Capítulo 48

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Salimos a tomar un helado.

Un rico y extra-congelado helado.

Ese que le prometí aquella odiosa vez.

- ¡Dios Lara! ¡No puedo! – decía mi gran amiga mientras, con su mano izquierda, apretaba su cabeza.

- Yo tampoco – respondí mientras hacía lo mismo. – aún así, no me dejaré vencer tan fácilmente.

- Eso ya lo veremos – sonrió esta mientras llenaba otra cucharada de helado de vainilla y se lo llevaba a la boca.

Otra vez más, empezamos a competir por ver quien comía antes aquel hielo de sabor a la vez que probábamos nuestro aguante.

Una vez, de pequeñas, terminamos en el hospital por esto.

Pero era como una "tradición" nuestra que hacíamos en cada reencuentro cuando volvía de España a Corea. Pero esta vez era una excepción, pues estábamos de celebración, además de una promesa por mi parte.

- ¡Solo una más! – dije a la vez que rebañaba los restos de mi helado de chocolate y llevaba la cucharilla a mis labios.

- ¡Terminé! – gritó esta orgullosa de su victoria.

- No puede ser – fingí lloriquear.

- Otra victoria más para mí – respondió auto coronándose con las manos.

- Bueno, aún nos quedan muchas batallas – dije riendo mientras finalizaba el helado que me quedó en la cuchara.

Tras eso, fuimos a nuestro parque favorito para ponernos al día.

Estábamos al tanto de lo que le sucedía a la otra, teníamos contacto por Kakaotalk, pero no habíamos hablado de los detalles.

Nos sentamos en el césped, al lado de nuestro árbol, y comenzamos a hablar de todo lo que surgía y de cada pregunta que nos hacíamos.

- Me alegro mucho de que aquella escoria recibiera su merecido – dijo con asco hacia él – no sé ni porque ha tenido que aparecer aquí en Corea.

- Yo tampoco – respondí en un suspiro – por suerte todo ha pasado.

- ¡Y espero que no se repita! Ya estoy perfecta, a la más mínima, me llamas y voy corriendo a donde sea para matarlo poco a poco y sin compasión.

- ¡Trato hecho! – me apresuré a decir a la vez que le extendía mi mano y las estrechábamos.

La tarde se pasó muy rápido. Amaba estar con ella. Pero, como es ley de vida, lo bueno acaba pronto.

La acompañe a su casa. Vive como a diez minutos andando desde el edificio en el que estoy viviendo con los chicos.

- Cuídate, ¿vale? – le dije mientras la abrazaba en la puerta de su casa.

- Por supuesto, tú también. – se quedó un rato pensando - ¿Por qué no llamas al señor Park? ¿O a alguno de los chicos? – sugirió de repente.

- ¿Llamarlos? ¿Para qué? – pregunté mientras me separaba del abrazo.

- No quiero que vuelvas sola al apartamento – respondió visiblemente preocupada.

- ¡Tranquila! ¡No pasará nada! – dije con una carcajada.

- Lara, está oscureciendo, ¿y si te reconocen?, ¿y si te atacan los sasaeng? – empezó a inundarme a preguntas por el estilo.

- No hay problema – la calmé – vivimos cerca.

- Diez minutos andando en la noche no es cerca – aseguró.

El ojo de la tormenta - Changbin | ✔️ TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora