4~ Zeal

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Un nuevo día se hacía presente y la tensión en los dos jóvenes era mayor.

Creían tener todo bajo control, pero ahora fue el tigre quién dio indicios extraños, debido a que no solo volvió a conseguirle alimento al chico, esta vez estaban recolectando algunas frutas, no eran su dieta principal como animales, pero como humanos eran más que necesarias para ellos.

El problema surgió por el alfa del tigre, el cual empezaba a perder la paciencia. ¿Por qué? Pues el azabache estaba en celo, era su primer celo y no sabían como sería, pero algo era claro y era qie su aroma era demasiado fuerte y atrayente.

Varios animalitos se acercaban pensando que era algún alimento diferente y se iban decepcionados al ver que solo era otro omega más en busca de pareja.

El chico pantera aun no sentía los cambios, estos se presentarían con los días, pero por ahora soltó su primer indicio... Un fuerte, dulce, pero a ojos del tigre, delicioso y excitante aroma a albaricoque.

Llegaron a lo que ahora era su refugio, solo para que al guardar lo recién conseguido el alfa empezará a dar un largo ronroneo de lo más profundo de su garganta.

Este de inmediato atrajo la atención del joven pantera y sobretodo la atención de su omega necesitado.

El de cabellos azules empezó a caminar al rededor del chico lentamente, rodeandolo una y otra vez y moviendo su cola lentamente, al ver que su cortejo fue incomprendido se arrodilló frente a él y dio una larga lamida en su cuello hasta su mandíbula.

Ni él sabía muy bien que estaba haciendo, su instinto estaba tomando el control, y este era un alfa necesitado de atención por tener tan cerca al chico y su fuerte aroma.

—¡¿Q-qué estás haciendo?! —; Preguntó bastante sorprendido el de ojos cielo para luego recibir otra lamida.

No sabía porque no lo alejaba, podía hacerlo perfectamente como la última vez que saco conclusiones erróneas y más ahora que obviamente no eran conclusiones, el tigre estaba buscando contacto.

No fue hasta que una mordida en su cuello le hizo reaccionar y lo pateó en la entrepierna, haciendo que rápidamente se hiciera bolita y bajará sus orejas molesto.

—¡No hagas eso, estúpido!

—Perdón...

—¡¿Qué mierda te pasa?

—Tu aroma... Me hace sentir demasiado provocado, perdón por eso.

—¿Mi aroma? Yo no siento ningún aroma viniendo de mi.

—Tu no lo sientes, idiota, pero todos los que estemos a tu al rededor si.

—Entiendo... ¿Estás bien?

—“Si... De maravilla” —; Respondiendo con claro sarcasmo, intento levantarse y se volvió a tirar al suelo. —Es la última vez que te alimento...

—Lo siento, pero era necesario para que me dejaras.

—Pues dejame decirte que si no dejas ese olorcito toda la selva vendrá por ti.

—Ni siquiera sabía que soltaba aroma, ¿Cómo quieres que lo oculte? —; Preguntó con cierta molestia el omega mientras mordía una de las frutas.

—“Yo qué se”, ustedes los del cautiverio tenían cosas como lociones o algo así ¿no?

—Por supuesto que no, eso sonó muy clasista de tu parte.

—Yo no recibí clases, tonto.

—... Ya no importa.

Finalmente el dolor paso y se levantó del suelo para empezar a limpiar su cola del lodo, no deseaban seguir hablando luego del incómodo momento, aunque de lo profundo de la garganta del alfa seguía sonando ese ronroneo qué lograba poner nervioso al joven.

Sin darse cuenta se dio lo inevitable, por algo habían sido reunidos y fue ahora un aroma que tomó de golpe al chico pantera.

Un aroma a menta que en vez de ser fuerte y que generará molestia, era agradable e incluso provocador.

El omega interior del chico azabache se sintió extremadamente provocado por el aroma del tigre, rogando por ahora ser ellos los que cortejaran al alfa, más su portador se negaba completamente a esto y más ahora que casi lo deja estéril de una patada.

El aroma aumentaba y notaba como ciertos animales pasaban con curiosidad por el área, la mayoría al notar que este era un humano o eso veían ya qué estaba transformado se alejaban inmediatamente y algo desilusionados, lo mismo con el joven omega.

No se dirigían la palabra, más sus instintos estaban seguros de su deseo, no fue hasta una oleada de calor del chico pantera qué este soltó un fuerte gruñido que llamó la atención de su compañero.

Lo necesitamos.

Rogaba el omega del de ojos celestes. Mientras su poseedor se sentía repugnado de empezar a sentirse tan dependiente de pronto, su cuerpo pedía atenciones y su omega la aprobación del contrario.

Tarde o temprano llegaría el momento de límite, los reunieron precisamente por esas fechas porque sabían que pasarían por su momento de más fertilidad.

—Timba~ —; Llamó y volvió a cubrir su boca, deseaba hablarle sobre su aroma, pero su omega se oponía a solo una conversación, deseaba al chico con toda su alma.

El tigre al escuchar aquel llamado en gemido volteó a ver rápidamente y levantando las orejas atento a lo siguiente qué fueran a decirle.

—¿Si? —; Cuestionó acercándose más, quedando a pocos centímetros de él.

—Tu... También estás soltando aroma —; Comentó hablando rápido para que no sonará tan excitado.

—A bueno, entonces será mejor tener cuidado... ¿Te afecta mucho? Sino podría ver que puedo hacer para reducirlo un poco.

—Yo... Se coml ayudarte con eso, pero... No me parece buena idea —; Habló y se dio cuenta que prácticamente se estaba ofreciendo a un encuentro, una mala broma de su instinto según él.

—Bien, entonces hagamoslo, será lo mejor para que mi aroma no llame tanto la atención, esta área es arriesgada.

El azabache suspiro con nerviosismo, ya no había vuelta atrás... Finalmente, el celo de ambos comenzaba.

los últimos {Trollimba}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora