Parte cuatro

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Milk no podía parar de llorar, ya ni siquiera lograba ver bien, y los ruidos de afuera se estaban opacando gracias a sus propios sonidos. Se abrazó a sí misma, buscando una especie de consuelo, pues no podía ni quería llamar a nadie para pedir ayuda.

La carta acabó en el suelo, con algunas gotas húmedas en su superficie; junto a ella, los anteojos que habían caído del pálido rostro, cuando ésta rompió en llanto. Las demás cosas se mantenían regadas en la cama, mientras ella sentía como su corazón volvía a romperse.

Con la misma violencia que lo hizo, aquel trágico día en que encontró al amor de su vida sin pulso.

Se perdió tanto en ese océano de tristeza, que no se percató cuando su esposo entró a la habitación, usando la llave de ésta.

— ¡Milk ya basta! Baja ahora o juro que... — Khet detuvo su reclamo, cuando vio a su esposa con la cara oculta entre sus manos, emitiendo sonidos dolorosos — Hey... ¿Ocurre algo?

Y por un segundo, él sintió la necesidad de abrazarla, pues se veía a simple vista que Milk no estaba nada bien. Después de todo, era su pareja de toda la vida, y a pesar de su relación extraña, habían creado una pizca de empatía y cierto toque de cariño con el pasar del tiempo. No lo demostraban prácticamente nunca, pero ahí estaba ese sentimiento.

— Love... Se fue... — articuló entre sollozos, sin levantar la mirada — Me dejó sola...

— Milky, eso fue hace mucho... ¿Cómo fue que la recordaste? — cuestionó, cerrando la puerta tras de sí.

La pelinegra sólo pudo señalar los objetos que estaban en el colchón, y Khet vio la carta en el suelo; comprendió que su esposa había encontrado la caja de sus recuerdos, y había decidido abrirla. Cosa que no había pasado nunca, pues ella siempre la mantuvo cerrada y guardada, sin querer destaparla y sin dejar que alguien la tocara siquiera.

Se acercó hasta la cama, y se sentó a su lado.

Milk, por impulso, lo abrazó de inmediato, buscando un apoyo que ella misma no podía darse ya.

— Sé que siempre la extrañaste, y lo seguirás haciendo... — habló suavemente el castaño, correspondiendo la acción — Aunque no lo creas, lo comprendo Milky.

— Pensé que la había olvidado... — susurró Milk con la voz quebrada.

— Ella era tu verdadero amor, ¿no?... Y sabes... Incluso si tu mente trata de obligarte, nunca podrías olvidar por completo a una persona tan importante para ti — explicó él, acariciando la espalda contraria en un intento de calmarla.

— La amaba Khet... Y no pude salvarla... Ni a ella, ni a Nanon, tampoco a Ohm... — lo miró por fin — ¿Lo entiendes?... Todos se fueron frente a mis ojos, no pude evitar nada de lo que pasó... Y yo estuve ahí...

— Sí, lo sé — suspiró bajo — Pero ninguna de esas tragedias fue culpa tuya, y eso es algo que jamás has comprendido...

Khet la abrazó por un par de minutos, sin frenar sus pequeñas caricias; Milk poco a poco fue calmándose, en mínima cantidad, pero al menos logró regular su respiración y su vista mejoró.

Se separó de su esposo lentamente, cuando sintió que podía hacerlo, y suspiró profundamente con la mirada plantada en el suelo.

Él quería ayudarla, pues sin importar todo lo demás, tampoco estaba feliz de verla sufrir, y creyó tener una idea para que Milk pudiera desahogarse lo necesario, pues sabía que nunca podría llorar lo suficiente como para liberar sus emociones al cien.

— Milky, quizá podría ayudarte escribir... He visto que algunas personas logran sacar su dolor por medio de cartas, tal vez si haces una carta para Love, puedas reparar un poco tu conciencia — sugirió Khet, mirándolo con un aire triste.

— Y... ¿Qué podría decirle?... — la pelinegro respiró profundo.

— Podrías decirle tus sentimientos, contarle las cosas que has hecho, tal vez despedirte... Todo aquello que quisiste hablar de frente y no tuviste oportunidad de hacerlo — se levantó, y de un cajón sacó una pluma y un cuaderno pequeño.

— ¿Crees que me ayude? — Milk lo miró, y recogió los objetos que había dejado caer.

— Puedes intentarlo — el castaño le entregó ambas cosas — Les diré a los chicos que bajarás más tarde, dejaré que te tomes tu tiempo, ¿está bien?

— Gracias Khet... — susurró aún con dificultad, y él asintió.

Se fue de la habitación, dejándolo nuevamente solo con su mente.

Pensó que la idea de su esposo no sonaba tan mal, así que trataría de hacerlo.

Tal vez por eso le dolía tanto todavía... Porque los tres se habían despedido de ella, pero Milk no pudo hacer lo mismo.









Holaaaa. Han pasado 84 desde que actualicé aquí, la verdad es que no me había dado el tiempo de editar los capítulos ni de esta historia, ni de la que voy a públicar después de esta, pero ya andamos de nuevo aquí :)






DANI

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⏰ Última actualización: May 19 ⏰

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Hearts Break || MilkLoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora