SeokJin y YoonGi no son humanos. ⊙.☉
Acostado sobre su cómoda piedra con musgo estaba SeokJin.
Totalmente aburrido, balanceando sin ritmo de sus piernas.Suspira y suspira, deseando por lo bajo que la lluvia se calme. Ésta interrumpió abruptamente sus planes. Antes de que comenzara a llover, él estaba tranquilamente recogiendo piedras de una cueva para su casa, bueno, no completamente tranquilo, un poco temeroso de que lo descubrieran invadiendo la cueva de sus vecinos murciélagos.
Dicha cueva, tan húmeda e insegura estuvo habitada por una familia de cochinillas. Insectos muy amigables y pacíficos que le permitían visitarlos y le regalaban de sus bonitas piedras de colores. Eso hasta que un grupo de murciélagos la invadió y terminó con toda la familia. Tristemente desde ese día no se le volvió a permitir entrar y recoger de sus preciadas piedras. La vez que lo intentó, que fue una tarde soleada y agradable, terminó llorando y con unos murciélagos somnolientos y enojados persiguiendo su carrera.
Se disculpó por no saber de sus horarios de sueño e intentó ser bueno con ellos, esa misma noche les llevó frutas para plantar paz entre ellos, pero al llegar la cueva estaba completamente vacía. Se vio perdido al no saber qué más hacer, así que dejó las cosas como estaban, pues pensó que los murciélagos simplemente no querían verlo más.Fue así como, después de observar como los murciélagos dejaban completamente sola la cueva por las noches, se atrevió a ir por sus piedras. Mismas piedras que encontró arrumbadas a lo lejos. Le molestó infinitamente ver como los murciélagos despreciaban algo tan valioso para él.
Esa noche, después de despertar de su sueño, se alistó y sigilosamente entró en la cueva, viéndola vacía para su fortuna. Comenzó a meter pequeñas piedras en su bolso, temeroso de que un murciélago entrara de la nada y lo descubriera. En un punto de su acción se quedó congelado al escuchar pequeños ruidos a la entrada de la cueva, temblando de miedo corrió a espiar, solo para encontrarse con las solitarias gotitas de lluvia que caían en la tierra. Después de pensarlo un poco, decidió volver a casa antes de que la lluvia se volviera más fuerte, además, los murciélagos regresarían por la misma razón.
Enojado y refunfuñando regresó a su pequeña casita.
Y es por eso que ahora está aburrido esperando a que la lluvia, ya fuerte, se detenga al menos antes del amanecer, para poder volver a la cueva y no tener que esperar hasta la siguiente noche.
Para su buena fortuna, el cielo dejó de llorar. Corriendo se va a asomar a su ventana, viendo que luce más oscuro que antes, pero sin ninguna gota a la vista. Alista su bolso y vuelve a salir.
El camino está más oscuro de lo normal. Al ver el cielo se da cuenta del por qué.
Las nubes están totalmente negras y obstruyendo el paso para la luz de la luna.
Ah, pero eso no es un problema, pues al ser un pequeño ser de luz (familiar de las luciérnagas y estrellas), no necesita más iluminación que la propia.Con paso rápido se dirige a la cueva. Su sola presencia ilumina los troncos por los que pasa, haciendo del bosque temeroso, un bosque menos macabro y más brillante.
Antes de llegar a la cueva, toma una hoja de su tamaño. Le hace dos agujeros con una rama y con eso tiene un disfraz para tapar toda su identidad delantera. Muy concentrado como para darse cuenta de que su parte trasera aún sigue brillado e iluminando.
Acomoda su disfraz y va a dar un vistazo a la hueca cueva. Mueve sus ojos en busca de un animal colgando y, al no ver nada, tira su disfraz y entra alegre a la cueva. Decide no tardarse mucho y comienza a buscar sus piedritas.
Siente una compañía en la cueva, pero por más que busca no ve nada, así que liga la sensación a su consciencia que lo acusa de ladrón. Ignorando todo, solo alza los hombros restándole importancia.