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Corrió intentando llegar antes de que el profesor cerrara la puerta, si no se ganaría un regaño y quizá un reporte.

— ¡Espere, por favor! —pidió casi sin aire. Probablemente era un desastre, con su uniforme desordenado, su pelo revuelto y un poco de sudor, pero bueno ya estaba acostumbrado a ser un desastre.

— Última vez, YeonJun, la próxima te dejo afuera y te mando a la dirección —le advirtió su profesora de literatura.

El chico asintió entrando al salón mientras todos se le quedaban mirando y susurraban cosas. Él estaba acostumbrado a eso, desde siempre había recibido comentarios hirientes. YeonJun tenía problemas de atención y retención, lo que hacía que se le dificultara aprender. Por eso desde pequeño había recibido malos comentarios, como si fuera un tonto, cuando en realidad solo aprendía de manera diferente. Cuando era un niño le lastimaban mucho los comentarios de los otros niños, a medida que iba creciendo comenzó a defenderse, a golpear cada vez que alguien se burlaba de él.

A veces se sentía culpable con su madre por las peleas que se metía. Su mamá lo había criado sola y hacía todo lo posible porque nada le faltara, le debí todo a su mamá. Así que intentaba no darle problemas, aunque fuera difícil, aún le dolían todos los comentarios que hacían sobre él.

El puesto que solía usar estaba ocupado y como había llegado tarde no estaba en posición de reclamar. Divisó un único puesto libre. Su corazón comenzó a latir más fuerte cuando vio a la persona que estaba a su lado.

SooBin.

El chico que nunca le había dicho nada, no lo había criticado, no lo había mirado mal, no susurraba a sus espaldas y en parte parecía que lo ignoraba solamente, o eso creía hasta el momento en que lo defendió.

La idea de que las notas de SooBin dependieran de sus propias notas le aterraba, por eso en ese momento se esforzaba el doble por aprobar biología, sabía muy bien que el profesor era capaz de reprobar a SooBin si sus notas no mejoraban. Aunque era difícil, el chico explicaba bien, incluso mejor que el profesor, ¿pero cómo se mantendría concentrado teniéndolo enfrente? Su cara era pequeña, piel pálida pero sus mejillas eran rosas, su nariz era pequeña, redonda, sus ojos marrones como un zorrito y sus labios con un toque de rosa. Imposible concentrarse si tenía un ángel frente a él.

Se sentó a su lado algo nervioso, sintió como su desayuno se revolvió en su interior. Se sentía patético, pensó unos momentos en su saludarlo o no hasta que decidió hacerlo.

— Hola —dijo suavemente. SooBin no había notado su presencia hasta que lo saludó.

— ¿Qué quieres? —preguntó de mala gana y luego se giró a mirarlo, cuando lo miró su cara enojada cambió completamente a una de arrepentimiento— Perdón, YeonJun, no quise hablarte así.

Además de ser un ángel físicamente también lo era de corazón. Tan malditamente educado.

— No te preocupes —le dijo nervioso. SooBin suspiró apoyando su cara en la mesa, parecía cansado, cosa que lo preocupó— ¿Pasó algo? ¿Alguien te molestó? —se atrevió a preguntar. Sabía que había chicos de cursos mayores les gustaba acosarlo, todos sabían que SooBin era un chico muy hermoso y tenía mucha popularidad pero eso no les daba ningún derecho de acosarlo. Cuando tuviera la oportunidad iba a golpearlos a todos.

— No es eso —suspiró— Peleé con TaeHyun y eso me tiene de malhumor —habló mirándolo aún con su cara apoyada contra la mesa. Le avergonzaba muchísimo que lo mirara fijamente.

— ¿Te molestó? —preguntó intentando poner de buen humor a SooBin.

— Hizo algo que me molestó, él y los demás, pero hoy en la mañana discutíamos porque él no quiere entender que ya no soy un bebé —reclamó haciendo un puchero.

𝐏𝐚𝐝𝐫𝐞𝐬² | 𝐂𝐡𝐚𝐧𝐋𝐢𝐱Donde viven las historias. Descúbrelo ahora