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— Kevin, no corras, te vas a manchar la camisa.

— Diego peinate que ya se te desaliñó el copete, chamaco miado.

— Carlos, deja de tragar la comida que no es para tí.

— Julian, Enzo, dejen de pelear o yo mismo los separo a putazos.

  Los chicos resoplaron cansados y se sentaron en los sofás de la gran hacienda, faltaban por lo menos dos horas para que la misa comenzara y ellos no tenían nada que hacer; sus padres estaban corriendo, sus tios ni aparecian y los demás solo acomodaban y hablaban de allá para acá.

  Kevin fue el primero en suspirar y acomodarse con pereza sobre el cómodo sofá color hueso mientras miraba hacia el techo, sus primos estaban igual o peor, hasta que su padre llegó y los miró negando.

— Se van a arrugar los trajes mocosos, sientense bien al menos.— Andrés estaba más que estresado, pues ese día debía de salir todo perfecto; uno de sus compadres iba a casarse, y como buen amigo se ofreció a organizar todo lo que respectaba a la boda. — Ahorita va a llegar Javier y ese si les va a pegar su madrazo verbal si los ve así, y más con el desastre que hicieron.— Reclamó hacia los cinco chicos.

— Pues yo me voy preparando porque acaba de llegar. — Diego señaló la entrada desde el gran balcón, Andrés se volteó alarmado y miró a su amigo caminando hacia la puerta. Si antes estaba rojo del enojo ahora su rostro era un poema, poema que los chicos no quería ni ver. Antes que volviera a regañarlos por quinta vez en el día, sintió un par de brazos rodeando su cuello, volteándose encontró ahí a su esposo.

— Mi principito, Javi anda buscándote por todo lado, es mejor que vayamos, además, no creo que Cristiano pueda calmarlo lo suficiente este día.— Rafael besó su frente amorosamente, detrás de él venía una mujer mayor, con un velo típico de las señoras de domingo y un aura tan reconfortante que hacía una vela de tranquilidad en un día tan estresante. Andrés suspiró y asintió con una sonrisa, tomando la mano de su esposo y saliendo, no sin antes dirigirse a los menores.

— Mercedes los va a cuidar, sé que tienen más de quince años pero yo no me fío de ustedes. Doñita, gracias por venir, ojalá y usted si pueda con estas chinches.— Antes de salir besó la frente de la mujer y  se fue, dejandolos en el balcón del estudio. La mujer los miró y sonrió sentándose en uno de los sofás individuales mientras sacaba de su bolso un tejido que llevaba comenzando.

— No sé por qué tienen que hacer su pinche boda en Guadalajara, con lana yo me casaría en Cancún o Quintana Roo, hasta en Acapulco.— Kevin se quejó mientras jugaba con su corbata.

— En Acapulco nos tasajean antes de llegar a la iglesia, ponte vergas mi Kev, hubieran hecho esto en Italia, con la harta lana que se manejan ese par. — Acevedo le respondió cruzandose de brazos. De repente sintieron ambos dos golpes en sus cabezas, volteando a ver a la anciana que los miraba negando.

— Si no saben el porqué se hará aquí no opinen, este lugar es muy importante para sus tíos.— La mujer siguió en su labor hasta que escucharon pasitos por el corredor largo, de repente, diez cabecitas se asomaron entre la puerta, al mirar a Mercedes los niños, que no pasaban de los 8 años, entraron alegres y abrazaron a su nana. —Mis niños, ¿Qué hacen aquí ¿,corazones? Deberían de estar ensayando.— La mujer limpió una mancha en el rostro de uno de los pequeños.

— Pensé que nosotros eramos tus niños.— Susurró Enzo.

— Si nana Meri, pero vieron a alguien comiendo los dulces de la mesa de los niños y nos mandaron para acá.— Miró inquisidoramente a uno de los niños y este solo sonrío apenado.

La mujer miró; entre los adolescentes y los niños había mucha diferencia de gustos, pero sabía bien cómo entretenerlos a todos sin importar su edad. Tomó al menor de todos, el pequeño de apenas dos años se sentó en su regazo mientras la miraba con su chupeta entre su boca, la mujer carraspeó y todos voltearon a verla.

— A ver mis amores, ¿Alguno sabe la historia de las almas gemelas?— Sonrió mientras miraba como los menores se sentaban frente a ella en el suelo y los mayores se sentaban mejor.

— Sé que supuestamente estamos unidos a alguien.— Atinó a decir uno de ellos.

— Muy bien pequeño, pero ¿Qué pensarían si les dijera que hubo una vez un hombre que arriesgó todo, hasta su alma y vida por una persona, que no tuvo miedo en conectar su vida con el más allá con tal de ver a su amado y que eso pasó aquí mero, a unas casas de este lugar?.— Todos se miraron entre si y la mujer sonrió victoriosa. Le indicó a uno de los niños que le alcanzara un libro de tapa roja que reposaba en la gran librería, a lo que el pequeño se lo extendió y volvió a su lugar.

  Los pequeños miraron con curiosidad, los mayores estaban espectantes para ver con qué salía la mujer esta vez.

— Esta, mis niños, es una historia real.— La mujer lo abrió y el pequeño entre sus brazos sonrió dando un pequeño aplauso.

— ¿Crees que si salimos ahora lo notará?— Kevin le susurró a Diego, pero este lo codeó y lo miró.

— Sh, va a comenzar la novela, no seas amargado.— El de ojos bi color lo abrazó por el cuello haciendolo quedarse ahí.

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Bueno, honestamente dije en twitter que si ganaba México escribía esta historia que tenía tiempo de pensarlo, así que es mi primer fanfic y espero y todo salga bien.

Van a haber fanarts que a veces voy a subir, no se crean que por cada cap habrá uno super elaborado pero si lo haré siempre y cuando la universidad me lo permita.

Esta historia está basada en rolitas más que todo de Zoé, Siddharta y León Larregui, así como otras viejitas bien latinas, para que se ambienten por si gustan.

Sin más espero y les guste hasta donde dé.

‧₊˚Wen‧₊˚

00:00  ✧˖° Mechoa°˖✧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora