Ꮆ尺卂千千丨ㄒ丨 || 𝙈𝙞𝙡𝙚𝙨 𝙈𝙤𝙧𝙖𝙡𝙚𝙨

𝟶𝟶𝟹

“ Las pocas veces
que he sido feliz
he tenido profundo miedo
¿Como iba a pagar la factura?

Solo los insensatos
-o los no nacidos-
son felices sin temor ”.

La llamada entre los hermanos había terminado con un sabor amargo en la garganta, sin un adiós, solo un "hasta luego".

No notaba el aire frío que se colaba por la ventana de la habitación, ni como este le hacía la piel de gallina y paraba los vellos de sus brazos. Ni tampoco tuvo conocimiento de cuando su hermano estaba comprando un pasaje de avión directo a Brooklyn.
Suspiró, no podía hacer otra cosa. Ni bien presionó el botón rojo para colgar, se sentó sobre la cama y miró hacia la nada, aún sin poder procesar la pérdida en su mente.

¿Y como hacerlo? La noticia le llego tan de repente que ni terminar de acomodarse la corbata del uniforme pudo. Tenía tantas ganas de conocer al superhéroe. Sus libreros estaban llenos de sus cómics, tenía figuras de colección sin abrir, tantas cosas que su hermano mayor le había heredado, pósters de él en sus paredes, hasta un pijama con unas pantuflas de conjunto. Recordando su amor hacia el arácnido, no pudo evitar sentirse egoísta e incómoda consigo misma tras un pensamiento que la invadió: Nunca pude tomarme una foto con el.

El mal sabor de boca empeoró, ya no solo se sentía mal por su muerte, ahora le agregaba un peso de culpabilidad por sus sentimientos ignorantes.

De un momento para otro, su mente regresa a lo que estaba haciendo hace pocos minutos, jadeando de sorpresa al recordar que estaba alistándose para la escuela.

— La autorización — Sostiene su cabeza entré sus manos, con los ojos abiertos y tirando levemente de su cabello —. No puedo ser tan boluda.

En menos de treinta segundos terminó de arreglarse por completo, o como pudo al menos. Las medias, las cuales eran completamente diferentes de la otra, no se notaban tanto por ocultarlas dentro de sus Jordan's.
Porque claro, los zapatos de vestir los perdió también, la profundidad bajo su cama se las habia tragado.
Tomo distintas cosas que encontró tiradas por la habitación lo más rápido que pudo, las metió en una mochila, qué también encontró por ahí, entre medio de un desastre de ropa sobre una silla y salió disparada de los dormitorios hacia...

— Esperá... ¿Donde mierda tenía que entregar esta bosta?

Paró en seco en medio del pasillo. Había llegado a la recepción de la escuela.
Miro hacia todos lados, ansiosa de no saber si podría ir a los laboratorios por no haber entregado la autorización más temprano, no quería perderse una oportunidad así. Su cabeza paró de alterarse cuando vió al encargado de su año tomando lista.

— ¡Ale! — Corrio hacia el hombre de vestimenta casual. Casi se tropieza, pero pudo reincorporarse rápidamente —. Traje la autorización.

— Señorita Muñoz  — Le hablo en un perfecto acento argentino —, por poco y no llega.

Ale, o Alejandro, era un hombre joven de cabellos claros al igual que el color de sus ojos. No era ni muy alto ni muy bajo, de estatura promedio. Lo que si, era conocido y querido en su clase por ser tan carismático, gracioso y profesional. Pero lo más importante para May, comparte su nacionalidad. No habían pasado ni cinco minutos al conocerse que lo notaron, automáticamente tuvieron una conexión familiar.

— Te pido mildis¹  — Ella respiraba a grandes bocanadas de aire, sosteniéndose de sus rodillas y sacudiendo el papel para que él lo tomara. — Me enteré lo de... lo de anoche... fue...

— Está bien, está bien — Palmeo su espalda amistosamente para tranquilizarla y tomó el papel, guardando lo en una mochila. — Todos estamos en la misma situación. Rajá² de acá que se te va el colectivo, casi llegás al retraso de Morales, aunque te sigue ganando.