★Dia cinco★

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Minho sentía que iba a volverse loco, hace como 20 minutos había dejado solo a Felix con ese dildo en la habitación y su lobo ardia por ir con el omega, el aroma del menor había incrementando y sus gemidos eran audibles en todo el departamento

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Minho sentía que iba a volverse loco, hace como 20 minutos había dejado solo a Felix con ese dildo en la habitación y su lobo ardia por ir con el omega, el aroma del menor había incrementando y sus gemidos eran audibles en todo el departamento. Intento distraerse haciendo tarea, cosa que termino, pero aún así su lobo rugia y sentía que arañaba su pecho para ayudar al pelinegro a pasar su celo.

Su lobo no paraba de gruñir y tenía que autocontrolarse para no ir con Felix. No podía hacer eso, no podía ayudarlo con eso, era su mejor amigo ni siquiera lo veía como algo sexual, era como su hermano. ¿Y si después de eso su amistad se rompía? No quería perder al omega pelinegro, no soportaría ya no tenerlo a su lado.

Los gemidos de Felix y su aroma lo estaban volviendo loco, empezó a sudar frío y a respirar de forma agitada. Ya no lo soportaba. Camino hasta la habitación de huéspedes y de su mochila saco unos supresores para alfa, metió dos pastillas a su boca en seco y luego volvió a la cocina para tomar un vaso de agua.

El timbre del departamento sonó y rápidamente tomo las hojas con su tarea lista, abrió la puerta y la omega rubia hizo una muñeca tapando su naríz debido al aroma que golpeó su rostro cuando Lee apareció.

—Joder, Lee, el aroma de tu omega es demasiado fuerte.— Se quejó. —Y el tuyo también, ¿Tomaste algo?—

—Tome dos supresores recién.— Suspiro entregándole las hojas. —¿Que hago, Soyeon? No puedo tener sexo con Felix, no quiero arruinar nuestra amistad. Su aroma es demasiado fuerte y está volviendo loco a mi lobo.—

—¿Ha estado tomando sus supresores?—

—No, no se despega de mi y si me ve con los supresores va a hacer berrinches para no tomarlos.—

—Hazle un jugo o algo y tritura dos pastillas, eso va a hacer que su aroma bajé y que su apetito sexual este moderado, más o menos.— Aconsejo. —Y bañate, porque el aroma es realmente insoportable. No es feo, pero es demasiado abrumador.—

—Bien, gracias, Soyeon... ¿Por qué me miras tan fijamente?—

—Por que aunque te esté mirando a los ojos puedo notar tu erección.—

Minho bajo la mirada y solto una maldición tapándose con la puerta por algo que ya fue visto. —Lo siento.—

—Cerdo.— Se burló dándose medía vuelta para irse soltando risas al escuchar a su amigo quejarse.

Nunca olvidaría la cara de Lee Minho completamente enrojecida por la vergüenza.

Lee cerró la puerta y fue directo a la cocina para hacer ese dichoso jugo con los dos supresores triturados, luego fue al baño para darse una ducha primero fría y después caliente. Después de 30 minutos escuchó los pasitos de Felix por el pasillo del departamento, el pelinegro hizo acto de presencia en la sala sentándose en el regazo del pelirrojo para llamar su atención.

Cuidando a Lee Felix¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora