CAP.2

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-Hera, ya es hora de despertarse, ve a despedirte de tú padre que se va a trabajar y no lo verás en unas semanas. Dijo mamá con ruidos de Tayler y Noah por detrás.
-Voy mamá. Dije como si estuviera cansada.
La realidad era que yo esa noche no había dormido apenas pensando en aquello... en aquel momento.. con esa persona.. Pero bueno, ahora no era momento de pensar, así que, me levanté, me vestí, cogí algo de comer para el viaje y metí mi maleta en el coche. Por último mamá metió las maletas de mis hermanos y la suya y algo para picar en el viaje, aunque yo llevara mis galletas. Tayler y Noah se despididieron de papá y yo también. Mamá y papá estuvieron hablando unos cinco minutos mientras Tayler y Noah jugaban y yo intentaba dormir. Después, mamá se subió al coche y dijimos adiós a papá. Yo me intentaba dormir pero seguía sin conseguirlo, había empezado el viaje, ese viaje. Tenía muchas ganas de ver a mis amigos pero había una persona que tenía especial ganas de ver.
Yo fui todo el viaje escuchando música y conseguí dormirme un poco de esas tres largas horas.
Por fin llegamos, era.... Era un sitio con paz y tranquilidad.
-Vamos chicos, ya hemos llegado. Dijo mamá tranquila.
-Vamos Noah, vamos Tayler. Dije cansada.
Les desabroché el cinturón y se fueron a saludar a los abuelos. Yo salí, mientras mamá les daba un fuerte abrazo a los abuelos, y Tayler y Noah correteaban por los pequeños laberintos del patio.
Mis abuelos me miraban y sonreían mientras me abrían los brazos para abrazarme.
-Hera, estás igual de preciosa que siempre. Me dijo el abuelo.
-Gracias abuelo, ya os echaba de menos, han sido unos meses duros por Chicago.
-Bueno, ya estás aquí, ahora a relajarte. Respondió mi abuela.
-Pasa, pasa. Dijo el abuelo.
Me paré en la puerta y observé todo muy lentamente, al rato, subí los diecisiete peldaños de madera y llegué a mi habitación, estaba todo igual que lo dejé. El conejo de peluche que me regaló Eliot con unas gafas de sol que me dejé. Eliot era uno de mis mejores amigos. Después, coloqué toda mi ropa en los armarios y bajé a comer. Por la tarde había quedado con todos mis amigos que llevaba sin ver meses, pero, no solo con mis amigos...También con esa persona especial.

UN VERANO SIN TIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora