Adriana acababa de comenzar su último año de secundaria, y estaba pasando unos días bastante difíciles. La razón de esto era que le había atraído un nuevo alumno, pero no tenía idea de cómo abordarle. Un día, Adriana estaba en la biblioteca, intentando estudiar, cuando vio que ese chico estaba en la misma estantería que ella. Mientras Adriana miraba a Enzo, este se dio la vuelta, y ambos se encontraron la mirada. Adriana sintió que se sonrojaba, y bajó la vista, pero sin darse cuenta, Enzo también estaba sonrojado. El momento se hizo incómodo, y ambos se alejaron. Pero aquella interacción cambiaría la vida de Adriana para siempre y ella no lo sabría hasta a través de los años. Días después de eso, Adriana no paraba de pensar en Enzo. Se preguntaba por qué se había sonrojado tanto al verlo, y estaba fascinada por saber más sobre él. No le era fácil acercarse a Enzo, porque este no parecía ser muy sociable. Pero Adriana no podía evitar sentirse intrigada por él. Era un chico atractivo y misterioso
La siguiente vez que Adriana lo vio, era en el salón de clase. Estaba sentado solo en una mesa, mientras escribía algo en su cuaderno. Ella no se atrevía a acercarse, pero quería hacerlo. Mientras estaba en la clase, se volvió a sonrojar al pensar en él, y no podía concentrarse en lo que estaba aprendiendo, ya que en su mente solo estaba esa preciosa sonrisa. Mientras iba a la cafetería, Más tarde después de las primeras clases Adriana le vio de nuevo a Enzo. Esta vez estaba hablando con unos amigos, y aunque no sonreía, parecía estar relajado y a gusto. Adriana se sentó a una mesa cerca de ellos y procuró mirar de reojo a Enzo, a ver si podía escuchar algo de la conversación ya que parecía interesante y se quería enterar. Mientras Adriana estaba intentando escuchar, uno de los amigos de Enzo se acercó a su mesa. Era un chico alto, con gafas y una actitud tranquila y un poco despreocupada. Le preguntó a Adriana si podía sentarse en la silla frente a ella. Adriana, nerviosa y sonrojada, asintió y el chico se sentó y le sonrió.
-Hola. Soy Leandro, dijo él sonriendo
-Encantada, Soy Adrianarespondió ella . Leandro sonrió y le preguntó si estaba disfrutando de la escuela. Adriana respondió que sí, y empezaron a hablar de las clases, los profesores y los libros. Adriana se sentía aún un poco incómoda, pero estaba impresionada por la facilidad con la que Leandro podía conversar y hacerse amigo de las personas, admiraba esa personalidad y ese carácter.
Leandro y Adriana seguían hablando, cuando de repente, escucharon una voz atrás de ellos.
-¿Estás hablando con mi amigo?dijo Enzo ,con una sonrisa en su rostro.
-Sí, estábamos hablando de... empezó a decir Adriana, pero Enzo la interrumpió, diciendo:
-No te preocupes, no te he dicho nada malo.Adriana sonrió y sintió algo de alivio al saber que Enzo no estaba molesto con ella.
-Así que eres amigo de Leandro , dijo, mientras lo miraba.
-Sí, llevamos años siendo amigos, respondió Enzo.
-Me alegro. Parece una persona muy agradable, dijo Adriana.
-Sí, es un amigo muy bueno, respondió Enzo.-Así que, ¿qué te gusta hacer cuando no estás en la escuela?, preguntó Enzo. Adriana se quedó pensando unos instantes.
-Pues, leer y dibujar , respondió.
-No soy el mayor fan de esos hobbies pero están bien, dijo Enzo con la mirada perdida . Adriana sonrió un poco y le miro.
-Y escribes libros?, preguntó Enzo. "
-Sí, a veces cuando me aburro escribo novelas cortas, dijo Adriana.
-Suena como si escribirás siempre ., dijo Enzo, _¿Cómo descubriste que te gustaba escribir ? Volvió a decir-Me gustaba cuando mi madre me leía libros de pequeña y los escribía ella. Era como si estuvieran transportándome a otro mundo
-Cuando oía su voz, sentía muchas emociones. Era como si los libros tuvieran poderes mágicos para mí. Cuando comencé a escribir , descubrí que podía recrear esas emociones y sentimientos en mí misma. Dijo Adriana-Debe ser muy satisfactorio poder sentir ese nivel de conexión con los libros, dijo Enzo,
-¿Qué edad tenías cuando empezaste a leer?
-Era una niña pequeña, tenía unos 6 años, dijo Adriana,Toco el timbre y tuvieron que ir a clase de matemáticas, el almuerzo ya se había acabado. El profesor está dando clase sobre algo que tiene que ver con fracciones. El profesor parece un poco aburrido y la clase, aún más. A Adriana le cuesta mucho estar concentrada, porque está preocupada por el examen de matemáticas del día siguiente que iba a ser muy difícil. Mientras tanto, Enzo está totalmente lejos del mundo de la clase. Está mirando al cielo a través de la ventana, pensando en cómo estará su perro. De repente, el profesor llama a Enzo.
-¡Señor Martínez!
Enzo levanta la cabeza, sorprendido y turbado, y mira al profesor con una cara de incredulidad.
-Está claro que no estaba prestando atención en clase! -¡Señor Martínez, está usted en mi clase! Y estoy hablando con usted. Dijo el profesor.
Todo el salón intenta reírse, pero la cara seria de Enzo provoca que nadie se ría, si no la gente sabía las consecuencias, ya que él tenía una personalidad dominante y todas las clases cercanas le temían
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•No debí haberte conocido •
Roman d'amourel amor llegara a ser tan bonito como en las películas?