-Buenos días, chicas. Ya es hora de despertarse. Dijo mamá.
-Buenos días mamá.
-Buenos días.
Eran al rededor de las doce de la mañana y hoy era el día de escribir a Carsson. No había podido parar de pensar en él en toda la noche, por lo que no había dormido mucho.
Hoy, Olivia y yo nos íbamos a ir al puerto a comer con mis abuelos y después nos llevarían a la playa.
-Her, creo que deberías llamar a Carsson y no escribirle. Me dijo Olivia mientras bebíamos unos vasos de leche.
-¿Llamarle? Dije yo pensando que Olivia se había equivocado.
-Sí, llamarle. Creo que os vendría bien para aclarar las cosas.
Yo sorprendida al ver que no era una equivocación dije:
-¿¡Cómo le voy a llamar si ni siquiera hemos hablado desde que lo dejamos!?
-Yo creo que es lo mejor, tía.
Hubo silencio entre nosotras durante unos segundos cuando mamá dijo:
-Chicas, id a vestiros que en un rato nos vamos al puerto a comer.
-Ya vamos, mamá. Dije.
Nos subimos a cambiar y yo le dejé algo de ropa a Olivia porque era tradición ir de blanco y con un pañuelo azul. Nos vestimos y nos metimos en el coche. Mientras íbamos de camino yo llamé a mi padre, y, cuando llegamos, comimos y nos fuimos a la playa. Ahí, decidí llamar a Carsson. Lo cual, creo que fue una mala idea.
Por fin me decidí a llamarle, así que, entre
en mi móvil y le di a ese teléfono, a ese teléfono inolvidable, en el cual habíamos hecho tantas llamadas.
Marqué el número y empezó a comunicar, pasaron como unos cinco minutos y nadie lo cogía, suponía que ya no quería ni hablar conmigo.
Entre lágrimas le dije a Olivia que no me lo había cogido y ella me dijo:
-Lo siento tía, no creo que sea por qué no quiera hablar contigo.
-Ya tía, y sino porqué...
-Sus motivos tendrá.
Me sequé las lágrimas y me prometí no volver a llamarle e intentar, tampoco, pensar en él.
Era una promesa un poco difícil, sobretodo para mí, era difícil, desacéreme de todo, de todos los momentos tanto buenos como malos juntos. Pero ahí estaba yo en el que iba a ser "un verano especial".