Prólogo: Solo quería ayudar

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Rin

El sonido de las hojas secas y las ramas bajo sus pies era todo lo que podía oír mientras corría por el bosque en un intento de atraer al demonio qué debían exorcizar.

Los pensamientos del pelinegro se dejaron llevar un poco recordando lo que había sucedido hace solo unas horas atrás.

Habían sido mandados llamar por Mephisto, quien les asignó una misión de exorcizar un demonio qué se aparecía en la montaña, según el mapa el pueblo más cercano estaba a dos o tres días a pie.

Ese día Rin se levantó temprano para preparar la comida del viaje, no quería que sus compañeros pasaran hambre durante la misión.

Cuando llegaron a la montaña y entraron a la cueva donde se decía debían sellar al demonio fueron atacados por los pequeños espíritus de los árboles que aunque no eran demasiado fuertes en manada se volvían molestos.

Tal vez en ese lugar fue donde Rin cometió el primer error, él pensó que con su fuego podía quemarlos a todos de golpe y que así los demás pudieran ahorrar fuerzas para más adelante.

Todos los pequeños espíritus cayeron rostizados al suelo, Rin sonrió esperando una felicitación de su hermano.

"¿Es que eres tonto?" exclamó Yukio sin esperar una respuesta "Con el fuego puedes atraer a más demonios, ¡Nunca piensas en las consecuencias!"

Rin chasqueó la lengua, pero lo analizó un segundo, su hermano tenía razón, pudo haber despertado más demonios de los que mató con sus llamas, así que prefirió quedarse callado y seguir caminando detrás de su hermano, quien iba a la delantera.

Cuando llegaron al fondo de la cueva se encontraron con un demonio comiendo, alrededor había huesos humanos y de animales.

Yukio hizo una seña de silencio y les advirtió qué tuvieran cuidado con no pisar los huesos.

Rin caminó sigilosamente poniendo los pies justo donde antes habían estado los de su hermano, pero alguien fue descuidado.

Rin pudo escuchar detrás de él un ruido de huesos rompiéndose, la criatura también lo escuchó.

La velocidad con la que el demonio volteó fue tal qué de las balas de Yukio solo una alcanzó a dar en el blanco mientras que las otras se perdían en el fondo de la cueva.

El Okumura mayor desenvainó su espada y esta chocó con las garras del demonio, el fuego azul atrajo la atención del monstruo y se enfrascó en una pelea con el pelinegro qué repelia todos sus ataques e intentaba asestar los suyos propios.

Cuando la bestia, segura de que no podría ganar contra el hijo del rey de los demonios, huyó por la cueva Rin optó por perseguirlo no muy consciente de que afuera no habría nadie a quien ese demonio pudiera lastimar.

"¡Vuelve aquí Rin!" la voz de Yukio hizo eco en la cueva y llegó hasta los oídos de su hermano, pero él pensó que podría manejarlo solo y siguió adelante

Y era así como había llegado hasta donde estaba, corriendo como loco mientras perseguía a un demonio de piel grisácea y mucho ojos en la cara.

El pelinegro se impulsó con el fuego azul y dio un salto cayendo sobre la espalda del demonio qué cuando se percató de esto se detuvo abruptamente haciendo que Rin casi saliera volando.

El demonio se tiró sobre su espalda con tal fuerza que Rin soltó un gritó al sentir como algunos de sus huesos se rompían debido a la presión.

Mientras el demonio se restregaba contra el suelo Rin escaló por su endurecida piel y clavó su espada en el pecho de la bestia, qué antes de morir dejó escapar un aterrador rugido qué seguro resonó por toda la montaña.

Rin se tiró al piso y dejó qué los poderes curativos qué tenía hicieran su trabajo.

"Vaya qué duele" dijo al aire

De la nada detrás de él apareció una fuerte presencia, era como la del monstruo qué acababa de matar pero mucho más terrorífica.

Para cuando Rin volteó el demonio ya lo tenía entre sus garras apretando su cabeza tanto que un punzante dolor le recorrió todo el cuerpo, las garras de ese demonio no eran algo con lo que bromear.

"¡Suéltame!" exclamó el pelinegro aún sabiendo que la criatura probablemente no lo entendería

Rin tomo su espada y juntando toda la fuerza en sus brazos la alzó clavándola en el brazo de la bestia, qué gritó y soltó al muchacho.

El pelinegro cayó al suelo de espaldas y un fuerte mareó lo atacó, pudo mantenerse de pie para recibir el golpe del demonio, pero este lo sacó volando a varios metros.

El demonio no dejó recuperarse al pelinegro cuando volvió a atacar, saltó desde su lugar y cuando aterrizó una de sus patas aplastó la pierna izquierda del pelinegro destrozándola en el proceso.

Rin dejó escapar un gritó qué vino desde lo más profundo de su garganta, el dolor no lo dejaba pensar bien. De la nada la atención del demonio se dirigió a un lugar lejano, Rin pudo sentir la presencia de otro espíritu de más alto nivel, incluso creyó alcanzar a ver el rojo fuego extendiéndose a lo lejos, no podía estar seguro, en estos momento tenía algo más importante con lo que lidiar.

Con la distracción provocada en el demonio Rin tomó su espada y dejó qué sus llamas recorrieran toda la hoja para acumularse en la punta. En el momento en que clavó el arma en la pata del demonio se provocó una explosión y otra y otra más.

Rin solo pudo recostarse en el pasto viendo al cielo cuando el demonio huyó y lo dejó tendido en el suelo compadeciéndose de sí mismo y con su dolor.

Rin se tapó la cara con uno de sus brazos y suspiró.

Vaya día.

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. Espero que les haya gustado

Nota: En realidad es la primera vez que escribo algo de Ao no exorcist, pero después de leer el manga no pude evitar dejar que mi imaginación volara y la inspiración de escribir algo llegó de la nada, así que aquí me tienen.

*Prometo que los capítulos qué siguen serán más largos, pero es el prólogo y hay que empezar con algo pequeño. 

Han sido 1031 palabras

Un destello en la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora