Maika.
Doblé la última remera de Byron, colocándola en su lugar del placard.
Ya estaba cansada, había sido un día muy agotador.
Llegamos a la ciudad de Monterrey a las 14:00pm, nos tomamos un taxi hasta el edificio donde quedaba nuestro departamento, y había estado el resto del día desempacando.
El depto era muy chico, tenía una habitación con baño incluido, un balcón, cocina, sala, baño y un patio pequeño.
Todo era muy diferente a Buenos Aires, apenas entendía el valor del peso acá, pero bueno, era lo que tocaba.
Me dí la vuelta, viendo a Byron dormir plácidamente con la boca semiabierta. Sonreí con ternura, era hermoso.
Me recosté a su lado, apagué la luz, y segundos después caí en un profundo sueño, junto a él.
[...]
—¿Y cómo es todo? ¿Se instalaron bien? —Sele, mi mejor amiga, hablaba al otro lado del teléfono.
—Todo muy lindo, aunque bueno, no vimos mucho, todavía no salimos, ayer estuve todo el día desempacando y arreglando algunos asuntos. Pero por lo poco que vimos es todo muy lindo la verdad.
—¿Y Byron cómo se lo tomó?
—Lloró mucho en el aeropuerto, pero ya cuando llegamos estuvo más contento viendo todo, le da mucha curiosidad todo.
—Me imagino mi amor. —rió. —Bueno Mai, te dejo, me tengo que ir a trabajar, después hablamos, te amo.
—Yo más Sele. Nos vemos. —Colgué.
Suspiré, sentándome en el sillón.
La verdad, que el depto haya venido amueblado, me había salvado, no sé qué haría si no tendría una cama o una cocina ahora.
—¿Qué te dijo la tía Sele ma? —Byron apareció a mi lado, con su auto de juguete en la mano.
—Nada, que cómo era todo acá. ¿Querés que vayamos a comprar algo para comer? Porque no hay nada.
—¡Sii! ¡Vamos a comprar! —reí por eso.
Tomé sus zapatillas y se las coloqué.
—Vamoss. —Salimos del departamento, dirigiendonos al ascensor.
Un rato después ya estábamos llegando al supermercado que había visto cuando veníamos con el taxi.
Entramos, y tomamos uno de los carritos.
Fuimos recorriendo pasillo por pasillo, sorprendiendonos con cada cosa nueva que veíamos.
Llevamos todo lo necesario que faltaba, y un par de golosinas obvio, porque no quería que Byron me haga un berrinche justo acá.
—Ma, mirá. —dijo, señalando unos Takis. —¿Podemos llevar uno? Porfis.
—Bueno dale, lo último eh, ya llevamos muchas golosinas nene.
—Si ma.
Nos pusimos en la fila para la caja.
Me sentía observada. Por lo que levanté la mirada, cruzandome con un chico que me miraba fijamente, el cuál estaba a unas dos personas adelante de nosotros en la fila.
Le veía cara conocida, pero tampoco había tanta casualidad de encontrarme con alguien del pasado al segundo día de llegar, ¿O no?
La fila avanzó, y avanzó, hasta que llegó nuestro turno.
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Reencuentros ·Ronny·
De TodoUn Reencuentro luego de años sin verse, sin saber nada del otro... ¿Quién diría que se les daría vuelta el mundo tan sólo con mirarse a los ojos?