Capítulo 10

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                               Armando acelera y pronto llega al hotel, que a pesar de no ser tan lujoso como el que hizo el lanzamiento, sigue siendo opulento.

-¡Buenas noches! Tengo una reservación.

-¿Su nombre?

-Mauricio Maldávia.

-Sí, Suite Presidencial, señor.

-¡Ella está conmigo!

-¡No!

-¿Tiene equipaje?

-No.

- ¡Acompáñalos! – le dijo al mensajero.

- Doctor, creo que ya me puedo ir, pero necesito que me preste el dinero para el taxi.

-Oh, ¿no tienes dinero para ir?

-No, pero puedes descontarlo de mi pago.

-Yo prefiero llevarla a casa.

-¡No, doctor!

-¡Camina, Betty!

-No Doctor, no lo quiero verlo con la modelo.

La toma del brazo.

-¡Cuando termine, te llevaré a casa!

-Por favor, doctor, déjame esperarte aquí en el lobby o en el restaurante, por favor.

-¿Por qué tanto miedo, Betty?

-¡No quiero ver nada de lo que pasa en la habitación con usted y otra mujer de esas!

- Vamos, Betty. ¡No me avergüences! ¿Qué pensará el mensajero, ah?

El mensajero niega con la cabeza y se ríe para sus adentros.

-¡Esperar! ¡No habrá nada que no quieras ver!

Cuando el hombre estaba de espaldas, después de ganar una generosa propina, Armando se encontró con Betty en la puerta.

-Don Armando...

Desesperado, comenzó a besarla, presionándola contra la puerta cerrada, podía sentir que ella intentaba resistirse, pero su loción y sus manos expertas acabarían con toda la resistencia de Betty.

-Don Armando, puede que a su cita no le guste.

-¡Creo que le va a gustar y ya lo está disfrutando mucho!

Empieza a besarla.

-No hay nadie en esta habitación excepto tú y yo.

-Pero pero...

-Pensaste que iba a traer a una de las modelos... -La beso, abrazándola fuerte. -¿Para que? Tener lo de siempre... ¡No! -beso - Quiero sabor a mora con olor a yasmine.

-¿Como asi?

-¡Tu gusto!

-¡Ay, doctor!

Besándola, sostuvo su cintura con una mano mientras la otra se deslizaba bajo su ropa.

- ¡Quiero mi noche de placer!

-¡Oh!

Levantándola, la llevó a la cama.

-Sé que lo quieres tanto como yo. Puedo recordarla.... No se tarda mucho en estar en el punto.

-¿Punto?

-Ya sabes... cálida y húmeda como me gusta.

-Ay doctor...

La acostó en la cama, mientras se quitaba la chaqueta, la cual tiró al piso, tiró la corbata y se acostó encima de ella.

El secreto de la carpetaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora