III

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Al día siguiente desperté por el sonido de mi alarma, peiné mi largo cabello y bajé las escaleras para dirigirme a la cocina, por alguna razón había amanecido con hambre de lobo. Estando a medio metro, un aroma muy rico inundó mis fosas nasales, mi estómago hizo un ruido grotesco y decidí entrar. Ya ahí, vi de espaldas a la madre de Jungkook, me detuve a mitad del camino y dibujé una sonrisa amplia dispuesta a saludar con mucho ánimo.

—Huele delicioso, tía Soo.

Tía Soo, ¿aún a estas alturas la llamaba así? Era la madre de mi novio, pero no se me facilitaba decirle suegra o llamarla por su nombre, esto a pesar de haber vivido una vida entera con ella. En realidad, había pasado mi vida con tía Soo y su familia a excepción de los primeros cinco años de mi vida, ya que mis padres murieron trágicamente en un incendio, aquel suceso fue marcado como una de las imprudencias más grandes de la década en Seúl.

Recuerdo que aquella catástrofe sucedió cuando yo tenía cinco años de edad y mi hermano mayor Jeong Hoseok tenía diez. Nuestros padres eran amigos de la familia Jeon, tenían una relación de amistad tan bonita que al matrimonio Jeon los veíamos como nuestros tíos. Esa noche, aquel restaurante de un hotel de siete pisos se había prendido en llamas accidentalmente, cobrando la vida de mis padres al salvar a dos niños que eran hijos de un matrimonio joven. Desde entonces vivíamos con los Jeon, ellos nos habían acogido en su morada y se habían responsabilizado de nosotros porque mi familia vivía en Gwangju y no se tenían los medios para que ninguno viajase.

Crecí con aquel bondadoso matrimonio y sus dos hijos Junghyun (el mayor) y Jungkook (el menor y mi ahora novio). Tenía tanto por agradecerles, nos criaron a mi hermano y a mí como si fuésemos sus hijos. Por la parte económica no se preocupaban por nada, puesto que el señor Jeon era dueño de una de las empresas más ricas de Seúl, en realidad, además de esa, era dueño de varias, entre ellos un restaurante y una microempresa de marketing; y la señora Jeon era fundadora del Centro de Salud Mental de Seúl, un edificio de ocho psicólogos y cuatro psiquiatras, cada uno de ellos con alto prestigio.

Volví a la realidad al ver a la adorable mujer frente a mí girar sobre sus talones, me sonrió tan grandemente como cada día desde que yo habitaba aquí y me correspondió el saludo de manera cálida.

—Pequeña, muchas gracias, quise consentirte un poco con tu desayuno favorito, ya que hoy entraba un poco más tarde a mi clínica.

—Qué dulce, tía Soo, se lo agradezco mucho.

—Deberías dejar de llamarme tía Soo, eres la novia de mi bebé.

Mis mejillas se colocaron de un rojo intenso, ella tenía razón, pero me resultaba un poco incómodo pensar que mi segunda madre era mi suegra.

—Tía Soo.

—Perdona, pequeña, es que aún me emociona mucho que tú y mi hijo salgan.

—¿Por qué? Bueno, Jungkookie ha tenido más novias antes que yo.

—Sí, lo sé, pero conozco a mi bebé como a la palma de mi mano y la novia que más le ha convenido eres tú, pequeña; además, desde que sales con él, mi bebé ha cambiado.

Esa última frase hizo eco en mi cabeza, Jungkook ha cambiado y hasta su madre podía verlo. ¿Era una señal de que el entrenador del azabache tenía razón?

—¿En qué sentido, tía Soo?

—Él está sacando su lado dulce por ti, algo que no sacaba hace tiempo, ni siquiera Lee Misuk logró eso.

—Oh, yo no... me alegra ese cambio, sólo que no sé si es para bien o para mal. Lo que sí es que siento que la personalidad de Jungkookie es la misma.

7 golpes al corazón (Jeon Jungkook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora