Capítulo 6

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Ningning reía por la décima broma que hacía Giselle. Lo cierto, es que no había parado de hacerlo en toda la tarde. Había sido la mejor cita de su vida. Giselle no había querido decirle nada hasta el mismo día, pero la había llevado a un acuario. Y claro, para una bióloga marina, aquello era el paraíso. Había estado todo el rato correteando entre las peceras, observando maravillada hasta al más mínimo bicho, y sobretodo, explicándole a Giselle cada dato y curiosidad sobre lo que veían. La pelinegra, aunque no supiera nada de peces, la había oído maravillada, disfrutando del entusiasmo que la otra mostraba por todo. Ningning era sin duda, su mejor hallazgo. Que sí, que no iba a hacerse la profunda y negar que un principio la había conquistado desde el plano físico, pero había descubierto en ella una persona que quería conservar en su vida costase lo que costase. E iba a luchar por conseguirlo.

Por desgracia, megafonía anunció que iban a cerrar el recinto. Ningning hizo un puchero.

-¿Ya? Se me ha pasado el tiempo volando.

-Eso es buena señal - sonrió Giselle mientras se dirigían a la salida.

-Siento haberte tenido todo el día metida aquí - se disculpó mirando al suelo.

-¿Qué dices? Si ha sido idea mía. - Giselle giró la cabeza para mirarla, sonriendo al ver el leve rubor de sus mejillas. A veces, a la más pequeña le entraban ataques de vergüenza -. Además, me lo he pasado muy bien.

Ningning sonrió de medio lado cuando salieron a la calle. Estaba anocheciendo.

-¿No decías que no te gustaba el mar?

-Y no me gusta, me da miedo - aceptó -. Pero últimamente, la biología marina me gusta mucho.

Ningning pensó que Giselle pudo oírlo de lo fuerte que tragó saliva. Su crush estaba ligando con ella, definitivamente, Ningning estaba viviendo su mejor vida. Sin embargo, tras conocer a Giselle estaba empezando a crear un sentimiento hacia ella más fuerte que un simple amor platónico.

Cogieron el metro para ir a cenar al centro de la ciudad, que estaba abarrotado por los trabajadores volviendo a casa a última hora de la tarde. Ningning miró a Giselle preocupada. Desde que había mirado el móvil a la salida del acuario, parecía ausente.

-¿Todo bien?

Trató de sonreír.

-Sí, es solo... Minjeong va a hablar con Jaemin, y no me gusta un pelo.

Ningning frunció el ceño. Había pensado que tras aquella horrible escena tres días atrás, que la amiga de Giselle hubiera ido tras ellas sólo podía significar que había cortado con su novio. Y además, empeoraba aún más aquel acercamiento a Jimin.

-¿Cómo está Jimin, por cierto? - preguntó Giselle, casi leyéndole la memoria.

-Bien, dolorida - dijo -. Tan mal no estará si va a salir esta noche.

Era viernes, y Yu Jimin no podía simplemente quedarse en casa. Ningning estaba segura de que las primeras luces del sábado la sorprenderían dormida en algún banco de la calle. Sin embargo, una sacudida del tren apartó sus pensamientos de Jimin para dirigirlos a hacer que Giselle, que no llegaba a la barra con su escaso metro sesenta, no se cayese al suelo. Le pasó el brazo derecho alrededor de la cintura, lo que tuvo por consecuencia directa que sus cuerpos tuvieran que pegarse.

Cuando sus ojos cayeron en los de la otra, el resto de pasajeros desaparecieron, los problemas de Jimin y Minjeong parecían muy lejanos, y sólo estaban ellas dos en el mundo. Ningning no supo si Giselle la besaba a ella o si ella besaba a Giselle, y le daba exactamente igual; se estaban besando. Los labios de Giselle eran suaves sobre los suyos, casi tímidos. Agarró los costados de su sudadera con ambas manos para que no se separase, y Ningning se permitió acariciar su mejilla lentamente. Cuando se separaron, ambas sonreían. Aquel fue el primero de muchos, muchos besos aquella noche.

Three months - Winrina/Jiminjeong Donde viven las historias. Descúbrelo ahora