Las Fiestas de Cratima

138 21 3
                                    


El templo de monstruos era demasiado inmenso para la comodidad de Eclipsa, ella intentaba hacer todo lo que estuviera en su poder para ignorar todo lo que sucedía en aquel lugar, las criaturas sudorosas que se frotaban las unas con las otras, las personas que bailaban en trajes de galas excéntricos y aquellos que simplemente se reunían como si fuera una simple comunión casual que ameritara un vino, sentados en la terraza.

Pero ver todo aquello junto en un mismo espacio le provocaba nauseas. Antes de considerar dejarla en cualquier lugar, Eclipsa transformó su varita en un alfiler para el cabello, se hizo un chongo desarreglado y lo atravesó con su varita ahora minimizada.

El joven Lucitor la tomó de la mano y la sacó hacia un pasillo que daba a unas escaleras a las afueras del castillo, a la princesa le costaba respirar, él buscó algo de agua fresca de una cascada artificial que Eclipsa reconoció como la fuente en la que había visto a Globgor la tarde en la que tuvo su mewbertad; estaba en el hogar de Globgor. El príncipe de los monstruos, en un festival del que le había comentado. No sabía que en Mewni aún había gente que le daba la espalda por momentos a su madre para ir a copular con monstruos y eso le generaba ansiedad.

Si su madre se enteraba de donde estaba, de lo que estaba viendo, de con quién estaba. Los pensamientos de Eclipsa se nublaron y sintió nauseas.

- Princesa, si quieres, podemos volver al palacio – Alec le susurró en el oído mientras la sostenía -. No sabía que te pondrías así, por favor discúlpame.

- ¿Qué haces tú aquí? – Eclipsa apenas había caído en cuenta, ¿Cómo era que Alec Lucitor sabía de este lugar? Y ¿por qué tenía un portal de fuego que lo trasladara ahí?

- Los Lucitor fuimos invitados de esta fiesta por siglos, aquí nos apareamos con otros como nosotros para evitar fugas de... - Eclipsa lo miraba sin entender- ya sabes, ira. Somos demonios después de todo, pensamos en un par de cosas al día sin poder evitarlo: devorar almas y destruir todo a nuestro paso. Devorar almas es nuestro trabajo, pero nuestro instinto tiene que ser contenido para convivir con los demás reinos. Así que es normal que vivamos iracundos, en especial los más jóvenes, pero cuando uno cumple cierta edad, las soluciones a la ira llegan solas.

- Entonces vienes a follar para que se te calme la ira, ¿no? – Eclipsa le sostenía la mirada con una expresión mareada - ¿Por qué me trajiste aquí?

- No creas que te traje para... contigo, no. – El sonrió mostrando sus dientes afilados – Te traje porque creí que querrías ver algo distinto además del rostro de Shastacan esta noche – ella bajó la mirada y él le sostuvo un hombro -, eres muy joven para él, mi padre me dijo que me había intentado prometer contigo, supongo que lo mismo habrán hecho los Johansen, los Ponyhead y los Fondo del Mar. Ja – él chico bufó por lo bajo con una carcajada irónica -, yo me había emocionado bastante cuando ocurrió el baile de la campanilla de plata, creí que nos casaríamos y estaba feliz por ello, eres magnífica, nos conocemos desde que éramos pequeños, es decir, hemos ido a ese baile desde que aprendimos a bailar, tendríamos 6 años tal vez, es fácil mirarte a los ojos y creí que podríamos congeniar bien en un matrimonio arreglado. – La sonrisa se desvaneció detrás de una expresión triste - Pero supongo que, para tu madre, los que tenían aspecto más "mewmano" eran la mejor opción; no es algo que me moleste, es solo que me gustaría no haber tenido que tener el compromiso de buscar una esposa lo suficientemente correcta ahora.

- Esa noche pensé que hubiera sido más fácil casarme contigo – Eclipsa confesó invocando el pensamiento que había tenido aquella noche durante el baile, respiró hondo y se puso de pie con la mirada más tranquila -, pero supongo que ahora no hay marcha atrás. Cuéntame, qué sueles hacer en estos festivales.

Un Eclipse Sobre la Corona | Eclipsa x Globgor (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora