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Las niñas se encontraban desayunando los panqueques que había preparado la mamá de Jihyo. Estaban tan buenos que la pequeña solo estaba concentrada en eso, mientras Jeongyeon parloteaba con su mamá sobre cosas que no le interesaban, hasta que algo le llamó la atención en esa conversación.

-¡A Jihyo le gusta una niña llamada Sana! Quiere tomarla de la mano y estar con ella.- Dijo sonriente la niña de cabellos negros, pero su madre no sonrió como ella.

-¿Cómo? No le puede gustar una niña, cariño. A las niñas les gustan los niños, y a los niños, las niñas.- Explicó con paciencia la mujer.- Probablemente solo quiera ser su súper amiga.

Jihyo se limitó a comer en silencio ya que escuchar ese comentario la enojaba. A ella le gustaba Sana y no un sucio niño.

-¿O sea que no le gusta Sana?- Cuestionó confundida la pequeña Yoo.- ¡Pero si siente maripositas es que le gusta Sana!-

-Claro que no, hija. Que una mujer salga con otra mujer no es normal.- Escuchar eso le hizo mal a la pequeña Jihyo, quien se levantó y, sin decir una palabra, se fue a su habitación.

¿No era normal? ¿Su mami pensará igual que la mami de Jeongyeon? No quería que su mami se enoje con ella.

Se puso tan nerviosa que comenzó a patalear en su cama y a golpear su colchón con sus puños. Estaba muy enojada, triste, nerviosa, asustada y todo lo negativo que puedas imaginar. Recordó algo que le dijo su mami: "Si te sientes mal, abraza a alguien que quieras mucho"

Decidió volver escaleras abajo y fue directamente a abrazar a Jeongyeon, pero no se sentía mejor. ¿A quien más podría abrazar? a la mami de Jeongyeon, sin duda, no. Salió al patio y subió a su casita en el árbol. Recordó los abrazos de Sana, haciendo que la extrañe más y más, pero seguramente ella no la extrañaba.

En ese momento Sana estaba jugando con Momo, quien vivía en la casa que estaba frente a la de Jihyo. Desde la ventana de su casita podía ver como charlaban y, en un momento, la japonesa miró hacia donde estaba la pequeña. Cruzaron miradas por unos segundos y el corazoncito de la menor comenzó a latir con fuerza.

Sana y Momo no estaban en clases porque su profesora se enfermo y no podía asistir, así que estaban jugando junto a Nayeon y Mina, las otras niñas que vivían en aquel vecindario. Ellas no estaban en clases porque iban al turno tarde.

Sana no podía evitar sentirse mal luego de haber visto lo mal que se veía Jihyo con los ojitos tristes, por lo que esperó a que sus amigas se distraigan para escaparse de ellas por unos minutos.

Cruzó la calle hasta la casa de la pequeña coreana y se escabulló por su patio hasta la casita en el árbol. Podía escuchar algunos sollozos provenientes de allí.

Subió las escaleras en silencio y cuando llegó a la entrada, la vio allí, hecha una bolita con pijama de unicornio observando por la ventana y sorbiendo sus mocos para que no caigan. Sana se acercó en silencio y con cuidado para que no note su presencia aún.

Cuando estuvo lo suficientemente cerca, envolvió sus brazos alrededor de su cuerpecito. Sintió como se tensó al principio pero luego se dejó llevar.

-Sana...- Murmuró la menor y se dio vuelta para abrazarla también. -Mami tenía razón. Abrazar a alguien que quiero mucho me hizo sentir mejor.-

¿M-me quieres?— Preguntó Sana sorprendida. -¿Después de lo que te hice?-

-Sí, te quiero.- Escondió su rostro en el hombro de la japonesa y soltó una risita. Sin duda estaba mejor ahora.

-Bueno, pero ahora tengo que volver. Podemos abrazarnos en secreto aquí de vez en cuando ¿si?- El trato de Sana hizo que los ojitos de la menor brillasen como estrellas.

-¿Lo prometes?- Dijo separándose de ella para mirarla a los ojos y sonreír.

-Lo prometo.-

𝗧𝗿𝗲𝗲𝗵𝗼𝘂𝘀𝗲 𖦹 SAHYODonde viven las historias. Descúbrelo ahora