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Liam Shadow

Andrew Myers y Wolf Harper tenían fama de buenos cantantes..., así como de rompecorazones. Al principio, me privé de conceptuar la controversia que originaban sus relaciones, su falta de tacto frente a una mujer y la forma en la que alardeaban de acostarse con cualquiera —de hecho, durante nuestros conciertos de promoción, había sabido que ellos se lo habían montado con bastantes más chicas de las imaginadas—; pero, después de un tiempo, y mientras esbozábamos las primeras expectativas de Black Treasure, había considerado mis opciones respecto a mantener cerrada la boca. Las insinuaciones sexuales de la canción me habían traído sin cuidado en las estrofas de mis compañeros, pero cuando me instaron a citar contenidos de cuestionabilidad lasciva y referencias a la supremacía masculina, les dejé muy claro que aquello no iba conmigo. Aquel día se habían atrevido a citar a Lady Shadow en medio de una discusión, aunque después de recriminarles su falta de tacto habían optado por no volver a mencionarla y consentir que yo escribiera un par de estrofas tal cual lo había hecho hasta la fecha: sugerencias sentimentales, pero nunca sexistas. Después de aquello, yo no puse en duda sus relaciones —si bien no coincidía en su estilo de vida—, ni ellos faltaron la mía, y hasta entonces nos habíamos llevado bien. El proyecto, la gira de publicación y las entrevistas nos habían acercado, y aunque mi estilo y el suyo trazaba sus límites, habíamos terminado respetando nuestras costumbres artísticas.

Aquel día, y después de despedirme de Amber, me reuní con ellos en la discográfica. Tras una charla intensa con los locutores de una reputada radio canadiense, Bryant nos proporcionó café y pastas durante el descanso, agenciando junto con los representantes de Another Way los proyectos que nos quedaban por atender. Entre ellos, se encontraba el rodaje del maldito videoclip. Lady Shadow no me había concedido una respuesta fija todavía, y mientras que esa conversación me quemaba los labios, mis compañeros se mostraban exultantes con la afirmación que ella no me había justificado hasta la fecha. Por ello, cuando les confesé a Myers y Harper que mi novia todavía meditaba al respecto, observé que aquello solo les confería una condición de lo más porfiada y ávida. Fue una casualidad sorprendente que Russell apareciera en la sala que había dejado vacía hacía un rato con mi teléfono en la mano y el nombre de Lady en los labios. Parecía que ella misma hubiera discernido desde la distancia de que habíamos estado formulando su nombre.

—Te está llamando tu novia, Shadow.

—¿Qué quiere? —pregunté, advirtiendo que Harper y Myers me observaban con interés.

—Hablar contigo —obvió sarcástico.

Puse los ojos en blanco antes de tomar el teléfono.

—¿Shawty?

—Oh, bien. Bryant me había dicho que a lo mejor te pillaba en mal momento —casi me la pude imaginar sonriendo—. Solo quería avisarte de que ya he acabado de arreglar el papeleo, y he conocido a mi nuevo editor. Axel se encargará del resto de tramitación, así como de conseguirme un representante; dice que antes de que finalice la semana próxima ya habrá alguien trabajando para mí.

—Genial. ¿Qué harás ahora?

—Tenía pensado llamar a Klauss para que venga a recogerme, porque hay alguien que no me permite todavía conducir su coche —enunció, y yo puse los ojos en blanco al tiempo que reprimía una carcajada burlona.

—En cuestión de media hora saldré por ti, la reunión terminó hace un rato. ¿Por qué no te tomas un café por ahí o asaltas una tienda en lo que llego? Después podríamos ir a casa y adelantar algo de trabajo, si realmente aún te quedan ganas de hacerlo.

—Honestamente, no me apetece una mierda.

—Era una idea. —Me encogí de hombros—. Le dije a mi padre que nos pasaríamos por Beverly Hills esta tarde; se enteró de que volviste y está impaciente por volver a verte. Me figuro que también está interesado en presentarte a la vecina, esa que te mencioné hace meses. Está pillado por ella.

Broken Chord (3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora