CAPÍTULO QUINCE: El momento de la verdad

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Marzo

Habían pasado dos semanas desde que Irina e Iris fueron dadas de alta del hospital, y durante todo ese mes Julián se la pasó yendo todos los días sin falta a visitarlas y hacerles compañía por el tiempo que lo dejaran.

Se encargó, con el pasar de los días y ya la vida un poco más calmada, de avisarle a su familia, amigos y compañeros sobre la gran noticia; y si bien todos lo felicitaron (todos salvo una persona), los comentarios variaban entre decirle que le enviarian regalos de bienvenida y que les apenaba no haber estado ahí para el parto; aunque, si había algo en lo cual absolutamente todas las personas con las que se mensajeó coincidieron es: sus hijas son igual a él.

Julián al principio no les creyó, argumentandoles que todavía no tenían nueve meses y era medio raro que pudieran afirmar eso con solo ver unas fotos pero, al tenerlas finalmente en su casa, observandolas dormir en sus respectivas cunas, puede notar que tanto el color de piel como la forma de sus narices, el color de sus ojos y hasta los pequeños remolinos en sus pelos denotan su claro parentesco con él. Y en parte lo alivia, mucho, que se vean tan claramente suyas porque le despierta un sentido de pertenencia y cariño que jamás experimentó, ni siquiera con sus padres a quienes ama con locura (y recuerda que quizás a este tipo de amor se refería su mamá, el cual le explicaba que solo iba a entender una vez que las tuviera en sus brazos).

Y da gracias de que son unas niñas calmadas, que no sueles llorar mucho y se entretienen con cualquier cosa que llame su atención, porque le permite dejarlas en la guardería del club durante las mañanas -aunque le parte el alma separarse de ellas- mientras va a entrenar al gimnasio (porque sí, tiene un trabajo al cual tiene que volver).

"They're really big for only being two-week old babies", le comenta Davies un día mientras ambos se encontraban haciendo bicicletas fijas.

"Well, the pediatrician told me kids these days tend to come big so it isn't that weird", dice con una sonrisa mientras miente descaradamente.

A ver, tampoco es una mentira en un 100% porque el pediatra -un señor grande con una voz calma- sí le dijo que era normal que hoy en día los bebés nazcan grandes, pero que en en el caso de Julián sus hijas solamente pueden llegar a serlo por el otro lado de su familia, la de su otro padre.

Y ahora ustedes se volverán a preguntar lo que hace semanas les genera curiosidad: "Entonces Julián, ¿quién es el padre?", y si bien a él le gustaría contestar esa incógnita que ha arrastrado por meses, hasta el momento sigue sin saberlo porque nunca leyó los resultados de paternidad.

Cuando se fue del hospital con sus hijas dos semanas atrás, salió con dos hijas en un cochecito doble y un sobre blanco en su mochila, el cual su -ahora antigua- obstetra le entregó ese mismo día sin mediar palabra. Y si bien Julián sabe que la existencia de ese sobre le perturba la existencia porque todas las mañanas observa el sello del laboratorio en la parte delantera de este llamándolo al mismo tiempo que intimidandolo, no ha podido realmente juntar el coraje para sentarse y abrirlo, principalmente porque estaba algo ocupando acomodando su vida entre su familia y el fútbol.

Pero, de todas maneras comprendía mejor que nadie que seguir estirando lo inevitable no tenía sentido, así que decidió esa noche fría, cuando sus hijas ya habían cenado, habían sido bañadas y se encontraban durmiendo cómodas y calentitas en su habitación, que era el momento de la verdad.

Usando sus cómodos pijamas, preparó una gran taza de café que tanto extrañó durante el embarazo, y decidió sentarse en el silencio de su cocina con el sobre frente suyo. Tomo varios sorbos de la taza negra para que el aroma y el sabor del brebaje calme un poco aquel dolor de estómago que comenzaba a gestarse y, como quien se arranca una curita de una herida, abre el sobre rápidamente y saca el papel para leerlo.

Todo el escrito está en alemán, y si bien logra entender algunas palabras, no entiende en su totalidad que es lo que específicamente dice. De todas maneras eso no es lo que le importa porque, bien al final del párrafo, resaltado en letras negras y mayúsculas se encontraba el nombre de la prueba que fue compatible con las de sus hijas. Y la sensación de saberlo se torna rara, porque ya no hay nerviosismo ni miedo, pero sí una gran incógnita en cuanto a qué hace con esa información ahora.

Deja el papel sobre la mesada, y toma su celular para ir a sus contactos bloqueados y observar su nombre. Por un momento duda sobre si realmente llamarlo a esa hora, pero luego recuerda la situación en la que lo puso, la cual lo llevó a que diera a luz un mes antes de lo esperado, y piensa 'que se cague', desbloqueando el número para llamarlo. Lo lleva hacia su oreja izquierda y escucha como suena una, dos, tres...

"Julián?", le responde una voz que se nota claramente sorprendida ante el llamado.

"I want you to know that you're the father of the children. I don't know what you will do with that information, but I want you to know that you own me or my daughters anything. Goodbye", y dicho eso colgó sin siquiera esperar a si el otro hombre le contestaría siquiera o no.

Y aunque no lo creyera, en el mismo instante en que cuelga y baja el celular de su oído, siente como todo su cuerpo se relaja luego de mucho tiempo, pareciendo haberse quitado la piedra atada a su cuello que arrastraba sin motivo ni destino aparente, pudiendo por fin permitirse cerrar un capítulo en su vida con la esperanza de comenzar de cero.

Siente un gran cansancio bajarle de repente aunque se haya tomado todo el café, y decide lavarse los dientes para irse a dormir (no sin antes pasar nuevamente por la habitación de sus hijas y asegurarse que continuaran durmiendo cómodamente y que la calefacción estuviera bien). Y cuando se acostó pudo, por primera vez en nueve meses, dormirse a la primera vez que cerrara los ojos.

*****

"Hey, tough guy, are you feeling alright?", pregunta John al ver a su compañero completamente congelado en la mesa del comedor. Ante la pregunta del inglés, los otros jugadores sentados con ellos dirigen su mirada hacia el hombre al cual le hablaba.

Se encontraba completamente absorto, con la mirada perdida mientras su cuerpo se encontraba congelado con una mano sosteniendo el tenedor y la otra su celular. John lo sacude intentando lograr alguna reacción, ya un poco preocupado por el repentino cambio de actitud del hombre. Pero logra reaccionar, y aunque no se mueve si logra abrir la boca y hablar.

"I think I'm a dad", dice Rúben casi sin aire, la mirada nunca apartándose del punto fijo al cual sigue mirando. Y mientras la mayor parte de la gente en la mesa lo mira en partes extrañados y otras curiosos, se escuchan las sillas de Erling y Jack arrastrarse en el piso y todos pueden ver como sus cuerpo se abalanzan contra el suyo.

PUEDE SER {JULIÁN ÁLVAREZ CENTRIC} [ABANDONADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora