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Blanco

Eso es lo primero que nota Moa cuando se despierta. La habitación en la que se encuentra es blanca, tan deslumbrante e inmaculada que tiene que entrecerrar los ojos, parpadea lentamente para tratar de despejar el sueño. Está tan cansada, tiene la cabeza nublada, pero se obliga a no volver a dormir.

No está en casa.

Cuando ese pensamiento se registra en su cerebro, sus labios se separan en un pequeño grito ahogado y mira a su alrededor rápidamente. La habitación es pequeña, con algunos muebles, sin otras personas alrededor, y por un momento, el alivio la inunda.

Esta sola, en lo que parece una habitación de hospital, y Suzuka no está con ella.

Su omega se preocupa al darse cuenta, pero Moa solo suspira con alivio. Sola, está sola, sin su Alfa cerniéndose sobre ella, al menos por ahora.

La mirada de Moa se desvía hacia sus muñecas, envueltas en vendas blancas, y traga saliva, la culpa se asienta como una piedra en la boca del estómago. Recuerda perfectamente bien cómo terminó aquí, por qué terminó aquí. Recuerda que Momoko lo encontró, recuerda la mirada en el rostro de la omega, antes de que Suzuka entrara a la habitación.

Todo después de eso está en blanco.

Moa cierra los ojos por un momento e inhala lentamente. No siente el aroma de Suzuka, no puede sentir nada más que el olor a hospital, y eso debería ser un alivio. Eso era lo que quería, alejarse de su Alfa, tener una oportunidad de librarse de ella.

Entonces, ¿por qué le duele tanto ahora que está lejos de ella?

Moa levanta la cabeza cuando la puerta se abre, y por una fracción de segundo, su estómago se retuerce de miedo. Sin embargo, un momento después, sus padres entran en la habitación y se relaja de nuevo contra las almohadas.

"Vinieron", se las arregla para decir, con la voz apenas audible. Su madre cruza la habitación rápidamente, inclinándose sobre la cama para abrazarla con fuerza, y Moa siente un nudo en la garganta cuando su cálido y familiar aroma la inunda.

"Si, aquí estamos", repite su madre en voz baja y hay algo en su voz que Moa no logra identificar, algo que suena un poco extraño. "Nosotros... tu Alfa llamó, dijo que estabas herida, preguntó si podíamos venir a verte".

Moa parpadea rápidamente, tratando de procesar las palabras. Suzuka llamó a sus padres. Suzuka les pidió que vinieran, Moa traga saliva, mientras su madre se aleja. "¿Ella está aquí?" susurra.

"Sí", responde su madre pasando sus dedos por su cabello, apartándolo de su frente. "Está muy preocupada por ti, debes haberle dado un buen susto". Moa cierra los ojos, mientras se recuesta en las almohadas, tratando de calmar su respiración y mantener una cara neutral mientras su madre continúa. "Parece una joven muy agradable, es una pena que tuviéramos que conocerla de esta manera".

" Moa ", dice su padre en voz baja, y después de un momento, Moa abre los ojos y lo mira. "¿Por qué no nos dijiste que te habías apareado?"

"La conversación nunca surgió", susurra Moa. "Y.... he estado tan ocupada con la escuela y todo eso, que... olvidé decírselos". Moa mira hacia otro lado rápidamente, cruzando los brazos sobre su pecho.

"Moa, ¿Eres consciente de quién es el padre de tu Alfa?" su madre le pregunta en voz baja. Solo asiente, tratando de evitar tensarse ante el recordatorio. "Nos hubiera gustado saber que nuestra hija había sido aceptada en la manada de una de sus hijas."

"Lo sé", dice Moa. "Lo siento por no decirlo".

Moa los mira a ambos, retorciéndose incómoda bajo la intensa mirada de su padre. No es capaz de hacer contacto visual con su madre, la culpa le corroe por dentro. Su madre está... orgullosa, se da cuenta un momento después. Está orgullosa de que su hija omega haya logrado abrirse camino en una de las manadas más poderosas y notables del país. Está orgullosa y parece pensar en lo que Suzuka representa, y de repente no hay duda en la mente de Moa de que su Alfa los invitó aquí a propósito.

Aprenderás a amarmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora