Duo II

206 18 38
                                    

La primavera se fue tan rápido, o esa fue mi impresión al darme cuenta del color vivo de las hojas en los árboles. Las cuales se estaban balanceando suavemente por la pequeña brisa de aire, con su color verde vivo y su olor fresco.

A muchos les gustan estás fechas por el sol y las vacaciones de verano, pero a mí jamás me ha gustado.

No me gusta sentir mi cuerpo pegajoso todo el tiempo, o tener que caminar de regreso a casa con la luz del sol perforando mi rostro con violencia. Siempre preferí más el frío y la nieve, a pesar de que tiemblo por el frío.

Me levanto de mi cama con pesadez, sintiendo un leve vértigo en mis delgadas piernas, mire al suelo por unos segundos más antes de dirigirme al pequeño cuarto de baño. Hice mis necesidades, me lave los dientes y peine mi cabello.

Observe en el espejo por algunos segundos, las raíces de mi cabello comienzan a notarse. Pase mi mano por mi cabello decolorado y maltratado. A papá no le gustará esto, quizás después de la escuela me pinte el cabello mientras él no está.

Mire también mi ojo, tenía una manta dolorosa y arrugada de un moretón morado, apenas podía abrirlo sin que causará un dolor irritante. Mi aspecto era más pálido de lo común. Quizás si comía algo en la escuela nadie lo noté, o tal vez si llevo una venda en mi ojo. Suspiré con pesadez.

Salí del cuarto de baño y camine perezosamente hacia mi habitación, me vestí con una camisa morada y unos shorts. Mi collar con un crucifijo se posaba con orgullo sobre mi pecho como de costumbre.

Acomode mi cama, limpie el poco polvo que había en mi habitación y tome mi mochila azul. Mi mente repasaba constantemente las cosas que tenía que hacer hoy, estando casi en un piloto automático como de costumbre. Salí de mi habitación y camine hasta bajar las escaleras.

Y ahí se encontraba, Kenneth Phelps, mi padre, sentado en una mesa del comedor con algunos sobres de correo sobre la mesa y abriendo uno por uno. Su mirada tan cansada y fría como de costumbre, aunque rápidamente levanto su mirada y su rostro se relajo levemente al notar que ya me iba.

-Travis.

Me llamo con su voz rasposa, mi cuerpo se detuvo justo enfrente de la puerta. La noche anterior paso por mi mente, haciendo que todo mi cuerpo temblará con violencia.

-Ven.

Ordenó, dejando los papeles que estaba revisando a un lado para enfocarse en mi.

Obedecí, mi cuerpo se giro sin pensarlo dos veces y camine hasta donde estaba mi padre, él me miró con sus ojos claros, casi grises. Su mirada era más fría que nunca.

-Lo siento, hijo.

Su callosa y fría mano se poso en mi antebrazo. Mi cuerpo reaccionó y se estremeció al sentir una pequeña presión en la herida, un gemido de dolor se escapó de mis labios. No me atrevía a verlo a los ojos, no podía.

No pensé tenerle miedo a mi padre de esta manera, nunca pensé encontrarme en esta situación tan humillante e incorrecta.

-Nunca quise.

Su voz se quebró por unos segundos, oí como tragó saliva con dificultad antes de volver a hablar.

-Nunca más volverá a pasar.

Petalis caeruleus [Salvis]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora