"Primera norma; Solo yo puedo tocarte. Ni siquiera tú. Tu cuerpo me pertenece, soy dueño de ti, y ahora eres mío. Jodidamente mío."
Su corazón se encontraba a varios latidos de explotar. Sentía rozaduras aprisionándole las muñecas, postrándolo en aquella cama de algodón que tan suave se volvía ante su tacto. Su cuerpo estaba desnudo, y sus ojos, tapados.
Aquella voz ronca y oscura lo perseguía sin cansancio. Retumbando en la sordez de aquella inmensa habitación, clavándose en lo más profundo de sus entrañas hasta estremecer el último centímetro de su piel.
—Dentro de veinticuatro horas, decidirás si tu futuro se verá transcrito en esta mansión junto a mí, o si prefieres continuar en otra parte. Hasta entonces, destrozaré tu cuerpo como a una jodida mierda. Te llevaré a los límites que aún no has experimentado, retorceré tus entrañas y no descansaré hasta que la última gota de tu más preciado elixir se desprenda de ti. Pienso saciarte hasta dejarte sin respiración, y explotar tus sentidos hasta que la desesperación y el dolor ante tanto placer te haga suplicarme un acto de piedad.
El pequeño chico no hizo más que tragar saliva. En un mundo donde esclavos como él eran vendidos a los más peligrosos mafiosos habidos y por haber, ahora le había tocado a él caer en las fauces del peor. Y no sabía como sentirse al respecto.
Toda su vida había sido un esclavo, por decisión propia. Sentirse un sumiso, saber que sus deseos pueden ser concendidos por hombres mayores que se desviven por complacerlo. Convertirse en la puta de todo aquel que esté dispuesto a cuidarlo como a única cosa en el mundo. Amaba aquello, y no lo cambiaría por nada del mundo.
Pero ahora, sentía que había propasado una línea que lo alejaba de la seguridad y el cuidado. Ahora nadaba en aguas peligrosas, pues se había mezclado con quien quizá, no tendría que haberlo hecho nunca. Y lo peor, o lo mejor, era que ya era tarde para volver atrás.
—Te dirigirás a mí como "papi" o "señor", y obedecerás toda y cada una de mis órdenes. A no ser, por supuesto, que quieras experimentar el más cruel de los castigos.
Su cuerpo se retorció cuando sintió la áspera yema de su dedo índice trazar un corto recorrido, rodeando su cintura hasta llegar a su pezón ahora erecto. Sin embargo, retiró el dedo antes de llegar a él, haciéndolo suspirar.
—Tendrás acceso a cada rincón de esta mansión. Mientras estés aquí, es tuya también. Pero te aseguro, bebé, que como te vea hablando con alguno de mis trabajadores o alguien que no sea yo, destrozaré ese precioso culo hasta que sentarte sea lo último que quieras hacer al final del día. Hasta aquí las normas. ¿Entendiste?
Louis se vio obligado a tragar saliva antes de contestar, en un intento inútil por aclarar su voz.
—Sí, papi.
—Bien.
Varios segundos de silencio lo golpearon como a un saco de boxeo que acabó doliéndole en lo más profundo de su ser. Sintiéndose vulnerable, indefenso cual presa ante su mayor depredador. Sabiendo que, en aquel preciso momento, podría cumplir con él su más puro antojo sin consecuencia alguna.
Su respiración se agitó cuando sintió un peso recaer sobre su pecho, y entreabrió los labios cuando una presión en ellos lo hizo sonreír con picardía.
—Ahora, cariño, quiero que te comas mi polla como si fueras un jodido muerto de hambre.
No le dio tiempo de asentir con la cabeza, pues su boca se llenó de aquel miembro que le dificultó la respiración durante unos segundos. Tosió cuando se la sacó, pero volvió a introducírsela sin darle mucha tregua.
Sus mejillas se enrojecieron ante la falta de aire, pero succionó y chupó como tan bien sabía hacer. Acogiéndola en su boca, ofreciéndole esa calidez que tan loco volvería hasta al más cuerdo jamás visto en la faz de la tierra.
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24 Horas
FanfictionDonde un sumiso dispone de 24 horas para decidir si quiere quedarse con su nuevo señor, uno de los narcotraficantes más peligrosos del país. Harry le advierte; "(...) Pienso saciarte hasta dejarte sin respiración, y explotar tus sentidos hasta que l...