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  Nada más poner un pie en la tierra sentí un mal presentimiento. Pero tenía que ser positiva.

Por una vez que sentía que esto podía salir bien no iba a dejar que ese sentimiento de felicidad se esfumara tan pronto.

Seguí las pisadas de alguien que seguramente fuese Leko y corrí sin parar. Los pensamientos de Eden o incluso Leko heridos o ... muertos me producían arcadas y un gran dolor en el pecho.

Mientras corría hacía una colina ,oí un chillido.

Me giré para intentar ver de donde venía el chillido.

No ví nada pero me había parecido que provenía de la colina siguiente al pino que tanto observaba cada día cuando paseaba con Bingo.

Ese que me recordaba a los días donde despertaba en casa, donde tenía una familia y lo primero que hacía era abrir las ventanas para disfrutar de las vistas de mi ciudad.

Luego me hacía mi café con canela y me vestía para coger el bus y ir a clase.

Esos recuerdos fluían en mi mente como agua que baja por un arroyo y no cesan.

Sacudí la cabeza y me acerqué cuidadosamente a la colina.

Nada más dar uno paso me quedé parada contemplando la situación.

Eden estaba en el suelo, herido. A su lado estaba Leko intentando detener la hemorragia, mientras le susurraba a Eden que todo iba a estar bien.

No sabía que pasaba pero veía mucha sangre, y de repente la mente se me nubló y dejé de oír ningún sonido.

Leko se dió la vuelta cuando me oyó soltar una bocanada de aire por el susto.

Ví que Leko movía los labios desesperada por la ayuda.

No consiguía entenderla. No oía. Nada.

Al ver que no reaccionaba, Leko empezó a zarandearme muy bruscamente.

Y otra vez movío los labios sin resultado .

Pasaron unos segundos cuando algo dentro de mí tiraba hacia ellos, me decía que despiertara

Transcurren más segundos cuando pasó lo mismo.

Mi mente empezó a moverse y mandó señales a mi cuerpo que las interpretó cuando de pronto moví una pierna y luego la otra.

Dí unos pasos y ví algo que mi campo de visión antes no veía.

Eden, el cual estaba tumbado en el regazo de Leko me miraba de una manera que me hacía sentir agujeros dentro de mi estómago.

Respiré, esta vez mucho más fuerte y seguido.

Y lo entiendí, me pedía ayuda

Un segundo.

Dos.

Tres.

- ¡Ren! ¡Por favor!

Y lo oí.

Me giré hacía Leko que ya no sabía que hacer .

- Sí. - Volví a la normalidad llevándome una mano al pecho para relajar la respiración.

- Gracias a Dios. ¡Ayúdame a llevarlo a casa!

Y así entre las dos, llegamos a la cabaña lo más rápido que pudimos, esperando que no fuera tarde.

Leko abrió la puerta de la cabaña con una patada cuando vemos a Nayti sentada en el suelo con la espalda apoyada en la pared con las manos sobre su cara.

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⏰ Última actualización: Aug 08, 2023 ⏰

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