Un Detalle Infinito

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Prólogo

El día más memorable de mi vida comenzó como cualquier otro. Tal vez, aún mejor.

Esa mañana salí de mi casa temprano, en bicicleta. Bajé la colina de mi calle y me dirigí a buscar a mi mejor amigo para ir al Instituto.

Usualmente, solíamos andar en mi antigua camioneta Ford, pero, debido a un misterioso choque, se encontraba fuera de servicio y en un taller. Por esa razón, mi mejor amigo terminamos decidiendo que nos moveríamos en bicicleta, una actividad que nos habíamos propuesto en segundo año, pero llegamos al último de secundaria poniendo excusas para no hacerlo.

Y, lo que me había parecido una tortura, se convirtió en una buena idea. Andar en bicicleta por la mañana no era tan malo como creía. Pedaleé por las tranquilas calles de Irlanda, admirando los prados verdes y el ganado negro de nuestro pequeño pueblo. Ya había amanecido, pero el cielo se encontraba oscurecido de nubes grises, aunque no pareciera que fuera a llover pronto. La bruma se extendía por las calles y el césped junto a la carretera estaba cubierto de motas de rocío.

Detuve mi bicicleta frente al restaurante de la familia de mi mejor amigo, en la esquina de una manzana del centro. En el primer piso estaba su departamento. Normalmente, hubiese entrado a saludar a su familia, les tenía mucho cariño, pero no estaba seguro de cuánto tiempo nos llevaría llegar al Instituto y era un día en el que no podíamos llegar tarde.

Saqué mi Smartphone del bolsillo de mis pantalones y le escribí un breve mensaje, avisándole que ya estaba esperándolo afuera. Guardé el teléfono y descansé los brazos sobre el manillar.

Me tomé un segundo para respirar, absorbiendo la calma de la mañana. Las calles olían a tierra mojada y a café molido. Miré hacia abajo, en la acera de la esquina, donde había un pequeño montoncito verde, flores silvestres que se formaron entre el pavimento. Bajé de la bicicleta y me incliné, arrancando un trébol del montón, con mucho cuidado.

Cuando era niño, mi abuelo me llevaba a la escuela y solíamos tener la costumbre de buscar tréboles en el camino y competíamos por quien era capaz de encontrar los de cuatro hojas. Él solía decir que daban buena suerte. Había pasado tiempo, pero aun a mis diecisiete años lo seguía haciendo.

Y el de mis manos era, precisamente, un trébol de cuatro hojas.

—Perdona la tardanza —dijo mi amigo, apareciendo desde la entrada del restaurante, empujando su bicicleta hacia afuera y abrochándose el casco por el mentón—. Espero que estés listo para el día de hoy. No queremos llegar tarde.

Solté un bufido. Él tenía razón.

Ambos subimos a nuestras bicicletas y emprendimos el resto del camino hacia el Instituto. Un día pesado me esperaba. Desde la primera hora, tenía una reunión de castigo con el Comité Disciplinario, una incómoda clase de matemáticas y un castigo por un hecho que no había tenido la oportunidad de explicar, pero, ciertamente, tampoco sabía cómo hacerlo.

Necesitaba más que solo suerte.

Nota de Autora: ¡Hola! ¡Y bienvenidx a «Un Detalle Infinito»! *hace una pequeña reverencia*

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Nota de Autora:
¡Hola! ¡Y bienvenidx a «Un Detalle Infinito»! *hace una pequeña reverencia*.

Si no me conoces, tienes suerte y deberías huir antes de hacerlo.

Pero si eres aventurero y no le tienes miedo al ridículo (y tienes un psicólogo confiable), permíteme presentarme. Puedes decirme Maia o Mai, si prefieres ahorrarte la letra extra.

Primero, quiero agradecerte por detenerte a leer esta historia. Estoy muy emocionada por esto. Sé que no es de las mejores de la plataforma (*el lector sale lentamente de la historia*), pero he intentado hacer todo lo posible para crear algo decente (alerta spoiler: no lo logré).

Aun así, espero que te sientas cómodx, te diviertas y disfrutes del viaje que estamos por emprender juntos.

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A a aquellos que viven con prisas, huyendo del pasado,
Aquellos que ruegan por un milagro inesperado,
Aquellos que solo quieren un lugar al que llamar "hogar".








Disclaimer: En esta historia refiere a maltrato intrafamiliar, abuso de drogas, autolesiones y violencia.

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