Cuatro lunas habían pasado desde el casamiento de Rhaenyra y Laenor Velaryon, y el tiempo parecía haberse detenido en la espera de un anuncio importante. El rumor sobre un posible embarazo de la joven princesa se había esparcido por el castillo y sus alrededores, y las miradas curiosas y expectantes seguían a Rhaenyra en cada paso que daba.
Aunque había aprendido a encontrar cierta paz en su matrimonio con Laenor, su corazón aún latía por Harwin Strong, su escudo jurado y comandante de la guardia de la ciudad. Las noches de pasión compartidas con él seguían vivas en sus pensamientos, y a pesar de que se había vuelto a enamorar, su mente no dejaba de evocar a Daemon Targaryen, el hombre al que había amado desde que era una niña.
En medio de la confusión y la incertidumbre, Rhaenyra buscaba una forma de encontrar estabilidad en su vida. Un día, mientras paseaba por los jardines, sintió un extraño malestar en su vientre y se detuvo en seco. El corazón le palpitó con fuerza, y en ese momento, supo que su vida estaba a punto de cambiar para siempre.
La joven princesa se retiró a sus aposentos, mando a llamar a un maestre y el confirmó sus sospechas: estaba embarazada. El corazón le dio un vuelco, y una mezcla de alegría y temor se apoderó de ella. Sabía que el bebé que esperaba era de Harwin, no de Laenor, y eso la llenó de preocupaciones.
Con la voz entrecortada por la emoción, Rhaenyra le confesó a Laenor sus preocupaciones.
Rhaenyra: Laenor, necesito hablar contigo sobre algo importante. Sospecho que estoy embarazada, pero el bebé sería de Harwin y no tuyo. ¿Qué pasará si se parece a él? ¿Será llamado bastardo y perderá su derecho al trono?
Laenor la miró con ternura y la abrazó con delicadeza.
Laenor: Rhaenyra, no importa cómo sea nuestro hijo. Será amado y cuidado por nosotros, sin importar su linaje. Ya sabíamos que esto podría ocurrir, dado que tú y yo nunca consumamos nuestro matrimonio.
Rhaenyra asintió, sintiendo cómo la preocupación se desvanecía poco a poco.
Rhaenyra: Pero, Laenor, ¿qué hay de los demás? ¿Qué dirán los demás si tienen un heredero que no es realmente de la sangre de los Velaryon?
Laenor la besó suavemente en la frente.
Laenor: No te preocupes por eso. Defenderé a nuestro hijo como si fuera mío. No importa si es de la sangre Targaryen o no, él llevará nuestro apellido y será criado como mi heredero.
Las palabras de Laenor llenaron de alivio el corazón de Rhaenyra. Sabía que podía confiar en él y que nunca permitiría que nada malo le ocurriera a su hijo, incluso si eso significaba enfrentar el juicio de los demás.
Cuando las primeras luces del atardecer pintaron el cielo, Rhaenyra decidió enfrentar su destino y compartir la noticia con Harwin Strong. Su corazón latía con fuerza mientras caminaba hacia los aposentos del comandante de la guardia de la ciudad. La incertidumbre la invadía, pero sabía que tenía que ser valiente y enfrentar las consecuencias de sus acciones.
Al llegar, encontró a Harwin en su puerta listo para tomar su turno de protegerla, absorto en sus pensamientos. Al verla, una sonrisa iluminó su rostro, pero pronto se dio cuenta de que había algo en el semblante de Rhaenyra que no era usual. Rhaenyra viendo que no había nadie a su alrededor invito a Harwin a pasar a su habitación.
Harwin: Rhaenyra, ¿qué te sucede? - preguntó él, tomando su mano con cariño.
La joven princesa tomó aire y, sin rodeos, compartió la noticia.
Rhaenyra: Harwin, estoy embarazada, y el bebé es tuyo.
Los ojos de Harwin se abrieron de sorpresa, pero rápidamente una sonrisa se dibujó en su rostro.
Harwin: Rhaenyra, eso es maravilloso. No puedo negar que estoy feliz por ello. Aunque sé que en público no podré reclamarlo como mío, quiero que sepas que en lo más profundo de mi corazón, ese niño será nuestro.
Rhaenyra sintió que una enorme carga se levantaba de sus hombros, y en ese momento, su amor por Harwin creció aún más.
Rhaenyra: Oh, Harwin, te amo tanto. Saber que estás conmigo en esto, que me apoyas, me llena de alegría. Sé que no será fácil, pero juntos podremos enfrentar cualquier desafío.
A pesar de todo eso, el peso del embarazo pesaba como una losa sobre los hombros de Rhaenyra. Aunque Harwin había recibido la noticia con amor y prometió protegerlos desde las sombras, los miedos y las inseguridades la atormentaban. El recuerdo de las tragedias que había vivido su madre, Aemma, la perseguían, llenando su mente con visiones aterradoras de un destino similar.
Las noches se volvieron más largas y oscuras, y en el silencio de su alcoba, Rhaenyra reflexionaba sobre su situación. Una mezcla de alegría y terror se entrelazaba dentro de ella. Anhelaba con toda su alma conocer a ese bebé que crecía en su vientre, pero también sentía un profundo temor por lo que el futuro pudiera depararles.
"Mis miedos son como sombras que me acechan, amenazando con arrastrarme hacia la oscuridad", pensó Rhaenyra mientras acariciaba su vientre abultado. "¿Será que estoy destinada a sufrir la misma suerte que mi madre? ¿Perderé a mi hijo como ella perdió a mi hermano?". El dolor de esos recuerdos la golpeó con fuerza, recordándole cómo su madre había perdido a su hermano en el parto, y posteriormente, ella misma había tenido embarazos difíciles y peligrosos.
Sus pensamientos la llevaron a reflexionar sobre la fragilidad de la vida y las incertidumbres que la rodeaban. Aunque vivía en un mundo de reyes y dragones, las batallas más feroces a menudo ocurrían en el interior de las personas. Y en ese momento, Rhaenyra libraba una lucha interna entre la esperanza y el temor.
"Harwin me ha dado su amor y protección, pero el destino es impredecible", pensó con pesar. "¿Qué puedo hacer para proteger a mi hijo? ¿Cómo puedo garantizar que nazca sano y salvo?". Las dudas la abrumaban, y las respuestas parecían escaparse entre sus dedos.
Con valentía, Rhaenyra reconoció que no podía controlar el futuro, pero podía aferrarse a la esperanza y luchar por lo que más amaba. "Mi hijo merece una oportunidad de vivir, y yo haré todo lo que esté a mi alcance para asegurarme de que nazca en un mundo seguro y lleno de amor", se prometió.
Aunque el temor seguía presente, Rhaenyra encontró consuelo en su amor por Harwin y en la confianza que tenía en él para protegerlos desde las sombras. También sabía que Laenor estaría a su lado, apoyándola incondicionalmente en este viaje incierto.
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Denme una estrellita que me motiva a seguir escribiendo.
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Rhaenyra decide tomar su vida en sus manos. rhaenyra, daemon, harwin,
Short Story- EN ARREGLO - Harwin no muere - Laena muere en el año 114 y Daemon se casa con Rhaenyra mucho antes. - No para TeamVerde - Daeron y Joffrey no existen