone rojo, y aparta su mirada de la mía.

—¿Porque quieres saber eso?—inquirió confundida

—¿quien, fue tu primer beso?—le contesto con otra pregunta.

Grace agacha la mirada avergonzada, para susurrar bajo.

—tu ya sabes esa respuesta,

Sin poder evitarlo la comisura se mi boca se levanta, levemente en una sonrisa.

—Cierto, lose, sin embargo quiero oírlo de tu sexy boca.

—Tu—el susurró apenas se percibe.

—Dilo, más alto—aspecto retándola, a lo que responde alzando la mira, y decir en voz fuerte y clara:

—Fuiste tu, tu fuiste mi primer beso.

Su respuesta, hace que mi sonrisa se ensanche más

—ahora, dime, ¿cuando fue tu último beso?—levanto una ceja en su dirección, volviéndola a retar.

—¡Hace 5 años, y fue contigo idiota!—suelta a lo brusco, sin embargo, apenas las palabras salen de su boca, se da cuenta de su error.

Abre muchos sus ojos y lleva sus manos a su boca callándose, pero ya es tarde, soltó todo.

Sin poder evitarlo, de mi boca sale una carcajada, por su reacción.

—No has cambiado nada, Greeicy—deposito un beso en lo alto de su frente, sonriente

—Tu no has cambiado mucho que digamos, Dalian—sonríe mostrándome sus dientes blancos.

Ambos sonreímos como dos idiotas, a la mención de nuestros apodos.

Recuerdo que me parecía más lindo llamarla, Greeicy, porque todos la llamaban Grace, a lo que ella me empezó a llamar, Dalian, cuando apenas éramos unos pequeños críos.

—¿Porque, querías saber sobre mi último beso?—su ceño se frunce confundida.

—Digamos que no tienes tanta experiencia en besar, pero no te preocupes, puedo ser tu maestro privado.

Sonrió abiertamente guiñándole un ojo, su rostro pasa a rojo en un segundo, pero no aparta la mirada haciéndose la fuerte.

—No me digas que tu te besaste con muchas chicas, para tener más experiencia que yo—me reta con la mirada.

—Digamos que si bese una cantidad considerable—su sonrisa se desvanece.

—Tenemos que ir por Eloy, le prometimos ir al parque—Dice bajándose de mi regazo enojada, yo en cambio, sonrió abiertamente por mi triunfo.

—Una cosa más—se gira mirándome a la cara—No quiero cámaras cerca de mi hijo, al menos hasta que decidamos que hacer—suelta apuntándome con un dedo.

—Nuestro, es nuestro hijo, y no te preocupes, yo tampoco quiero que mi vida privada sea pública, al menos no por ahora.

Asiente saliendo por la puerta, conmigo tras ella sin decir nada más.

* * *

Nos encontramos en el parque más cercano al hotel, mis hombres de seguridad están esparcidos por todos lados, vigilando que no haya ningún paparazi o persona inoportuna.

Greeicy se encuentra en los columpios, con nuestro hijo, en cambio yo, estoy sentado en una horrenda banca pública, viéndolos como tonto.

Aun no termino de asimilar el que tenga un hijo, y que sea con la mujer que más me ha ayudado, y he querido.

4 años.

Me perdí cuatro años de la vida de mi hijo, todo por un mal informante, del cual ya me haré cargo más tarde, por el momento esta encerrado, esperando la llegada del Diablo.

Uno de mis hombres se me acerca con información.

—Las maletas ya fueron trasladadas a su habitación Señor.

—Quiero que cuando lleguemos al hotel, nos suban la mejor comida China a la habitación.

Asiente girándose para regresar a su lugar.

A medio camino lo detengo al recordar algo.

—También quiero un jugo de naranja.

No dice nada solo asiente y regresa por donde vino, dando la orden de lo que le pedí.

Grace mira en mi dirección con el ceño fruncido, para después decirle algo al pequeño al oído y el venir corriendo en mi dirección.

—¡Papi!, ¡papi! ¡vamos a jugar en los columpios los tres juntos!—llega hacia mi agarrando mis manos y jalándome en dirección a los columpios, por el rabillo del ojo veo como mis hombres empiezan ah acercarse con arma en manos, Grace también lo ve por que inmediatamente la tengo en frente, agarrando a nuestro hijo en brazos, rodeándolo con ellos protectoramente.

Una llama dentro de mi prende fuego, al ver a mi mujer asustada protegiendo a mi hijo, de estos hijos de puta que tienen ganas de morir.

—¡Dejen de apuntar con las putas armas a mi mujer y mi hijo, sino quieren morir hijo de perra!.

Especto cabreado, haciendo que todos inmediatamente bajen las armas y me  pidan disculpas con la cabeza gacha.

—¡Quiero que se disculpen con mi mujer, no conmigo!.

Hacen lo que les ordenó agachado la cabeza hacia ella, que tiene las mejillas rojas del susto, su cuerpo tiembla levemente, pero no deja de sujetar a nuestro hijo.

—¡El que vuelva a apuntar con una puta arma a mi mujer y hijo, le vuelo la cabeza de un disparo!—amenazó.

—Si señor— contestan al uniso.

—¡Ahora largo!

Inmediatamente todos salen de mi vista, dejándome a una Grace, asustada enfrente.

—Ya lo puedes bajar de tus brazos, no le pasara nada.

Trato de tranquilizarla.

—No quiero que nada le pase.

—No le pasara nada—susurro seguro— no mientras yo esté vivo.

Asiente no muy convencida, pero igualmente lo baja lentamente al suelo.

Eloy al tocar el piso vuelve a mi lado agarrando mi mano, guiándome hasta las columpios para columpiarlo.

Quien lo diría, el empresario y mafioso más poderoso de todo USA, esta columpiando a un niño, que es su hijo y el cual acaba de conocer, pero ama y protegerá con toda su vida.

Grace se acerca a nosotros, luego de guardar su celular el su bolsillo del pantalón.

Tomo una foto y cree que no la vi.

Sin embargo no dijo nada, y dejó que siga engañada consigo misma.

—Creo que es hora de regresar al hotel Eloy, tenemos que descansar después de el largo viaje.

Habla con el, a lo que el asiente bajándose del columpio.

—Estas cansado campeón—le hablo al verlo bostezar.

—Si.

—Te llevo—Greeicy le extiende los brazos, pero el niega con la cabeza.

—Quiero que me lleve mi papi Dylan.

Me señala, Grace me queda viendo preocupada.

—Yo te puedo llevar—le vuelve a hablar  pero el sigue negando con la cabeza.

—No

—Eloy..

—No hay problema, yo te llevo—me inclino para agarrarlo en brazos, y el inmediatamente envuelve sus brazos alrededor de mi cuello, casi ahorcándome.

—Lo siento, no tenias porque cargarlo

—Es mi hijo también, tengo porque  cargarlo.

—Claro.

* * *

Al llegar al hotel  me dirijo a mi suite con mi mujer siguiéndome, que al notar que no nos dirigimos a su habitación me enfrenta.

—Nuestra habitación queda de este lado—señala el pasillo desolado.

—Desde ahora dormirán conmigo—especto.

Niega

—No es necesario, nosotros nos quedaremos en nuestra habitación.

—Tarde, ya lo decidí y todas sus maletas están arriba.

—¿Desde cuando tu decides en donde debo dormir?

Se cruza de brazos, con la mirada enfadad, sebe tierna con sus grades sudaderas y sus pantalones flojos que la hacen ver más pequeña de lo que ya es.

—Desde nunca, nadie puede decidir en tu vida más que tu—me retracto.

—Exacto  y no te oigo pidiendo que durmamos contigo.

Diablos, como es que un mininos de un metro cincuenta me haga esto, y que peor, lo disfrute y me sienta orgulloso.

Suspiro mirando el suelo, que en este momento, me parece la cosa más interesante del mundo.

—¿Quieres dormir, en mi habitación conmigo?—susurro.

Esto es muy difícil, no suelo pedir nada y lo sabe.

—Tu dormirás en una esquina, y yo en otra con Eloy en el centro para evitar accidentes.

Sonríe contenta, pasando por mi lado sin decir nada más.

La sigo a un con mi hijo dormido en brazos.

Le doy la llave eléctrica para abrir la puerta y entrar, paso dirección a la cama recostando con el más cuidado que me es posible a Eloy, que se quedo dormido de camino al hotel.

Greeicy entra detrás de mi supervisando que lo haga bien y por un momento, ambos nos quedamos mirando a la pequeña criatura que lleva nuestros genes, en completo silencio.

La primera en salir del cuarto es Grace, que se sienta en el sofá con la comida China que ordene para ella, ya que se cuanto lo ama.

—Se duerme muy rápido—comentó sentándome a su lado con una copa de whisky en la mano.

Suspira.

—Si, en eso se parece mucho a ti, no les importa el lugar con tal de estar cómodos, se duermen, es como si los noquearan—suelta una pequeña risa—De echo, se párese más a ti, que a mí.

—Me fuera gustado que tuviera tus ojos—comento.

Ella me voltea a ver extrañada.

—¿Porqué?, Los míos son un café tan común, en cambio los tuyos son un azul claro, como el cielo—Niega con el ceño fruncido.

Me encojo de hombros.

—Simplemente me gustan tus, "comunes ojos cafés"—confieso.

—A mi si me gusta que tenga tus ojos, porque a través de ellos te miraba a ti, en estos 5 años y me hacia sentir bien, tener una parte de ti conmigo, aparte me daba fuerzas para seguir adelante, y no acabar con mi vida—habla perdida en sus recuerdos.

—¿Porque querrías acabar con tu vida?—susurro con la curiosidad tiñendo mi voz.

Se encoje de hombros.

—Simplemente, no me creía capas de vivir a sí, toda mi vida—su voz se quiebra poco a poco, hasta que unas pequeñas lagribas bajan sobre sus mejillas—No creía soportar más no ver a mi hijo, estar encerrada todo el día en un cuarto, que no me hacía sentir segura por.....porque...el...esposo de Catia...el—rompe en llanto haciendo que lo que diga sean cosas no entendibles.

Eso llama más mi atención, y quiero preguntar mas, pero en cambio me acercó más sentándola en mi regazo, esconde su cara en el hueco de mi cuello, la abrazo sobando su espalda para tranquilizarla.

Su respiración es irregular, haciendo que me preocupe, pero poco a poco se va normalizando hasta que se queda dormida en mis brazos.

Me levanto del sofá, llevándola a nuestra cama donde la acuesto en su lado suavemente, separándola de mi, pero no me suelta completamente en cambio empieza a balbucear

—No te vallas, no me dejes sola de nuevo.

Su balbuceo es débil pero entendible.

—No me iré, solo les ordenare un par de cosas a mis hombres, no tardo.

—No tardes—dice sin abrir los ojos.

Suavemente me suelta por lo que logro salir por la puerta.

Le hago una seña a mi hombre de más confianza, Fran, de acercarse.

—Quiero que secuestres al esposo de Catia, la madre de Grace, y le saques toda la información de ella en estos últimos 5 años—ordenó viéndolo fijamente.

—Como órdenes Dylan.

Vuelvo a entrar en la habitación acostándome en el centro de Grace y mi hijo.

Los galo a ambos en mi dirección, Grace me abraza de lado, volviendo a meter su cabeza en mi cuello, quedando otra vez dormida al igual que Eloy, en mi lado izquierdo.

Pasan unos minutos, y logro conciliar el sueño, quedando completamente dormido y en paz.

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Un cambio (BORRADOR) [Pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora