I - La reunión familiar

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Mis piernas dolían por la fuerza en la que me encontraba corriendo por todos los pisos del edificio, estaba llegando más de treinta minutos tarde al departamento de mis tíos, en el cual se haría aquella estúpida reunión familiar en la que se hablaría sobre mi comportamiento. Esto estaba yendo mal.

Respiré hondo cuando estuve en frente de la puerta del departamento de mis tíos y me preparé mentalmente para tocarla, así como también perder la dignidad. En menos de un minuto, ésta se abrió revelando a un hombre calvo mirándome con el ceño fruncido, su cara estaba notablemente irritada por mi mala costumbre de llegar casi siempre tarde a las reuniones familiares. Le di una sonrisa tímida intentando ocultar la vergüenza que me comenzaba a invadir.

-Catalina - Pronunció firme, intentando intimidarme con sus ojos sobre mí -. Dime, ¿cuál es tu excusa esta ocasión?

-Estaba con los chicos -. Confesé antes de que pudiese evitarlo.

Apreté mi mandíbula y me golpeé mentalmente por aquellas palabras que anteriormente había dicho y, lamentablemente, ya no podía volver atrás. Tal vez no debí decir eso. Tal vez debí mentir y no decir la verdad.

Para los que aún no se hayan percatado, la reunión familiar se iba a realizar sobre mi comportamiento por una simple y para mi punto vista, estúpida razón. Según mis padres "me relaciono mucho con los vecinos, y eso no es digno de una señorita."

¿Qué tiene de malo socializar con la gente? Digo, son mis vecinos, los veo literalmente todos los días, no pasa nada si tengo un buen vínculo con ellos, ni que me fuera a enamorar de alguno de ellos, yo no los veo así, yo los veo como mis mejores amigos.

-Bien - Me sonrió con sorna -. Espero y para la próxima no se repita.

Por un segundo pensé que me dejaría pasar, pero no fue así. El hombre se metió de nuevo a su departamento y solamente me dedicó una agitación de mano por parte suya.

-Tio...- Intenté hablar.

Aunque entre sus planes, no estaba el escucharme, escuché como se dirigía hacia el resto de los integrantes de mi familia.

-Esta niña está perdiendo los valores que le enseñasteis- Se dirigió a mis padres -. Y todo por culpa de esos niños con los que se junta.

Sin más que decir, me quedé estática en mi lugar, sin moverme o siquiera parpadear, estaba anonadada repasando lo antes ocurrido.

Volcando los ojos con molestia, bufé y rápidamente pensé "puto calvo", después giré sobre mi propio eje y comencé a caminar por el pasillo para así arrastrar conmigo mi dignidad. Ésta era la primera vez que me trató tan mal. Había llegado tarde en unas cuantas ocasiones. Unas cinco o nueve veces. Aunque pensándolo bien, casi siempre llegaba tarde.

Rendida, inflé mis mejillas y me encaminé hasta el elevador para así dirigirme a mi departamento, mientras iba subiendo los pisos restantes para llegar a mi hogar por mi mente pasaron todo tipo de insultos que dedicarle al calvo de mi tío. Una vez frente a la puerta de mi casa, comencé a buscar en mis bolsillos la copia de la llave que mi madre me había dado.

Mi desesperación fue aumentando cuando recordé que había dejado las llaves en la casa de Fede, la razón por la que llegue tarde fue el, estábamos grabando un vídeo para su canal de YouTube.

Me dejé deslizar por la puerta cansada de absolutamente todo. Fede salió a hacer unas compras, por lo cual, no tenía manera de entrar a su casa para recuperar mis llaves. La otra opción era ir a pedirle a mi madre sus llaves, pero ella estaba en casa de mi tío y me niego a verle la cara a ese viejo.

Mientras pensaba alguna manera de poder acceder a mi casa, una voz que rápidamente reconocí interrumpió mis pensamientos.

-Cati, ¿otra vez se te han olvidado las llaves?-
Asentí un poco avergonzada puesto que no era la primera vez que me pasaba.

-Vamos, entra - Señaló la entrada de su casa mientras soltaba una risita. Me levanté del suelo y rápidamente entre al departamento de mi vecino.

-Problemas con tu tío, ¿cierto? -. Asentí un poco enojada recordando todo lo que hace unos minutos pasó con mi tío.

Dirigí mi vista hacia la de mi vecino, su expresión facial parecía pedirme algo.

-¡Oh vamos! -. Le reclamé porque rápidamente entendí lo que quería.

El solo mantenía su mirada fija en mi, esperando que hiciera algo. Resoplé cansada y le dirigí la palabra.

-Gracias por salvarme el culo otra vez, Lukas. -. Su expresión facial cambió a una de satisfacción, seguidamente, se acercó a mi para revolverme el cabello mientras soltaba su típica risa contagiosa.

Le reclamé que parara varias veces e intente librarme de él, pero todo fue en vano.

Cuando por fin me soltó, se dirigió tranquilamente a su habitación, como si nada hubiera pasado, mientras que yo parecía un Troll, sin exagerar.

-A veces eres insoportable, ¿sabías? -. Le grité desde el salón.

-¡Vamos, sabes que me amas! -. Me respondió desde su cuarto.


[...]

Bailando a la luz de la luna - Lukas UrkijoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora