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El arte puede ser expresado de muchas maneras con total libertad. Con un chiste en un show de comedia, con una melodía en una canción, con una estatua en un museo o una pintura en una galería. Eso era lo mágico del arte, estaba en todas partes, incluso en las paredes de las ciudades más grandes. Los graffitis.

Esas grandes o pequeñas piezas de artes pintadas con aerosol traen mucha historia tras su creación. Puede ser en conmemoración de alguien, puede ser un sentimiento, puede ser una protesta o simplemente un acto de vandalismo.

En alguno de los callejones de Brooklyn se podían escuchar latas agitándose y su respectivo sonido cuando la pintura en su interior es expulsada. Era May, otra vez, graffiteando garabatos sacados de su cuaderno de dibujo, esta vez fue un simple girasol. Ella casi terminaba con su obra, solo le quedaba firmala, tenía su propia firma que la caracterizaba por todos los graffitis que hizo. Ni bien el último disparo de aerosol salió, el sonido de la sirena de una patrulla la alertó, guardando rápidamente todas sus latas en su mochila. Se colocó el gorro de su chaqueta para no ser vista ni reconocida y rápidamente trepó por las escaleras de seguridad de un edificio.

Saltaba de tejado en tejado, sin miedo a caerse.
Después de unos minutos ya había dejado atrás a esa patrulla y estaba cerca de su colegio, la academia Vision.
En otra ocasión no le hubiera importado llegar tarde a clases, pero era su primer día, no hacé poco la habian transferido. Había pagado la matrícula, pasado el examen de admisión con la mejor puntuación. Era una total cerebrito, pero jamás lo admitiría delante de alguien, tenia que guardar las apariencias.

Ya dentro de su nuevo dormitorio, en el cual ni se limitó a usar la puerta, cambio su chaqueta con manchas de pintura a una camiseta blanca y una corbata. Sus pantalones anchos fueron reemplazados por una falda entablada. Y lo que más le dolio fue cambiar sus Jordan's por unos zapatos colegiales. Por poco y toma su mochila llena de latas, era memoria muscular.

Caminaba con serenidad por los solitarios pasillos en busca de su aula para su primera clase del dia, la cual había comenzado hace ya más de diez minutos.

Mierda, tendré que presentarme ante toda la clase.

Pensó ella. Para su suerte, no habia tardado mucho en encontrar el aula. Esta ya estaba abierta, un chico habia entrado antes que ella.

— Señor Morales, tarde otra vez — Replicó la maestra de física —.

— Lo siento mucho, profesora — El chico rascó su nuca nervioso —. No volverá a ocurrir.

— Eso lo dijiste la vez pasada — Se dio vuelta para copiar una fórmula en el pizarrón —.  Y la vez pasada a esa también. Siéntese, Morales.

May soltó una pequeña risita al ver como el chico acataba la orden torpemente tropezando con algunas mochilas. Todos en ese lugar voltearon hacia la puerta, incluyendo al chico moreno quien intentaba desatorar una mochila de su pierna izquierda, May solo pudo ponerse tensa ante todos los ojos que la miraban.

— Oh, usted debe ser la nueva alumna que transfirieron — La maestra paro de anotar —. Has llegado un poco tarde, ¿No crees?

— No encontré el aula, este lugar es inmenso — Bromeó un poco, pero se arrepintió cuando nadie se rio —.

— Por esta vez se lo dejo pasar, no habrá una segunda vez — Intentó lucir firme, pero hasta ella sabía que perdonaba las llegadas tarde de todos siempre —. ¿Gustas presentarte?

— Oh, si, claro — Se enderezó, tomando una postura segura —. Soy May Muñoz, me transfirieron desde Argentina, un gusto conocerlos.

Ni bien terminó eso, buscó rápidamente con la mirada un asiento libre, el único era junto al que también habia llegado tarde. No le importó, ni le incomodaba, no tenía interés de fraternizar con ninguno de ese lugar. Para su suerte estaba junto a la ventana, tenía una buena vista.

Ꮆ尺卂千千丨ㄒ丨  ||   𝙈𝙞𝙡𝙚𝙨 𝙈𝙤𝙧𝙖𝙡𝙚𝙨 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora