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Mis ojos no podían evitar mirarlo, amaba ver cómo ponía su energía en lo que más le apasionaba, cómo ponía gran empeño en el boxeo. Uno, dos; uno, dos. Mi novio era tan bueno en lo que hacía, sí, no era mucho de mi agrado ese deporte, pero lo apoyaba en él porque ese era mi deber como su novia y era algo que a mí me gustaba hacer. Si a él le hacía feliz eso, por ende, yo era feliz.

—Descansa, muchacho, toma un poco de agua.

Él asintió, caminó hacia donde yo estaba y le entregué su termo. Bebió un poco de agua, después me miró y sonrió bajando su recipiente.

—¿No te has aburrido, jagi?

—No, Jungkookie. Me gusta verte entrenar.

—¿Qué? —inquirió con diversión. —¿Te gusta que entrene o verme entrenar?

Cuando terminó de decir aquello alzó su brazo a la altura de su hombro, hizo un movimiento de manera que sus músculos se hicieron notar mucho provocando mi sonrojo; a pesar de esto, me atreví a acercar mis dedos a su increíble bícep y comencé a repartir caricias en él.

—Ambas cosas, me gusta admirar a mi novio y ver cómo hace lo que más le gusta.

—Acosadora.

Reí un poco abrazando su musculoso cuerpo, en realidad no había nada que me relajase más que eso, asimismo el respirar su aroma natural mezclado con el de su colonia. Un aroma fresco y agradable para cualquier nariz, Jungkook siempre olía muy bien y eso me gustaba mucho de él.

Muchas cosas me gustaban de él, tal vez todo él, así era desde que tenía trece años y no pude tener ojos para nadie más que para él, hasta que lo que tanto quise se hizo realidad: estar a su lado.

Aún recuerdo ese día cuando me dijo que le correspondía, fue un día inolvidable y muy peculiar en su clima. Un año atrás, una tarde de nubes grises donde éstas parecían que en algún momento iban a descargarse con potencia, yo yacía en mi habitación sin hacer nada más que estar sentada en mi cama bebiendo chocolate caliente por la fresca brisa que dejaba que entrara a mi habitación. Un poco extraño, ya que la estación del año en ese momento era verano.

Mis vacaciones estaban resultando extrañas, los primeros tres días Jungkook estuvo muy cerca de mí, más de lo usual, parecía mosca en la miel conmigo y me miraba tal cual bobo casi todo el tiempo. Me anticipaba cualquier cosa, sabía que en algún momento el azabache me dejaría caer su broma pesada. Sin embargo, pasando esas 72 horas, se alejó de repente y veía que sólo llegaba a comer, cenar y dormir, todo el día estaba fuera.

Pero hoy era aún más extraño, desde ayer él no regresaba a casa, dejándonos preocupados a tía Soo, al tío Suhyeok y a mí. Lo llamaban y le mandaban mensajes de texto, lo único que él respondía era que se encontraba bien y que no había necesidad de preocuparse.

El sonido de unos cuantos golpecitos a mi puerta me sacó de mis pensamientos, bajé mi taza y hablé.

—Adelante.

Del otro lado vi a tía Soo, su semblante cargaba preocupación, contagiándomela a mí. Ella entró a pasos cortos y rápidos, caminé hacia ella y la miré angustiada.

—¿Todo bien, tía Soo?

—Mi bebé no ha regresado, pequeña, desde la mañana le llamé y le mandé un mensaje y en ninguno recibí respuesta.

—¿Cómo dice?

—No ha vuelto, no sé si mi hijo está bien. Acabo de tratar de comunicarme con él y no tuve éxito.

Mi corazón se encogió, Jungkook era como mi hermano, pero también era el muchacho que me gustaba mucho. ¿Y si algo le pasó? Debía ayudar, debía moverme ahora.

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⏰ Última actualización: Aug 22, 2023 ⏰

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7 golpes al corazón (Jeon Jungkook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora