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Minho caminaba en silencio por la casa de Felix, mañana empezaría el celo del pelinegro así que decidió ir a su departamento un día antes.
Eran las siete de la mañana del sábado y el alfa ya estaba completamente despierto. Solo Minho se despertaba a las seis de la mañana y estaba de buen humor un sábado.
Dejo su pequeña maleta con ropa en la habitación de invitados y fue hasta la habitación del menor, al entrar lo encontró completamente dormido en su cama cubierto hasta al cuello.
Quién diría que esa cosita tan tierna le dio una patada en los huevos a un alfa que lo dejo sin aire.
Se acercó y se sentó al borde de la cama, empezó a acariciar el sedoso cabello del omega meintras lo llamaba suavemente.
—Lix... es hora de despertar.— Susurro suavemente. —Lix, tienes que terminar tus tareas...— Nada, el pelinegro no tenía intenciones de despertar. —Lixie vamos... ¡Lee Felix despierta vago de mierda!—
—¡Ah, ladrón!— Grito dándole un puñetazo justo en la mandíbula.
—¡Oh, mierda, Felix!— Grito colocando su mano sobre su mandíbula. —¡Para ser un omega delgado y pequeño tienes mano dura!—
—¡Minho! ¡Lo siento!— Dice arrodillandose en la cama y tomando entre sus manos el rostro de Minho. —Dios ¡¿Porque carajo me gritaste así?! ¡Me asustaste! Además ¿Cómo entraste a mi casa?—
—Te recuerdo que me diste el código de seguridad.— Dice sobando su área golpeada.
Felix soltó un bufido. —Ahora me arrepiento de haberlo hecho. Mierda, ponte hielo para que no se te hinché y en el baño hay unas pastillas para el dolor, es un bote azul.—
—No te preocupes estoy bien.— Dice restándole importancia. —Te recuerdo que una vez me golpeé en la cabeza y no sentí tanto dolor.—
