Capítulo 10

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Giselle se despidió de Minjeong con un beso en la mejilla, cogió sus llaves, se miró de nuevo, por décima vez en el espejo, y salió corriendo del apartamento. Llegaba tarde, a pesar de que había comenzado a prepararse varias horas antes. Estaba de los nervios. Ningning le había dicho unos días atrás que sus padres iban a visitarla a la ciudad, y que, después de dos semanas siendo su novia oficial y otras tantas ejerciendo pero aún sin el título, los señores Ning querían conocerla. Giselle casi se desmayó. Nunca había conocido a los padres de nadie, y Ning Yizhuo era realmente importante para ella.

Y había llegado el día de la verdad. Quería impresionarlos tanto que incluso había reservado en un restaurante en el que, según sus propias palabras, te cobraban sólo por respirar dentro.

-¡Suerte, Gigi! - exclamó Minjeong desde el sofá. Giselle hizo el último gesto de asentimiento desde la puerta, tal vez algo pálida, y se marchó.

Minjeong negó con la cabeza sonriendo, y se arrebujó aún más en su manta. Con la casa vacía y Jaemin de viaje, pensaba pasarse todo el día machacando Netflix y comiendo comida basura sin moverse de casa. Y pediría a domicilio, ni siquiera estaba dispuesta a cocinarla.

Sin embargo, iba ya por el cuarto capítulo de Stranger Things cuando llamaron a la puerta. Pausó la televisión y se quedó callada, tratando que quien fuera que fuese pensara que no había nadie en casa. ¿Quién podía estar llamando? Era temprano para que Giselle hubiera vuelto, y sólo esperaba que no hubiera entrado en pánico. Suspiró vencida cuando volvieron a llamar, y tuvo que apartar la manta y a Sook para levantarse. Si era algún vendedor, iba a matarlo con sus propias manos. "Arriba ese ánimo, Minjeong. Siempre puede ser el abogado de un familiar lejano muerto que te ha dejado una herencia millonaria", se consoló.

Claro que, a su parecer, fue mucho mejor. Cuando abrió la puerta, la sonrisa socarrona de Yu Jimin acaparó toda su atención. El día anterior le había dicho que tenía que estudiar todo el fin de semana, pero allí estaba, con emoción contenida en los ojitos y una caja de pizza bajo el brazo. Cuando Minjeong había pensado en pedir comida no esperaba a la repartidora más atractiva del mundo.

-¿Jimin? ¿Qué... qué haces aquí?

Ella se encogió de hombros, sin dejar de sonreír.

-Ning me dijo que Giselle iba a estar con ella todo el día, así que pensé que ibas a necesitar compañía. - Frunció el ceño -. ¿Puedo pasar? Que sepas que si la respuesta es no, me llevaré la pizza conmigo.

Minjeong se puso en jarras, fingiendo estar pensándoselo.

-Si es así, supongo que no queda más remedio.

Jimin rió y entró al domicilio, en el que, por culpa de aquellas chicas, Ningning y ella estaban pasando mucho tiempo, y dejó la caja sobre la mesa. Observó la manta, la televisión pausada y los paquetes de patatas, y dedujo que había interrumpido una especie de maratón. A Minjeong no le importó en absoluto. Correteó a la cocina a por bebidas para la pizza y algo para cortarla, pero apenas pudo coger los vasos cuando sintió el cuerpo de Jimin contra su espalda, sus brazos rodeándole la cintura y sus labios rozándole el cuello.

-Te traigo comida y ni me saludas propiamente, Kim.

Minjeong disfrutó unos segundos más de la boca de Jimin jugando con su cuello hasta darse la vuelta y dejarla jugar con la suya propia. A pesar de todo, se sentía fatal por engañar a Jaemin, pero es que aquello se sentía tan bien...

Llevaban en esa situación desde el beso (que fue beso y un poco más), en el portal en la fiesta. Se esperaban a la salida de la universidad, se besaban en los baños en los cambios de clase, se saltaban juntas las asignaturas más aburridas... Incluso, si tenía la certeza de que Jaemin no estaba, se pasaba por el bar a hacerle compañía en las horas muertas, siempre con cuidado de que nadie las viera. Como sus respectivas mejores amigas se habían convertido oficialmente en la pareja más adorable de la universidad, a nadie le extrañaba ver como las dos pasaban tiempo juntas, y no era raro verlas a las cuatro en la cafetería o acompañando a Giselle en la enfermería cuando estaban libres y no había nadie. El caso es que se encontraban en una maravillosa cuerda floja de la que ninguna quería bajarse. Sus almas jamás se tocarían (o al menos, esa era la teoría), pero sus cuerpos se pertenecían completamente. A Jimin el tema de la infidelidad le importaba poco, y menos cuando Jaemin era el cornudo. No era ella la que tenía una relación, y por supuesto no sería ella la que se negase a la boca de Kim Minjeong.


Three months - Winrina/Jiminjeong Donde viven las historias. Descúbrelo ahora