Capítulo I: Primer encuentro

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La cola plateada de Yen se mecía con gracia, como una danza de las profundidades del mar. Su cabellera carmesí flotaba en armonía con las corrientes marinas, formando un dúo perfecto con el vaivén de sus movimientos. La tranquilidad del océano lo abrazaba mientras seres marinos de colores brillantes lo rodeaban, creando un espectáculo de vida y color inigualable. En ese instante, Yen sentía que no existía lugar en el mundo donde deseara estar más que en su hogar acuático.

—¡Alteza! —la voz de uno de sus amigos resonó a través del agua, interrumpiendo su placidez.

Kong se acercaba con una sonrisa encantadora en el rostro, seguido de cerca por Leo. Los dos tritones se detuvieron frente a Yen, sus ojos brillando con amistad y complicidad.

—¿Qué sucede? —preguntó el pelirrojo.

—¿A dónde se dirigía? —inquirió Kong con una chispeante curiosidad en sus ojos, sus hoyuelos en las mejillas acentuando su belleza única.

Los tritones, conocidos por su extraordinaria belleza y voces melodiosas, parecían radiar una luz especial en el fondo del océano. Yen, príncipe y heredero del trono, no podía evitar sentirse maravillado por la presencia de Kong, cuya piel nacarada, cabello castaño y sonrisa irresistible lo hacían destacar incluso entre sus pares. A pesar de su propio encanto, Yen se veía momentáneamente eclipsado por la deslumbrante belleza de su amigo, que él mismo elogiaba como igualmente excepcional.

Leo, por su parte, destacaba por su belleza incomparable, con su cabello largo como la noche y su mirada fría que dejaba a las sirenas suspirando a su paso. Sin embargo, detrás de esa fachada se escondía una timidez profunda, una timidez que lo impulsaba a mantenerse alejado de la superficie, a pesar de poseer una voz tan encantadora que podría seducir hasta al humano más indiferente. Sus amigos consideraban que era una pérdida de talento.

En cambio, Kong disfrutaba de la luz del Sol y de la caricia del viento en su rostro cuando emergía a la superficie. Su apariencia era suficiente para cautivar a cualquier ser, humano o no, y eso le bastaba para llevarse consigo cualquier aliento hasta las profundidades de su hogar.

Yen nadaba entre ellos, llevando consigo un aire de misterio y libertad que intrigaba a los que lo rodeaban.

—Solo estaba dando un paseo —respondió con una sonrisa enigmática, retomando su camino, mientras sus amigos lo seguían en su travesía por el océano azul y profundo.

Kong se acercó nadando velozmente para colocarse junto a Yen, y con una chispeante mirada juguetona le preguntó:

—No estará huyendo de la unión, ¿verdad?

Yen rio suavemente y respondió con calma:

—Claro que no. Aunque disfruto de mi libertad y de la belleza que nos rodea, no estoy huyendo de nada. Simplemente quiero saborear el presente y la magia que nos embriaga en cada rincón de nuestro reino submarino, antes de ser atado por toda la eternidad.

Kong asintió con complicidad y agregó:

—Entiendo tu deseo de libertad, pero tenga en cuenta que Min es una de las sirenas más hermosas de nuestro reino. El destino no podría ser más generoso al unir su belleza a la suya por toda la eternidad.

—La unión entre tritones y sirenas no puede ser impuesta —intervino Leo con voz serena, rompiendo el silencio con sus palabras como suaves caricias en el mar—. Jurar amor eterno a alguien a quien no amas de verdad y ser forzado a unirte a esa sirena, es una carga que no debe ser tomada a la ligera.

—Qué dulce romanticismo —bromeó Kong con una sonrisa traviesa jugando en sus labios—. Pero, ¿no es acaso el amor un mar que fluye indomable en nuestros pechos?

Amor de las profundidades [VIXX - Ravi x N, Leo x Ken, Hong Bin x Hyuk]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora