Cap 2.Rito de iniciación

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Su cuerpo se sentía mojado.

Inundado de sudor Subaru se despertó con el cuerpo empapado. Su cabeza duele y sus sentidos están desorientados. 

-¿Qué carajos pasó?

Susurró mientras intentaba sentarse en una nada interesante cama de madera. El mareo que tenía le dificulto la tarea, por un momento casi caía de frente. Para evitarlo dio un cabezazo hacía atrás y se sostuvo del borde del mueble.

-Mi cuello.

Al sentir extrañamente pesada su articulación se dio cuenta que un gran collar de metal recorría todo su cuello. Además de su color rojo con algunos puntos grises alrededor, el artefacto contaba con una gran argolla plateada justo al frente.

El diseño práctico parecía el collar usado en esclavos, pero el diseño estético se podía interpretar como el que alguien le pondría a su perro.

-... ¿Esto?

Para nada recuerda llevar este collar, es algo que se lo pusieron mientras lo desmayaron. Sabe que algo está mal con la que se presentó como "Eme". Sin embargo, lo ignoró por su contexto cercano a la muerte. 

-No solo ella, su hija me dijo algo... Creo que fue que no sería el mismo a partir de ahora y que no hiciera enojar a su madre. ¡¿Pero que carajos significa ponerme un collar de perro?!... Espero que sea una mala broma de esa chica. Intentaré largarme lo más rápido posible de aquí por si las dudas.

Subaru ya más despierto aunque todavía un poco mareado observó el lugar. 

La habitación era tosca, hecha a partir de bloques de ladrillo negro. El suelo de madera era de roble oscuro y lo único además de la cama era una mesita de noche con una vela apagada encima. Lo que podía ver por la pequeña ventana fue que era de día y había un paisaje bellamente nevado, pero intrigantemente silencioso.

-De poco me sirve quedarme aquí,  debo hablar ahora mismo con Eme-san. 

Subaru con un poco de duda terminó abriendo la puerta. Al asomar la cabeza haciendo un giro de derecha a izquierda, encontró un pasillo más elegante y bien iluminado por ventanales con bordes nevados. 

-Debo encontrar respuestas.

El pelinegro caminó sobre la alfombra morada. No sabía a donde se dirigía, pero tenía la esperanza de encontrar a alguien que lo mandara con Eme. Tras un rato de andar encontró un rostro conocido doblando la esquina justo frente a él.

-Oye, tu fuiste la que me llevó a ese cuarto.

Se trataba de la hija de Eme que lo guio ayer. Ella poseía un largo cabello rojo bastante opaco y unos ojos verdes que parecían ilegibles desde el momento en que la conoció. Su estatura aproximaba a la de Subaru, posiblemente unos 5 u 8 centímetros menos y vestía un traje de sirvienta.

-¿Sabes dónde está Eme-san?

La mujer se detuvo y dio un asentimiento.

-Sígame, mamá lo está esperando.

Muy probablemente la chica estaba en dirección de recogerlo pero le ahorró parte del trabajo cuando lo encontró en medio del pasillo.

-Buenos días. ¿Cómo te llamas?

-...

-Oye ¿Por qué tengo esto en el cuello? ¡¿tu me lo pusiste?!

-...

-No he visto a nadie más, pero Eme-san dijo que tenía varios hijos. ¿Dónde están?

-...

-¿Acaso eres una kuudere o por qué no hablas? Se que puedes hacerlo.

Una familia disfuncionalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora