028

258 33 3
                                    

En el momento que comenzaba a recobrar la consciencia, la japonesa podía sentir ese aroma a hospital que siempre le había desagradado, escuchaba una vocecita conocida tarareando una canción cerca de ella y podía sentir una mano apoyada en su brazo. Abrió los ojos y, lo primero que vio, fue el dulce rostro de Park Jihyo.

-Hyo...- Habló con un hilo de voz. Aún necesitaba recuperarse. La menor, al escuchar su nombre, volteó a verla al instante y una sonrisa se formó en su cara.

-Sanake estás despierta! -La coreana la abrazó y se separó al escuchar un quejido de dolor por parte de la mayor.- L-lo siento. Por la emoción olvidé que te dislocaste el hombro. Al escuchar esas palabras, Sana se horrorizó ¿Lo tenía dislocado? -¡Oh! No te preocupes, ya te lo colocaron en el lugar.... aunque aún dolerá un poco.

-¿Estás bien tú también?- Con una de sus manos y mucho esfuerzo, acarició el rostro de Jihyo.

-Sana, yo no me caí de la casa del árbol.- Rió levemente y la japonesa sonrió.- ¿Sabes cuánto tiempo pasó?- Sana negó con la cabeza y Jihyo le acarició el cabello.- Casi dos días. Ya me había empezado a asustar. Pensé que iba a tener que esperar demasiado para darte un besito...

-Pues no esperes más, Hyo.- Soltó una suave risita y la menor se acercó para unir sus labios en un corto beso que fue interrumpido porque alguien entró a la habitación.

-Oye ¿Aún no despier-...? ¿Qué demonios hacen?- Era Mark, el novio de Sana, quien al ver a las chicas separarse instantáneamente y con sorpresa en sus rostros.- Tú.- Se acercó peligrosamente a la más pequeña, tomándola por el cuello de su camiseta.- Maldita lesbiana, vuelve a tocar a mi novia y...

-Suéltala, Mark. -Ordenó Sana. El muchacho le dió una última mirada de molestia a Jihyo antes de soltarla. -Mark, escúchame. Ya no quiero estar contigo.

-P-pero, amor ¿Qué te dijo esta bastarda
para que decidas eso? -No me dijo nada. Es mí decisión. -Se mantuvo firme, pero ya sabía lo que vendría.

-Mina, y-yo puedo cambiar. Haría lo que fuera por ti y...- El chico comenzó a tener una crisis. Estaba enojado, muy enojado, pero a la vez triste. No podía creer que una chica como Sana lo estuviese cambiando por otra chica.

-Mark, detente. Ya he tomado una decisión.

-¿Ah sí? Escúchame bien, maldita, así no cometes el mismo error.- La tomó del brazo con fuerza, provocando que la chica se queje y Jihyo los mire preocupada, sin saber qué hacer.- A mi, NADIE me dice que no. -Levantó su puño para golpearla pero alguien agarró su brazo. Al voltear para ver quién estaba allí, se encontró cara a cara con el señor Minatozaki.

-Deja a mi hija en paz.- Gruñó amenazante. Mark soltó el brazo de la japonesa y se cruzó de brazos hacia el padre de Sana.

-Sabes que si me haces algo, mis padres ya no te darán nada ¿verdad?

-Lo sé y mira cuánto me importa.- Volvió a agarrarlo del brazo y lo tumbó al suelo. Se sentó sobre él y lo retuvo hasta que los de seguridad se lo llevaron.

Sana se había quedado con un nudo en la garganta. Su padre nunca hubiese hecho eso ¿O sí?

-Sana, lo siento por como me he comportado siempre...- El hombre se acercó y le dio un beso en la frente a su hija.- Voy a poner de mi parte para mejorar y cuidar bien de ti y de tu madre.

Los ojos de Sana se llenaron de lagrimas que caían y mojaban todo su rostro, mientras una pequeña sonrisa se formaba en sus labios.- Gracias, papá. Lo abrazó lo más fuerte que pudo y Jihyo miraba la escena conmovida. El señor lo notó.

-Tú eres Jihyo ¿verdad? -La joven se sorprendió y tragó en seco, asintiendo con la cabeza.- No pude evitar escuchar a Mark cuando entró y... ¿Prometes cuidar a mi Sana? -La dura expresión de ese hombre se fue suavizando con cada segundo, mostrando que en realidad no pretendía ser malo, nada más tomó pésimas decisiones.

-Yo... -Jihyo pensó por unos segundos, nerviosa. Sana tomó su mano para darle apoyo y le regaló una dulce sonrisa que llenó a la más pequeña de valor.- Prometo que daré lo mejor de mí por Sana porque en serio la amo.

-Entonces, bienvenida a la familia Minatozaki. -Extendió sus brazos hacia ella y la abrazó fuertemente.- Le haces algo malo y te mato. -Susurró en su oído, pero Sana logró escucharlo.

-¡Papá, no la asustes!

Los tres rieron. Al fin podían reír sin miedo de que algo malo pase. Aunque aún debían resolver algunas cosas.










Tuve que volver a publicar los capítulos por que me equivoqué, lo siento

𝗧𝗿𝗲𝗲𝗵𝗼𝘂𝘀𝗲 𖦹 SAHYODonde viven las historias. Descúbrelo ahora