Capítulo 2

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Loan observaba atentamente la imponente casa, con los ojos fijos en las ventanas que reflejaban un brillo cautivador, capturando su atención de inmediato. No pudo evitar fijarse también en la entrada principal: dos enormes puertas de madera que parecían requerir más que un simple empujón para abrirla, incluso para un grupo de roedores. Antes de continuar, hizo una pausa y decidió regresar sobre sus pasos para recuperar su talega, que había dejado en el hueco del árbol caído. No podía permitirse perderla, ya que contenía las escasas provisiones que le quedaban tras haber abandonado su trineo, el cual parecía haberse perdido para siempre en aquella tormenta de nieve.

Después de asegurarse de tener todo listo, Loan volvió a subir la colina con una determinación renovada. Enfocó su mirada en la entrada de la casa y, sin perder un segundo más, comenzó a caminar hacia ella. Aunque tropezó ligeramente en el sendero cubierto de nieve, se levantó rápidamente y continuó su avance con firmeza.

— ¡Lo logré, lo logré! —Exclamaba, su entusiasmo reflejado en su rostro mientras avanzaba. Con cada paso, su talega se balanceaba de un lado a otro, y su abrigo, algo desgarrado por el accidente con el árbol, ondeaba detrás de él, separándose ligeramente de su cuerpo debido a la velocidad con la que se movía.

El aire frío quemaba sus pulmones, pero Loan apenas lo notaba. Estaba enfocado en llegar a su destino. Sin embargo, a medio camino, se detuvo abruptamente, su respiración agitada formando pequeñas nubes de vapor en el aire helado. De repente, el bullicio de una multitud de roedores que se agolpaba en la entrada de la casa llegó a sus oídos. La expresión de alivio en su rostro comenzó a desvanecerse, reemplazada por una creciente preocupación al ver la cantidad de roedores que habían llegado antes que él.

—Debe ser una maldita broma —Murmuró el pequeño grisáceo mientras ajustaba la capa que cubría su cuerpo y orejas. Decidido a enfrentar la situación, retomó la marcha, esta vez con pasos más cautelosos, mientras avanzaba hacia la gran estructura.

A medida que se adentraba más en la horda de roedores, su estómago se retorcía de nervios. Observó la diversidad de especies y actitudes entre ellos. La mayoría eran ratones de campo, pero también había ardillas, castores, puercoespines y marmotas en distintos momentos. Las hembras eran especialmente notables, muchas llevaban a sus crías más jóvenes en la espalda, mientras otras trataban de calmar el llanto de sus pequeños, causado tanto por el intenso frío como por la incomodidad de la espera.

Cuando Loan ya se encontraba en el medio de la multitud, su mirada se dirigió hacia la imponente puerta de la casa. Estas puertas, reforzadas con una barra de metal y aseguradas con clavos, algunos de los cuales faltaban, tenían un aspecto intimidante. Para llegar a la entrada, todos, incluyendo a Loan, debían subir tres escalones, lo cual, aunque simple, añadía un aire de formalidad al acceso. No obstante, mientras observaba la puerta, una pregunta comenzó a rondar por su mente: « ¿Por qué nadie había entrado aún? ¿Qué estaban esperando?».

Fue así que su atención se desvió al notar a unos ratones cachorros de pelaje naranja corriendo juguetonamente de un lado a otro, perseguidos por su padre, un ratón del mismo pelaje que intentaba atraparlos sin éxito. Loan no pudo evitar sonreír ante la escena. A pesar de la tensión que envolvía el ambiente, había algo reconfortante en ver cómo los pequeños jugaban con tanta alegría, ajenos a las preocupaciones de los adultos.

De repente, un estruendo seco y potente resonó en el aire, haciendo que todos los roedores, incluido Loan, volvieran la vista hacia la enorme entrada de la casa. El ruido provenía de la puerta, que comenzaba a abrirse lentamente desde el interior. Era evidente que no había sido abierta en días; el sonido crujiente de las hojas de madera parecía el lamento de una estructura que requería un gran esfuerzo para moverse. A medida que la puerta se abría, un resplandor amarillento, de un tono naranja brillante, comenzó a iluminar a los roedores que aguardaban ansiosamente.

LITTLE HYBRID #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora