Phillip

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Desde que me mudé a South Park me pareció un lugar muy agradable apezar del frío extremo me sentí cómodo el primer día, pero el primer día que inicie la escuela no se sintió como yo esperaba pero eso no me importo mucho, apezar de todas las burlas seguía pensando en que si soy amable con todos, ellos quedran ser mis amigos, seguía con la esperanza de que eso sucediera. Entonces conocí a tal persona tan interesante.

Era más alto que yo y tenía una piel mucho más pálida que la mía y unas facciones muy marcadas con una expresión de siempre estar enojado en su rostro, su cabello era oscuro como el cielo de noche pero lo que más me llamó la atención de él eran sus ojos extrañamente rojizos como la sangre.

De entre toda la multitud él fué el que más destacó para mí, en cuanto mis ojos se toparon con los suyos me acerqué para presentarme ante él, sin duda quería conocerlo.

—— Soy Damien. —— se presentó con una tonalidad sería y un poco ronca, me sorprendí un poco por el tono en el que hablaba, era simplemente inquietante pero también a la vez algo intrigante por así decirlo.

En el almuerzo lo lleve a dar un recorrido por la escuela solo para conocerlo y hablar un poco, en todo el recorrido no dijo casi nada y solo respondía con pequeños monosílabos. Quizás estaba nervioso de hablar y por eso no respondía a todo lo que decía.

Eso pensé.

—— Ven conmigo, durada solo un segundo. —— sentí la necesidad de seguirlo, no sabía exactamente que era lo que iba a hacer pero cuando fuimos al baño de hombres todo pasó muy rápido, no recuerdo que pasó después de eso por qué ya todo había dejado de tener luz.

Solo se volvió oscuridad.

Oía las risas y las burlas de un grupo de personas, abrí los ojos para ver qué era lo que pasaba y fue cuando ví que ya no estaba en el baño y mucho menos en el suelo. Estaba atado al mástil de la bandera afuera de la escuela, sin mí ropa solo conservando lo que era mi ropa interior que desgraciadamente no me ayudaba en nada ya que el frío era tanto afuera que juraba sentir que mis extremidades pronto se volverían hielo igual que mis lágrimas que no paraban de salir de mis ojos debido a la angustia y desesperación que sentía por tratar de aflojar la soga con mis brazos y piernas, pero me era muy inútil intentarlo sentí que mi cuerpo ya no podía más, tenía tanto miedo de no poder gritar y pedir ayuda por qué mi boca fue callada por un pedazo de cinta que apretaba de más mi mandíbula, no podía casi ni moverla y mi graganta ya se estaba cansando de solo soltar lamentos y llantos ahogados. Y a los pocos segundos sentí que ya no podía mover mis dedos y mucho menos mis manos y pies, estaban tan congelados que sentí que ya no los tenía más. Y justo en ese mismo momento es cuando siento algo golpear mi cara, algo blanco y bastante frío, cuando ví que la nieve resbaló de mi vista pude ver como me arrojaron otro y luego otro y otro y así, todos aquellos que me arrojaban bolas de nieve no paraban de simplemente reír ya que para ellos era gracioso ver a alguien que no sea ellos en una situación como esa, pero para mí no era divertido; las lágrimas antes congeladas volvieron a caer por mis ojos y resbalar por mis mejillas, simplemente no pude evitar eso estaba tan desesperado y muy confundido, ¿Porqué les causaba tanta risa? ¿Qué no ven que podría morir congelado si siguen así?

Solo me quedaban unos segundos más para cerrar los ojos y no volver a despertar, faltaba muy poco para que dejara de sentir hasta mi corazón palpitar, faltaba muy poco para morir.

Entonces fue como justo en ese acto en el que perdí toda esperanza de sobrevivir o que alguien notará que mi cuerpo dejará de moverse es cuando vinieron rápido los maestros por mí, logrando desatar la soga a tiempo y resguardarme adentro de la escuela.

Primero me cubrieron con una manta para después llevarme a dirección y hacerme varias preguntas a las cuales no podía responder por qué al igual que mi cuerpo mi voz era temblorosa y no se entendía bien lo que trataba de decir, solo podía asentir o negar con la cabeza. Entonces cuando me hicieron la pregunta de quién me había hecho eso pude hablar pero no supe que responder exactamente.

—— Dinos Phillip, ¿Quién fué te hizo eso? —— me preguntó el adulto que no paraba de mirarme con una cara de preocupación esperando una respuesta mía.

—— y-yo... n-n-no sé...

Había perdido la memoria en ese momento.

100 formas de torturar a alguien Donde viven las historias. Descúbrelo ahora