La gente se va. Siempre se va.
Prometen no abandonarte, prometen ser diferentes.
Pero al final también se van.
Todos desaparecen de tu vida, con la misma facilidad con la que entraron. Después de tener miedo de volver a confiar, terminas abriéndole tu corazón a esa persona, ese amigo, esa amiga. Habláis todos los días, le confías tus problemas, tus miedos y preocupaciones.
Tu lado más oscuro y secreto queda al descubierto para esa persona, quien se ha vuelto alguien muy importante para ti.
Pero poco a poco, se va alejando de ti. Poco a poco ves cómo le va interesando menos lo que le cuentas, no responde como antes, responde tarde o no se molesta ni en ver tus mensajes.
No le importa cómo estás, ni lo que te pasa. Pone excusas baratas y al final, llega el momento en el que la amistad no aguanta más y se rompe.
El agujero de tu corazón se hace más grande cada vez.
Prometes no volver a confiar, pero la fe, la poca fe, que tienes en la humanidad, te traiciona.
El miedo a perder a esa persona, a esas personas, se hace más y más fuerte, más y más duro.
¿Soy demasiado exigente tal vez?
¿O demasiado intensa para los demás?
Tal vez debería callar.
Tal vez no debería contarle nada a nadie nunca más.
Tal vez debería proteger mi malherido interior.
Tal vez debería cerrar mi corazón para siempre.
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Lirios De Naranjo Marchitos
PuisiUna poesía más cruda, más fría y oscura, más realista, como el lado oculto de la luna