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La vivienda de los integrantes del Cetus era amplia y aunque Missa le había dicho a Roier que ésta probablemente se encontraba descuidada, lo que encontraron fue todo lo contrario.

El lugar estaba sumamente cuidado y meticulosamente limpiado, lo cuál significaba que los piratas ya llevaban tiempo desde que habían llegado a la isla o que no se habían ido en un rato. La casa se notaba habitada de todas las formas, así que el que estuvieran lejos de ahí no parecía muy plausible.

Cellbit ayudó a todos la tripulación a llevar sus cosas a sus respectivas habitaciones, las cuales eran mucho más pequeñas que las de la casa de los padres de Spreen. Aunque en realidad no era extraño, pues era obvio que ellos no solían alojar a la tripulación del Keraná.

Forever se quedó hablando con Roier y Spreen, indagando en la vida del príncipe y viéndose particularmente interesado en las razones que lo habían llevado a escapar. Roier respondió todo lo que pudo, aunque Spreen interfirió un par de veces cuando sintió que las preguntas eran demasiado.

Su conversación estaba sucediendo en la sala, por lo que los tres pudieron observar a Cellbit cuando regresó, esta vez con una expresión un poco más preocupada.

—Spreen, ya dejé a todos en una habitación, pero tenemos un problema —Cellbit explicó.

El capitán del Keraná ladeó su cabeza con confusión.

—¿Qué pasa?

—Solo queda una habitación. Intenté mover las cosas, Juan y Ari se están quedando juntos en una de las habitaciones, pero no puedo hacer nada más.

Roier inmediatamente se giró a observar a Spreen, preguntándole qué harían de forma silenciosa. Spreen le devolvió la mirada sin dudarlo.

—Puedo dormir aquí.

El príncipe frunció el ceño.

—¿Por qué tú?

—Roier, no voy a dejar que vos duermas en la sala. Anda, no me molesta —le aseguró.

Pero Roier no se veía convencido, no, para nada. Su expresión era casi una amenaza para Spreen.

—Yo tampoco voy a dejar que duermas en la sala —inquirió molesto—. Ya dormimos en la misma cama una vez, ¿cuál es el pedo ahorita?

Forever tosió a sus espaldas y Cellbit observó cualquier otro punto alejado de ambos para fingir que no los escuchaba. Spreen rodó los ojos, pero volvió a prestarle atención a Roier.

—No hay ningún quilombo, principito.

—Okay, entonces podemos quedarnos en el mismo cuarto —no era una pregunta, era una afirmación.

Las comisuras de los labios del capitán se alzaron apenas un poco.

—Claro, principito. Lo que vos digas.

La expresión de Roier cambió, ahora con una sonrisa suave al saber que se había salido con la suya.

—Gracias.

Cellbit aclaró su garganta y volvió a mirarlos. Parecía que no quería interrumpir su interacción.

—Puedo ayudarlos a llevar sus cosas si quieren, falta poco para el atardecer.

Spreen evaluó la propuesta unos segundos y se puso de pie.

—Podés ayudar a Roier si querés. Yo debo ir a poner en orden unas cosas —miró a Roier—. Ponete lo que quieras para salir, ¿dale?

El rostro del príncipe se iluminó y asintió varias veces antes de ponerse de pie. El capitán se despidió de Cellbit y de Forever con un suave movimiento de mano y salió de la casa.

Contracorriente {Spiderbear}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora