Valle de las Estrellas

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"La Luna necesita del Sol, su estrella, para brillar, y Pedri necesita a Pablo, su sol, para alcanzar la felicidad"

Aquella noche las estrellas brillaban más de lo normal, como si intentaran opacar la luz de la inmarcesible Luna, la cual se situaba justo en el punto más alto del cielo.

Ese valle de bajas hierbas a pesar de su belleza no solía ser muy concurrido por los habitantes del pueblo al que pertenecía, por lo que Páez decidió que aquel lugar sería perfecto para pasar una tranquila noche en solitario bajo las estrellas. Su cabeza no paraba de darle vueltas al tema. Se levantó de la cama tras un extraño sueño, en el que acudía a aquel valle, y ahí estaba, intentando ordenar todo lo que pasaba por su cabeza.

Últimamente ha estado en las nubes gracias a un tal Pedro González, su mejor amigo de la infancia al que no veía desde hace años y con el que la pubertad ha hecho maravillas. Él era dos años mayor, pero fueron vecinos de niños. A Gavira nunca le ha gustado un chico, es más, él ha tenido algunas novias anteriormente, sin embargo, Pedri era.. distinto, algo muy difícil de explicar, cada vez que le veía su corazón estaba a mil, y, aunque cuando estuviera con él fuera casi como antes, le era imposible abrazarle o estar a menos de medio metro sin sonrojarse. Ha habido veces en los que le ha parecido que Pedri se sintiese de la misma forma, como aquella noche de madrugada.

Pedri

»Maldito Páez..« Maldije hacia mis adentros. Estaba tumbado en la cama en la que solía dormir cuando vivía aquí, ahora solo pasaba las vacaciones debido a que decidí estudiar en la ciudad, y desde que volví la razón que robaba mis sueños y alborotaba mi corazón tenía nombre y apellido: Pablo Páez Gavira. Siempre me había gustado, pero lo nuestro era imposible, ya que él era hetero y por si fuera poco mi mejor amigo, y yo no quería arruinar nuestra relación ni poner las cosas incómodas. Últimamente me había parecido que Pablo se ponía nervioso a menudo, algo le preocupaba y todavía no me había contado el qué. Siempre que no podía dormir acudía al valle de las estrellas, donde solía pasar la noche tumbado sobre el césped contemplando las estrellas, en busca de una estrella fugaz que le cumpliera su no tan complicado deseo: "Quiero estar con Gavira"

Esa noche no era más que otra noche más en el valle de las estrellas, o eso pensaba yo.

Al llegar me percaté de la presencia de una persona. Sigilosamente me acerqué por detrás hasta que pude distinguir la figura de Pablo.
Gavi miraba las estrellas sentado en el pasto, con la mirada perdida en ellas, como si estuviera buscando algo en ellas, sus ojos brillaban seguramente al recordar algo.


- ¿Tampoco podías dormir Pablito?-pregunté sentándome a su lado, pegándome a él disimuladamente mientras lo miraba fijamente a los ojos, notando como se ruborizaba en cuanto me vio tan cerca. No entendía el por qué, pero cada vez que me acercaba a él se sonrojaba o intentaba apartarse, aunque fuese un solo segundo, y por alguna extraña razón aquello me gustaba más de lo que debería. Desvié la mirada al cielo en cuanto reaccionó.

- Sinceramente no, no sé qué es lo que me pasa - dijo con estrés mientras se peinaba el pelo en un gesto involuntario dando a saber que estaba nervioso. Bajé mi mirada hacia el por unos segundos y decidí ignorar aquella respuesta, la cual hizo que apretara los puños inconscientemente. Miré de nuevo al cielo y nos mantuvimos en silencio por unos minutos.

No era un silencio incómodo, simplemente éramos yo y Pablo disfrutando de la presencia del otro en una preciosa noche estrellada. Porque la Luna brillaba y destacaba sobre las demás, claro, pero no sería nada de su brillo sin los miles de farolillos que adornan el cielo junto a ella.

No me había percatado cuando cogí la mano de Pablo y comencé a acariciar suavemente el dorso de su mano con mi pulgar hasta que él me dio un ligero apretón antes de separarse y levantarse.

- ¿Sabías que la Luna no tiene luz propia? En verdad refleja la que recibe del Sol, y dependiendo de cuanto la ilumine será una fase lunar u otra. El caso es, que aunque no provenga de ella su luz, sigue siendo la más brillante del cielo, y solo es vista en la noche. Por eso mismo deberíamos disfrutarla en vez de evitarla mediante el sueño. - Comentó el pelimarrón mirando fijamente la Luna. Pedri se sorprendió por las palabras del menor, que lo pillaron desprevenido. Entonces Pablo se dio la vuelta y le señaló.- En eso se parece a ti.

- Pedri, eres la luz que ilumina mi cabeza, la más brillante del espacio. Aunque tal vez sean imaginaciones mías y me haya cegado con la luz que se refleja en ti. Además que también solo puedo disfrutar dos meses de tu año, y no estoy dispuesto a desperdiciarlos.

Tras decir todo aquello, dejando al moreno (en ese momento rojo) boquiabierto por la declaración de su amigo. El menor se dio la vuelta, mirándole a los ojos con un brillo especial, el cual también era presente en la mirada del mayor, y le tendió la mano para levantarlo.

- ¿Bailarías esta noche conmigo? - preguntó el menor tímido casi susurrando. A Pedri aquel gesto le pareció tan tierno que pensó que se derretiría ahí mismo. Aceptó tomando la mano del pelimarrón y se ayudó de su agarre para levantarse.

Pedri puso por inercia sus manos en el cuello del menor, mientras que éste puso sus manos en la cintura del moreno. Y así bailaron bajo la Luna que les iluminaba, moviéndose coordinados al compás de sus latidos, ya más calmados por saber que no serán rechazados, adornados con las estrellas que los llenaban, aunque ninguna estrella brillaba tanto como aquella pareja.






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Bajo las estrellas || Gavi x PedriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora