Del blanco al negro

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Puedo sentir el olor a rosas aún, siento su brillo, su textura, su aroma y veo de reojo sus colores. Las rosas de mi hermana, las Rosas de mi sobrino Anthony, el Rosedal de Lakewood o mejor conocido como el portal de las rosas. Si, sonaba mejor así ahora que lo pensaba... Pero la pregunta era ¿Como había llegado aquí?

Sentía una brisa cálida en mi rostro, el suave césped acariciar mi cuerpo y el sol dar en mi rostro. Tenía la sensación de estar acostado en la tierra, no me era una sensación desagradable, es más, me sentia a gusto con ello, peor no entendía que hacía ahí.

Ya era hora, William... -La voz de la mujer mayor lo dejo en sorpresa. Era la tía abuela! ¿Que hacia ella aquí? Ella estaba muerta- ¿Te quedarás ahí todo el día?

¿Tía abuela? -se sentó y vio la sonrisa de la difunta frente a el. Ya no tenía esa mirada de anciana cruel- pero...

Bueno, llegaste aquí -contesto- Esos muchacho, ay! Cuanto me arrepiento de haberles seguido el juego tantos años...

¿de que hablas tía? ¿donde estamos? -se puso de pie-

Bueno, pensé que era obvio, William... -Miro el lugar- Estamos en el Rosedal...

Pero se ve diferente... -lo observo también, parecía estar en un paraiso. Parecía irreal- ¿Porque?

.... William, ¿aún no lo ves? -confusa se acerco-

Albert! -Un joven de lentes apareció desde una luz atrás de su tía, empezó a verse como una sombra que corría hacia ellos hasta que cobró la forma que al nombrado impresionó. No...no podía ser verdad- Mirate! Jamás pensé que tú y Candy terminarían juntos

...Stear... -susurro con una exhalación de sorpresa- pero tú...

¿ah? ¿Que pasa? -se acomodo los lentes-

Ustedes están muertos -aun no se daba cuenta de la situación-

Por supuesto... -stear se puso a reír y la tía abuela lo miro seria. El muchacho se aclaró la garganta y miro a su tio- Bueno... Tú también

¿Que?! -grito- no, no es imposible! Después de un año veo a candy y yo... No puedo morir!

...te dispararon más de 3 veces -Comento- es imposible que sigas con vida...

No... -albert se miro, no veía nada-

Aquí no notarás nada, solo mira hacia atrás -el trio miro a la espalda del rubio, quien al voltearse, se vio con sangre en la boca y el cuerpo con agujeros en varios lados, dos en el pecho y eso ya no era bueno. Coloco una mano donde correspondía cada herida...no dolian- tranquilo...aquí ya no sientes dolor

No puedo dejar a Candy... -los miro- por favor

William..no podemos hacer nada, ya estás casi aquí -la tía abuela lo miro- talvez....puedas despedirte, pero nada más

Por favor, debe haber otra manera -tenia ganas de llorar. No creyó jamás que así sería su final- se los ruego...

Dejen que vaya a despedirse... -la dulce voz de una mujer lo saco de su agonía para así, ver a su hermana junto a sus padres y su sobrino- Mirate Albert... Te pareces tanto a tu padre

Hermana -tenia ganas de llorar, hace tanto que no la veia- Rossemary...

Hola Albert -se acerco y lo abrazo fuerte dejando que el joven se pudiera desahogar- Veo que te fuiste sin saberlo...

No puedo irme, mi esposa me está esperando -sollozo suplicante-

Albert, escucha... Ya no hay vuelta atrás, talvez puedas despedirte, pero no hay caso de tu salvación. Te dispararon...¿Entiendes? -lo miro- Esos niños hicieron de las suyas

Un último Waltz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora