Prólogo

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Nueva Orleans 1933

Era una noche de tormenta invernal cuando todo esto sucedió. 

La tormenta invernal había caído sobre la gran "Big Easy", y todo lo que uno haría en su sano juicio, seria resguardarse en ese momento en su hogar bajo el cobijo del calor de una chimenea en casa. Pero en las afueras de la gran urbe sureña, en una vieja bodega abandonada a las orillas del rio Misisipi, algo muy grande se estaba tejiendo ante el amparo de la noche.

El lugar estaba alegado de ojos curiosos, ya que se encontraba muy alegada de la civilización. Era el lugar ideal para poder esconderse de cualquiera, en especial de alguien que era capaz de hacer las peores atrocidades por salvar a alguien que le importa, y mucho.

Pero aquello fue en vano, para este individuo en particular, que era, además de ser un asesino cruel y sádico, que había logrado evitar ser atrapado o haber sido objeto de escrutinio por las autoridades mas altas de la ciudad y del país, era un gran cazador. Un rastreador innato y capaz de encontrar a su víctima a cualquier precio y en los lugares más inesperados, y en este caso, capaz de encontrar a la persona que mas amaba en el mundo, no importando el precio para dar con su paradero.

Así que no fue extraño que al encontrar el lugar, no dudaría en desatar el mismísimo infierno con todos aquellos que se había atrevido a ponerle una mano encima a su amada. 

Ya les habían separado hacia décadas y ahora que estaban a punto de estar juntos, estaba dispuesto a no volver a dejarla ir, mucho menor dejar que alguien se la arrebatar de su lado en contra de su voluntad. No después de todo lo vivido.

Mientras las detonaciones de las armas de fuego, los gritos de horror y agónico dolor de los heridos de aquella trifulca, y el caos en general dentro del lugar, todo mundo buscaba su propia salvación.

Fue en medio este mismo caos, que una linterna de queroseno cayo de su lugar cuando un cuerpo empujo el buró donde está posaba y al derramarse el combustible de esta, un incendio hizo que el viejo lugar de madera se encenderá en un abrir y cerrar de ojos.

Mientras todos ahí buscaban como salir, con las llamas devorando el lugar rápidamente, un par de personas salieron de aquel infierno caótico a toda prisa del lugar, siendo una mujer y un hombre, para ser más precisos los que evadieron el caos dentro de aquella bodega.

La mujer estaba intentando zafarse del agarre de su captor, quien la estaba amagando con fuerza mientras trataba de huir del lugar lo antes posible, dejando atrás el caos sin importarle en lo mas mínimo, el gélido clima del exterior.

En el momento que huían a través de los arboles y arbustos del pantano subyacente a la bodega en llamas, sin importarle el inclemente clima que había en la intemperie, ambos terminaron con varios raspones y cortaduras en rostro, brazos y torso por causa de las ramas secas y congeladas de los árboles y arbustos que cruzaban a su paso. Dejando también  varias cortaduras y rasgaduras en sus ropajes. Aquella vestimenta, de la mas fina calidad y que resaltaban el estatus social de ambos individuos, terminarían siendo un montón de harapos en cuestión de unos instantes.

Mientras esto acontecía, los gritos de "Ayuda" no se hicieron esperar, solo que el caos de la bodega ahogaba completamente los pedidos de ayuda de la mujer. 

Cuando la pareja llego a una distancia considerable de las llamas, terminaron por toparse con un pequeño claro en medio de aquel pantano, siendo el momento en el que el captor, en un intento de inmovilizar a la mujer,  la arrogo al suelo, pues no dejaba de gritar y patalear. Impidiéndole pensar que hacer a continuación.

—¡Cállate de una vez! — grito el hombre a la mujer que había tirado al suelo. —Más te vale callarte si no quieres que te mate en este momento. — amenazo mientras sostenía con su mano izquierda su revolver. Esto mientras miraba con rabia a la mujer. Ciertamente no estaba en sus cabales en ese momento.

Tras aquellos ojos carmesíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora