vendas de azucar

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Luego de aquella incómoda escena, Albert se dispuso a pensar en que hacer para que su amada de ojos esmeralda no sintiera pena por lo sucedido. Aunque si, lo tomo desprevenido y se arriesgo mucho, debía de admitir que él era un mero cobarde ¿cómo era posible?

George, ¿soy un cobarde? -cuestiono por tercera vez mientras iban al pueblo para comprar cuánto dulce gustará y adoraba Candy-

Eh... No mi señor... -susurro-

Vamos, George, se sincero! -cuestiono la respuesta-

Bueno, si, es un cobarde! Un cobarde muy grande señor! ¿Cómo se le ocurre? -Albert se sorprendió, George actuaba como un padre y una madre en pleno sermón. Lo estaba sermoneando, y eso no sucedía hace más de 9 años- Yo siempre junto a los que lo educaron, le enseñamos a qué eso no se hacía y más cuando la dama le gusta!

Pero George... -bajo la cabeza como un niño regañado-

Nada de peros! Es la joven que tanto ama! No estamos hablando de una simple muchacha que se le abalanzó como una fiera! -detuvo el vehicular frente a la gran pastelería del pueblo- Va a tener que curar esa pena que la joven Candy tiene ahora!

Si George... -musito y bajo del auto. Compro una cantidad tan grande que los asientos de atrás tenían las cajas de dulces hasta la parte de las ventanitas. George, al ver al extremo que llegó, se sobó la cabeza y tomo aire, este minuto le estaba causando una jaqueca de esas que no le daban hace años con Albert- ....ya compré

Si, señor, note que compro la pastelería entera -suspiro-

También le llevo a los niños y te traje tus croissant -le dió una sonrisa sorprendiendo al francés. Esa pastelería era muy costosa, muy pocas veces el se daba el lujo de probar y recordar aquel manjar que tanto gusto comer en su país.











Bien, tengo un plan chicos -archie junto a todos los niños del hogar de pony, y de forma secreta, crearían un accidente en el rio como el que tuvo Candy cuando Albert la rescató y se vieron por "primera vez"- Jimmy, tu serás el que guíe a Candy al bote y le dirás que espere ahí, que le tienes una sorpresa

¿Y que ganaré señor Archie? -sonrío con malicia-

Que no le digamos a Candy que ayer te orinaste en la cama -susurro Patty causando que el pequeño niño asintiera rápidamente. Si su jefa se enteraba de eso, no le daría los pasteles del día como prometio- Bien, acordado el premio, manos a la obra!

Espera! Pero ¿cómo le avisaremos al señor Albert? -Annie miro a todos, algunos niños se miraron confusos, pues el plan estaba incompleto-

Ya se! Ya se! -Una pequeña ade cabello castaño salto llamando la atención del trío de adultos- Que uno de nosotros vaya a buscarlo al camino! Digamos que Candy se perdió y que debe buscarla!

No es mala idea -susurro Archie- ¿pero irá sola?

Vamos 3 y los demás que hagan el plan! -comento otro pequeño, está vez, de cabello colorín-

Muy bien, manos a la obra! -todos celebraron en voz baja y marcharon al río para empezar el plan. Los tres pequeños que irían a buscar al rubio mayor emprendieron camino y Jimmy tocó la puerta de su jefa-

Jefa! Jefa Candy! -toco rápidamente siendo atendido por la rubia- Le tengo una sorpresa!

No estoy de ánimo Jimmy... -musito-

Un último Waltz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora