Capitulo 9

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En cuanto todo se calmó, decidí pasear por la propiedad privada para tomarme un descanso – además, la habitación olía demasiado a pintura y no podía dormir allí al menos durante esta noche -. A tan solo unos metros, pude ver un pequeño lago rodeado por una valla de madera bastante bonita. Me apoyé sobre esta y saqué el colgante que decoraba mi cuello. Este estaba siempre escondido bajo el cuello de mi camiseta, para que no se dañara. Me lo quité y lo acaricié con las yemas de los dedos mientras recorría cada detalle de este.

Este collar lo hizo ella para mí. Echaba de menos a mi madre.

Me encontraba hundida en mis pensamientos cuando escuché varios pasos cercarse hasta mí. ¡Genial! Lo que me faltaba.

Pararon en seco cuando estuvieron cerca de mí, iban a decir algo – probablemente una tontería – pero me adelanté.

- Han, tú eres el mayor entre vosotros tres, ¿verdad? – esperaba no equivocarme. Pero este asintió algo sorprendido por mi repentina pregunta. – Este es el tesoro más grande que tengo – cogí su mano y le puse el colgante en la palma – cuando tú y los demás confiéis en mí y me aceptéis, devolvédmelo – finalicé y solté su mano.

El silencio y la sorpresa estuvieron presentes durante unos segundos que parecieron eternos. Después, y sin esperarlo, se miraron entre ellos y empezaron a reír.

Entonces...como si de un relámpago se tratara, vi algo volar por los aires hasta caer dentro de aquel lago.

Había lanzado el collar.

- ¡DESGRACIADO! – le grité a la vez que le di un empujón.

- Han... te has pasado – dijo Felix atónito.

El nombrado hizo un gesto para que guardara silencio.

- Si lo encuentras, tal vez te dé una oportunidad – soltó con un tono de malicia en su voz.

Sin más espera, salté la valla y me metí en el agua. Por suerte, esta no era muy profunda, pues apenas me sobrepasaba la rodilla.

- Encuéntralo – rio ese idiota.

- ¡Que te jodan! – mi mal vocabulario empezó a florecer desde que pisé aquel lugar.

Para mi suerte, desaparecieron de mi vista.

Daba igual todo lo que intentara, puse mi último atisbo de esperanza en aquello, pero ya me habían demostrado que forjar una amistad, o al menos una relación normal de persona hacia persona, era completamente imposible.

Cada minuto que pasaba me desesperaba más y más. Necesitaba recuperar aquel colgante, eso era mi vida entera.

Las horas pasaban, mi ansiedad y lágrimas iban y venían como el frío que calaba mis huesos con más y más fuerza a medida que pasaba el tiempo. Pero me daba igual, no me iría de allí sin recuperarlo.

***

9:30 de la mañana.

La cocina está llena de vida. El olor del desayuno llena la casa a la vez que el sonido de los cubiertos retintinea en el lugar.

- ¿Sabéis dónde está la chica? – preguntó Changbin. – Ayer a las seis de la mañana ya estaba despierta haciendo el desayuno.

- Después de lo que sucedió, no creo que quiera volver a desayunar con nosotros, al menos, durante un tiempo – comentó Bang Chan mientras miraba a los menores con el entrecejo arrugado.

- ¡Mejor! – exclamó Han.

- ¡No digas eso! – le reprendió Changbin - ¿Qué os pasa? ¿Por qué sois así? – dijo molesto.

El ojo de la tormenta - Changbin | ✔️ TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora