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6 años después

Una llamada a su puerta lo despertó, con pesar arrastró las sábanas que lo cubrían y caminó directo hacia ella, al abrirla, miró a su "jefe" con un sobre en sus manos. Se hizo a un lado y el hombre se sentó en una de las sillas del pequeño comedor, el contrario sirvió dos tazas de café cargado y se lo extendió.

— Nunca habías venido a despertarme Jaime, por lo que sé comida no te falta, compañía tal vez pero no creo ser el indicado para ello.— El más joven lo miró y el hombre solo sonrió un poco.

— Llegó esto en la mañana, por lo general tienes tu horario pero creo que esto es importante para ti, Francisco.— El mayor extendió la carta, la volteó y pudo ver el nombre de donde venía.

Guadalajara.

Lo miró y abrió rápido, encontrandose un caso que para la policía de allá estaba lejos de resolverse, pero solo decía que debía de llegar allá con el fin de darle los detalles

—Estoy igual que tu.— Agregó Jaime tomando un sorbo del exquisito café. — No quisieron responder mi llamada pero por lo que me dijeron es de suma importancia que vayas, a más tardar mañana.— El mayor lo miró procesando todo, a lo que el de rizos se levantó tomando lo necesario.

— No debería, pero confío en tu intuición, si es algo grande entonces la recompensa será mejor.— Sonrió Guillermo.

Después de unos minutos ambos hombres salieron de la casa, el más alto puso sus pertenencias en el caballo, poniendose su abrigo largo, su pañoleta roja solo dejaba visible sus ojos cafés y el sombrero ocultaba su atributo más llamativo entre la gente.

— Cuidate allá, por lo que sé las cosas están difíciles y tú eres solo uno, no dudo en tu capacidad, pero solo llama si pasase algo mayor, y sea lo que sea, informame de todo.— Jaime le extendió un pequeño almuerzo que su esposa había elaborado, a lo que Guillermo agradeció.

Sería un viaje largo, a una ciudad que juró nunca volver, pero si era necesario se arriesgaría.

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Al llegar a la ciudad vió las notas que su jefe le había dado, debía ir primero a una dirección en específico para que le dieran detalles del cliente, luego se reuniría y trataría de sacar la mayor información, pero debido a que llegó casi de noche, solo optó por presentarse.

Con su caballo, llegó a una colonia conocida, y como olvidar esos colores y esa gente tan amable que con una sonrisa te hacía bienvenido en sus hogares, muchas de ellas lo voltearon a ver y saludaron, pues aunque ellos desconocían al hombre, para él todos ellos eran más que gente, eran parte de su pasado. Llegó hacia esa vieja casa que conocía bien, el balcón seguía igual de hermoso y las flores que alguna vez fueron testigos de miradas llenas de sentimientos ahora habían cambiado. Tocó la puerta un par de veces, abriendola un hombre canoso. El de rizos miró atento y el hombre lo vió a los ojos.

— Guillermo...— Jorge era un hombre que sabía todo, y aunque ese muchacho se ocultara con más de mil capas y mantas, reconocería esos ojos profundos y oscuros. El más joven entró cuando el mayor lo dejó pasar, quitándose el sombrero y la pañoleta. — Tantos años muchacho y sigues siendo el mismo...— El hombre sonrió con nostalgia, amaba a Guillermo como su hijo, era parte de su familia y al irse él y su mujer quedaron con un hueco en el corazón.

— Señor, puedo decir lo mismo que usted, aún conserva esa camisa manchada de tinto y su hogar sigue oliendo a las deliciosas empanadas de su señora.— Guillermo sonrió y se sentó con él en la sala.

Ambos se pusieron un poco al día mientras esperaban a Celia. La mujer al llegar y ver al muchacho, que ya era todo un hombre, lo abrazó fuertemente mientras hablaba sin parar en un mar de lágrimas de felicidad. Esa sensación a hogar era lejana para Memo, por lo que la abrazó de vuelta y la sentó junto a Jorge.

— Bien Guillermo, sabrás que no estás aquí por una taza de té, sé que vienes de muy lejos, pero es por una causa.— La voz de Jorge se cortó un poco y su esposa tomó su mano, de pronto el ambiente se sintió frío y pesado, algo que muchos no sentían pero para Guillermo era fácil de palpar. —Sé que eres lo mejor que tenemos acá en México, tu nombre cuelga de todos lados y hasta mi más cercano socio me recomendó tu servicio.— Guillermo los miraba, sentía que algo no andaba bien, o alguien más específicamente.

— ¿Cómo estan Maria Sol y Matías?— El rizado trató de calmarlos un poco, pero ellos no hallaban el modo de soltarlo. — ¿Lionel?.

Celia rompió en llanto y ahí supo a lo que venía.

No.

No él por favor.

— Hijo... sé que no hay forma de decirlo, pero... Lionel...Lionel murió.— El canoso lo miró con ojos aguados. Luego de eso Guillermo solo escuchó un pitido en sus tímpanos, mientras Jorge le hablaba explicando el por qué lo necesitaban.

Solo lo vió levantarse y subir las escaleras, lo siguió sin dudarlo, sin ser realmente conciente de lo que pasaba, solo lo vió abrir la puerta y vió ese balcón a lo lejos, el hombre lo dejó adentro no sin antes abrazarlo, cerrando la puerta al salir. 

Miró todo a su alrededor, por lo que supo que Lionel no habría cambiado mucho, caminó hacia el escritorio y vió varias letras y cuadernos, unos bocetos y dibujos de varias flores y paisajes, pero sobretodo, un collar de plata. Lo tomó entre sus manos y se sentó en el suelo, arrecostándose en la pared color verde y admirando la pieza. Se la había regalado cuando cumplió catorce, locolgó en su cuello y Lionel le juró nunca quitárselo. 

Sintió como un par de lágrimas bajaban por su menton, perdiendose en su cuello y muriendo en su camisa color arena. Su mirada paseó por la habitación hasta llegar a las flores afuera del balcón. Con pasos pezados se dirigió al lugar en donde reposaba una llamativa flor. Una que, sin importar cuánto pasara se quedó reluciendo, aquel clavel testigo de aquella noche en donde indirectamente se había confesado.

Vió como esta había sido plantada y había logrado tener descendencia, los capullos y flores se expandían por todo el balcón y lo hacía lucir vivaz, así como su Lío lo fue.

Se derrumbó llorando de rodillan en frente de la flor, con el collar en su palma y su alma saliendose de su cuerpo. 

No podía ser.

No.

Sintió entonces un olor característico, una vibra suave y sus rostro se levantó, aún de rodillas se volteó y miró ahí a Lionel.

Lionel con su cabello largo y lacio.

Lionel con un aura de tonos cálidos y pétalos de cempasúchil siendo regados en el aire.

Lo miró ido y solo atinó a levantarse. No era sorpresa, estaba acostumbrado a esto, pero nunca pensó que le tocaría con él.

—Guille...— 

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Buenas buenas, ya tomaron agua??

Yo sé que estos saltos están medio trambólicos pero les juro que es por el bien de la trama. Más adelante entenderán mejor.

La historia en si no tiene un año en específico, pero si es una época vieja nada más para aclarar.

Espero y les esté gustando hasta ahora, siento que está todo raro por ahora pero ya tomará forma poco a poco, a partir de este cap se van a aclarar ciertas cosas.

Sin más, se cuidan y se lo lavan.

‧₊˚Wen‧₊˚

00:00  ✧˖° Mechoa°˖✧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora