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Los primeros días de escuela siempre son duros, conocer gente nueva, acostumbrarte a una serie de horarios y no poder hacer lo que se te de la gana cuando sea. Si eres una persona extremadamente nerviosa como Tweek comprenderás que el rubio sentía todo eso y más, su mundo estaba colapsando, lo único que lo dejaba respirar aunque sea un poco es el conocer a dos personas que prometieron no dejarlo solo en ningún momento.

El reloj corría, la hora se acercaba, su corazón no paraba de palpitar, con mucho cuidado logro acabar de desayunar, agarro la mochila que Carol había preparado para él y junto a Kenny subió al carruaje que afuera los esperaba.

El camino era silencioso, se podía relajar viendo las casas enormes con sus bellos jardines, por un momento logró sentir que volaba y que nada importaba, solo era él y la naturaleza.

-llegamos.

Tweek abrió sus ojos rápidamente y su cuerpo comenzó a temblar, sentía que debía escapar, no conocía a estas personas ricas, ¿serán groseras? ¿Mal criadas? Todo estaba siendo muy confuso y su pequeña cabeza empezó a dar vueltas, casi caía al piso pero una mano lo agarró del hombro.

-Hey Tweek, ¿estás bien?

-¿eh?, si todo bien Kenny

-Bueno... entremos a la escuela debo enseñarte tu salón.

Tweek iba a iniciar su vida en la preparatoria, Kenny era un año mayor por lo que no compartirían salón pero al menos ahora tenía un amigo mayor que quizá podría protegerlo si era necesario.

-Este también fue mi salón en primer año, no te preocupes los profesores son agradables.

-...

-Debo irme, bye Tweek, suerte.

En cuanto se fue su amigo todo su cuerpo empezó a temblar, no había nadie aún en el salón pero aún así ya sentía que lo estaban juzgando. Cerró los ojos para intentar calmarse, respiro profundo y volvió a abrir los ojos.

-¡Hola!

El rubio dio un gran grito seguido de un salto, al pisar el piso se tropezó con su otro pie y cayó encima de la misteriosa voz. Se trababa de una chica, tenía el cabello obscuro y largo, su cara era preciosa, el simple hecho de mirarla podías sentir que era una joven refinada.

-Lo siento mucho, perdón.

-No hay problema, enserio además fui yo quien te asustó. Me llamo Wendy.- Dicho eso la chica le extendió la mano y el rubio dio la suya acompañada de una tímida sonrisa.

-Soy Tweek.

La chica suspiró y sonrió. Avanzó a una baca que estaba al frente y con una señal hizo que el chico fuera a sentarse a su lado. Cuando estuvieron cerca Windy se limitó a observar al chico, cada parte de él fue detalladamente inspeccionada.

-Tu debes ser el ganador del concurso ¿no?

-Si, soy yo.

-Bienvenido a tu nueva vida, te aseguro que nos divertiremos mucho.

Tweek solo sonrió una vez más y espero a que las clases comenzaran. Todo iba normal, los maestros se presentaban y los alumnos también. Su salón no era tan ¿desagradable? Era callado, la mayoría se conocían desde años y él solo estaba sentado intentando no llamar la atención. Tenía la esperanza de qué tal vez Butters estuviera en alguna clase pero no fue así.

Las primeras horas pasaron y el primer descanso empezó. Espero a que todos salieran del salón y buscó con la mirada a sus amigos.

-¡Tweek!

-Hola Butters.

-Ven, vamos con Kenny. Hoy podremos estar con él porque sus amigos estarán ocupados con los deportes.

Verde y azul Donde viven las historias. Descúbrelo ahora