Hija de la Mafia Jenlisa - Chaesoo

Capítulo XI. La caída de la madrina

Las cuatro familias habían llegado a mi casa, no me sentía para nada lista, sobre todo después de lo que pasó en la última reunión.

- Queremos presentar nuestros respetos – decían.

- Gracias – dije seria

- Suponemos que asumirás el mandato de la organización – dijo el jefe de la familia Saelí.

- Sí, lo asumiré – Jennie apretó mi mano.

- Lalisa, sabes que te apoyamos – decía mi amigo Hang

- Lo sé y lo agradezco – le brindé una pequeña sonrisa.

- ¿Podemos reunirnos a solas? – habló Kasu.

- Lo que tengan que decir lo pueden hacer frente a mi prometida – los ojos de todos parecían huevos estrellados.

- ¿Prometida? ¿Te vas a casar? – decía Kuck.

- Sí.

Mi padre no tenía ni una semana de haber muerto y ellos querían discutir los mismos temas, al parecer no les iba bien por su cuenta, ya que mi padre era quien poseía la totalidad de las empresas que servían para lavar dinero. Yo me negué a tocar el tema y la reunión acabo.

Jennie debía volver a Seúl, ya lo había pospuesto bastante y yo no quería que tuviera más problemas. Había expuesto a Jennie frente a las familias y eso me preocupaba mucho, mi padre me había hablado de los tiempos difíciles y yo no podía permitir que nadie la tocara. Así que decidí dividir mi seguridad para que estuvieran con ella y también envié para Jisoo y Rosé.

Los días pasaron entre poner en orden los asuntos no visibles de la organización y los asuntos visibles de mi padre. Él había dejado todo a mi nombre con excepción de la casa principal que la dejo a mi madre.

- Debo ir a reunirme con el abogado madre – tenía días que no salía de casa y aproveché que él me indicó no podía venir, por lo que mi madre estuvo de acuerdo.

En el camino vi que en el auto donde íbamos comenzó a acelerar y decían que nos estaban siguiendo, hasta que unos vehículos nos rodearon y comenzaron a disparar en plena autopista. La adrenalina no me dejó sentir miedo, solo pensaba en que no volvería a ver a mis cuatro mujeres, mi madre, Jennie, Jisoo y Rosé. Sentí el impacto del vehículo y luego nada, silencio absoluto.

- ¿Dónde estoy? ¿Qué pasó? – mi madre estaba a mi lado, llorando.

- Estás bien – intenté mover los brazos para tocarme, sentía balas en mi cuerpo, pero me dolió hacerlo – ya tienes un yeso, en el impacto te fracturaste el brazo, pero no fue de gravedad.

- Por favor no le digas a Jennie ni a las chicas – No quería a nadie allí. Ya había comenzado lo peligroso.

- Aunque nos quisiera, ella ya lo sabe, las chicas también. Todo el país lo sabe, les aseguré que estabas bien, tus amigas están muy preocupadas, Jennie vendrá apenas pueda salir de China. Jisoo viaja mañana.

- No, llámalas y diles que yo voy a Seúl, no quiero que vengan aquí – temía por su seguridad.

Esperé a que me dieran el alta y decidí viajar sin esperar más nada, lo hice sin mi seguridad para no llamar la atención, eso sería un grave error. Necesitaba ver primero a Jisoo, luego a Rosé y por fin ver a Jennie.

- ¿Cómo te sientes Lisa? Yo no lo podía creer cuando vi las noticias – Jisoo me abrazó como si me fuera a romper.

- Estoy bien hermosa, de verdad estoy bien. – dije brindándole una sonrisa. – He venido porque eres mi mejor amiga y sabes que te amo y agradezco todo lo que has hecho por mí en todos estos años, sé que no ha sido fácil – no pude evitar que mi voz se quebrara – y no quisiera ponerte en esta situación - le di un sobre – este es mi testamento, mi madre, Jennie, tú y Rosé son las beneficiarias. Todo está arreglado para que no haya ningún tipo de problema.